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La dinastía Cobos y el abolengo a caballo

Martes, 28 Oct 2025    AGS., Ags.    Alejandro Medina | Infografía: LM     
La formación de un picador de toros y todo lo que ello implica
La suerte de varas es, sin duda, una de las más determinantes en el desarrollo de la lidia. De su correcta ejecución puede depender el destino del toro, para bien o para mal. En ese primer tercio, el papel del picador cobra una importancia capital. Conscientes de ello, los matadores suelen elegir para sus cuadrillas a hombres de absoluta confianza, profesionales que sepan medir con temple la embestida del toro bravo.

Ejecución del varilarguero

Hoy en día existen escuelas de tauromaquia que forman matadores y banderilleros; sin embargo, el caso de los varilargueros es distinto. No hay instituciones dedicadas a la formación de estos hombres, guardianes del primer tercio. Así lo explica Guillermo Cobos, picador con más de once años de experiencia, quien abre las puertas de su mundo:

"Esto viene de familia desde mi bisabuelo Porfirio Cobos, mi abuelo Roberto Cobos, mi tío Juan Cobos, mi padre Héctor Cobos "El Nono", y mi tío Jorge Cobos, dueño de la cuadra de caballos. Hoy seguimos nosotros: mi primo Miguel Cobos, el aspirante Efrén Acosta Cobos, nieto del picador Efrén Acosta, y también Santiago Kingston Cobos, hijo del maestro Felipe Kingston, que se prepara como banderillero.

Los interesados se acercan a casa; aprovechamos que contamos con nuestra propia cuadra y aquí los vamos orientando con lo poco o mucho que podemos compartir."

El aprendizaje del picador se fragua lentamente: comienza en tentaderos y festivales, continúa en novilladas y culmina, con los años, en una corrida formal. Durante ese proceso, la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros (UMPyB) evalúa a cada aspirante. Cuando consideran que está listo, le permiten presentar el examen profesional, ante un jurado conformado por miembros de la agrupación.

La prueba consiste en picar los seis toros de un festejo; mediante sorteo se determina cuál de las actuaciones será evaluada. Si el candidato no aprueba, se programa una nueva fecha para una segunda oportunidad.

Respecto a la indumentaria, el propio Guillermo la describe con sutileza:

"Vestimos chaquetilla o casaca, chaleco, corbatín y camisa. La calzona, muy semejante a la del torero, antes se confeccionaba en piel de venado; lleva botones laterales, tirantes, finalmente portamos una fuerte protección en la pierna derecha: la llamada pierna de acero.”

Preparación del caballo de pica

La indumentaria del caballo y del picador es toda una liturgia. Vestir al equino es un ritual en sí mismo: cada pieza tiene una función precisa, pensada para garantizar la seguridad sin sacrificar movilidad. Las telas que envuelven las patas protegen de los empujes del toro y amortiguan los golpes contra las tablas.

Casi cualquier caballo puede llegar a servir, siempre que posea buena alzada, estructura y carácter. Su adiestramiento comienza también en tentaderos; allí aprenden a confiar, a soportar el peso del peto y el empuje de la res. "Todo es práctica, los probamos primero en vacas o novilladas, y luego en corrida."

La familia Cobos confecciona a mano la vestimenta de sus caballos, utilizando fieltro, material ligero y resistente. Para vestir a un caballo se requieren entre dos y cuatro personas. En el proceso se cubren los ojos con franelas y los oídos con papel húmedo, a fin de mantener al animal tranquilo. Todo el ritual dura alrededor de diez minutos.

Cada plaza tiene su propio criterio respecto al número de caballos. "En Guadalajara se empetan tres caballos y otros tres salen sólo con la silla; en México, en cambio, los seis salen vestidos, aunque solo tres intervienen."

Aunque no es frecuente, los caballos pueden sufrir percances en las zonas no cubiertas por la protección; a veces, ya en el suelo, reciben alguna cornada.

El arte, temple y carácter del picador

Los picadores que destacan suelen colocarse con matadores y torean con ellos todas sus corridas. Guillermo Cobos, por ejemplo, ha formado parte de las cuadrillas de Luis David y de Antonio García "El Chihuahua".

Desde su posición privilegiada –y peligrosa–, el picador lidia tres voluntades: la del toro, la del caballo y la suya propia. Cada acometida es una batalla en miniatura, un pulso entre la bravura y el temple, momento en que el varilarguero se siente torero, y el toro se engrandece en el castigo. Ambos, hombre y equino, se crecen en la verdad del primer tercio.


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