El histórico triunfo de Ernesto Javier "Calita" en Guadalajara se ha convertido, de golpe, en el segundo de mayor importancia en lo que va de 2025, luego del que Roca Rey protagonizó en la Plaza México el 3 de febrero, con idéntico número de trofeos en la espuerta: cuatro orejas y un rabo, en este caso de los toros de Xajay.
Ambos triunfos conquistados en los dos cosos más trascendentes del país, pero con la salvedad de que en la plaza tapatía resulta mucho menos frecuente que se concedan tal cantidad de apéndices en una sola tarde. De hecho, hace 35 años que esto no ocurría, así que es digno de consideración y hacer un poco de memoria.
Repasando las crónicas del recordado y exigente Paco Baruqui, los dos últimos triunfos de cuatro orejas y un rabo en Guadalajara tuvieron lugar el 13 de noviembre de 1988, a manos de Vicente Ruiz "El Soro", con toros de Manuel de Haro; y el 19 de febrero de 1989, a cargo de Jorge Gutiérrez, con un encierro de Manolo Martínez, respectivamente.
Si la primera de estas dos tardes tuvo la connotación de que el pirotécnico torero valenciano debutaba en Guadalajara, la segunda fue una tarde muy especial porque ese día Manolo actuaba como torero y ganadero, en la época en que ya comenzaba a labrarse una sólida trayectoria como criador, una actividad que le apasionaba y que su prematura muerte no le permitió desarrollar por completo.
En esa corrida del año 89, además de Manolo y Jorge, también toreó Alejandro Silveti, que al igual que El Soro el año anterior, hacía su presentación en la plaza "Nuevo Progreso", y ese día tuvo la suerte de indultar un toro del mandón. Por su parte, Gutiérrez le había tumbado el rabo al primero de su lote y dos orejas al quinto.
Tan fuerte habían triunfado sus alternantes, que Manolo se vio obligado a regalar un sobrero al que le dio una de las pocas largas cambiadas de rodillas de su vida. Así lo habían puesto sus compañeros de cartel ese día: de rodillas como torero, mientras que, minutos antes, lo habían encumbrado como ganadero. ¡Vaya paradoja!
De esos polvos viejos de hemeroteca a los nuevos vientos a favor de Calita, quizá la única diferencia es que el torero mexiquense lidió toros de encaste Domecq, de la ganadería de los hermanos Ordaz, cuyo padre fundó con sangre de Javier Garfias, y al cabo de los años sus herederos han sustituido por simiente de encaste Domecq.
Pero eso no tiene mayor importancia. Al fin y al cabo, el tiempo pasa –¡35 años ya desde entonces!–, y cuando los toros son bravos y se emplean en la muleta, los buenos toreros saben cuajarlos y no los dejan ir. Eso sí, el denominador común de aquellos triunfos de El Soro y Jorge Gutiérrez, con el que Calita ha cosechado ahora en Guadalajara, ha sido el contundente manejo de la espada: la misma con la que se deben rubricar las grandes faenas. Eso no ha cambiado, y así seguirá siendo siempre.