Banners
Banners

Un genio de espíritu errante y frágil

Domingo, 12 Oct 2025    CDMX    Juan Antonio de Labra | Foto: Plaza 1     
"...dejando detrás suyo una amplia estela de torería, el mejor de..."
Los genios son seres impredecibles. Actúan por impulsos. Se dejan ver o se esconden. Eluden los halagos o no se los toman en serio. Son creadores tímidos, muchas veces incomprendidos, que habitan su propio mundo. Ahí se sienten más cómodos. Y como no piensan que son genios, se dejan guiar por sus sentimientos y obran por gracia de un espíritu errante y frágil.

Morante de la Puebla se ha desprendido la coleta hoy en Madrid. Así nada más, sin previo aviso; sin esas chocantes campañas de despedida para arramblar los últimos centavos; sin drama ni cuentos; sin pensar en los demás, en miles de sus partidarios, a los que ha dejado huérfanos de inspiración… Se ha ido, pues, con el desenfadado arrebato de quien ingresa al Olimpo del toreo.

A sus 46 años cumplidos hace unos días, quizá ese toro "Tripulante", de Garcigrande, lo ha hecho reflexionar cuando lo cogió de fea manera en un lance evocando a Chicuelo. Luego vinieron 20 muletazos, no más, en una faena breve, preñada de pureza, tal y como suelen prodigarlas los artistas de cante grande.

Vestido de lila y oro, en recuerdo de Antoñete, y con las dos orejas del toro en las manos, Morante arrancó a dar esa postrera vuelta al redondel, y pronto se desprendió de ellas, como si en ese gesto y restándole importancia, Morante quisiera afirmar: "Hasta aquí llegó esto".

Y con esa misma parsimonia, en el centro del platillo y ahí, a la vista de quienes lo vitoreaban, se quitó la castañeta, la que en su día puso de moda Juan Belmonte cuando los toreros dejaron de usar la coleta natural, aquélla que les confería identidad a esos héroes literarios venidos de otro tiempo.

Morante se marcha de los toros. Y ya está. Así, de manera tan sorpresiva, ha puesto punto final a una carrera fiel a un concepto, honesta consigo mismo, en la que desde sus prometedores comienzos navegó por distintos caminos expresivos hasta encontrar su sino como artista, estudiando las viejas tauromaquias de un lejano pasado para reconvertirlas en sutil belleza con el toro de hoy.

El misterio de su arte será recubierto por la pátina del tiempo –mas no del olvido–, porque lo efímero de un sentimiento intangible, como es el toreo, perdurará en la retina, la memoria, el corazón y el recuerdo de quienes se emocionaron hasta las lágrimas con su forma de ser y de sentir, de expresar, de jugársela delante del toro con el aplomo de quien se sabe dueño.

Morante se va, que no le echan, evocando así la sabia sentencia del célebre Rafael Guerra "Guerrita", y dejando detrás suyo una amplia estela de torería, el mejor de los consuelos para quienes comprenden que el arte del toreo es un ejercicio del espíritu, algo mágico y etéreo.


Comparte la noticia