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Fernando Savater y la faena eterna

Sábado, 07 Jun 2025    CDMX    Antonio Casanueva | Foto: Archivo   
"...La que convierte la memoria en revelación y al instante en arte...
Fernando Savater (n. 1947) es un filósofo, ensayista y novelista español, reconocido por su labor divulgativa en temas de ética, educación y política. A lo largo de su trayectoria se ha distinguido por su compromiso con la libertad, la cultura y el pensamiento crítico, defendiendo incluso las expresiones artísticas más controvertidas, como las corridas de toros.

Su libro Tauroética (Ediciones Turpial, 2010) ofrece una reflexión filosófica sobre la tauromaquia, defendiendo su legitimidad ética y cultural frente a las críticas animalistas. Savater argumenta que la fiesta brava es una expresión artística que forma parte del patrimonio cultural y que su prohibición responde más a posturas moralistas que a consideraciones éticas fundamentadas.

Uno de los escritos que más he disfrutado del pensamiento taurino de Savater es "Caracterización del espectador taurino" publicado originalmente en la revista de letras y ciencias humanas (1984, número 437, p. 4) y que después se ha replicado en varios libros de ensayos taurinos. Ahí, el filósofo explica que el público taurino está, por su propia condición, obligado a la frustración. Y es que "la pasión del verdadero espectador taurino se fabrica con idénticos mimbres que la nostalgia y la desesperación". Y por eso, tal como sucede con los ensueños, posibilitan encanto y goce.

Fernando Savater argumenta que el aficionado ya ha visto "la Faena, la única, la eterna, y puesto que ya la ha visto, no puede verla de nuevo. Gracias a su recuerdo de la obra mítica, puede ver y disfrutar las faenas contingentes que se producen en las plazas, a través de la anamnesis de lo irrecuperable".

Según Savater, la gente asiste al espectáculo taurino por curiosidad, se aburre con desgana o se indigna ante la sangre vertida, hasta que en cierta ocasión tiene una revelación y aparece la Faena eterna, se dice a sí mismo: "así que era esto…" Un espectador puede "ver a lo largo de su vida cien faenas mejores que aquella que sirvió de provocación a su despertar a la Fiesta eterna, pero tal despertar sólo tiene lugar una sola vez. A partir de ahí buscará esa sensación, como perdida para siempre, como irrecuperable".

En los mentideros taurinos (hoy trasladados a chats virtuales) se criticaron los carteles. Que si faltaba "tal" o sobraba "cual", que si eran ganaderías comerciales, que si esos toros no embisten… Imposible poner de acuerdo con quiénes añoran una obra mítica. Savater les diría: "Estas trivialidades son malentendidos que los aficionados se hacen a veces sobre la cuestión, por culpa excesivamente de su deficiente preparación metafísica. Claro está que el aficionado no ha visto a ningún determinado torero de carne y hueso realizar la Faena eterna".

Tuve la suerte de coincidir con Fernando Savater en la plaza de las Ventas, habíamos sido invitados por la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia, que celebraba su centésimo vigésimo aniversario.

Se pueden imaginar la emoción de estar sentado cerca de un hombre al que leí por primera vez en 1991 y que me acercó a la filosofía. Sus libros sobre la figura ejemplar del héroe que no censura, sino que desarrolla virtudes para enfrentarse a retos, me han marcado en forma significativa. También su concepto sobre la felicidad y la manera de aproximarse a las preguntas claves de la vida, han influido en algunas de las cosas que he intentado hacer en mi vida.

Verlo en el mismo palco, en la plaza más importante del mundo, fue como si aquel héroe de mis lecturas cobrara presencia tangible. Le pregunté sobre "la faena eterna", con la esperanza de que esa tarde la pudiéramos recrear. Savater soltó una carcajada y me dijo que ya había dejado de buscarla.

Junto a él, se encontraba otro de mis ídolos: François Zumbiehl, antropólogo francés y catedrático de lenguas clásicas que ha sido muy generoso con la fiesta brava mexicana y a quien podemos leer con periodicidad en Tauro Magazine. 

Por proximidad de lugares, pude prestar oído como Zumbiehl le compartía a Savater su opinión de cada toro y el análisis que hacía de bravura, pases y estocadas. Era interesante escuchar cómo estos dos intelectuales desglosaban las faenas.

El domingo pasado, Fernando Savater volvió a escribir de toros haciendo referencia a esa tarde que compartimos ("Memoria del arte", The Objective, 1 de junio 2025). Y aunque me había dicho que ya no buscaba la "faena eterna", su artículo retoma ideas de aquel famoso ensayo.

"Porque que te guste de veras algo –dice ahora Savater– quiere decir que al verlo te acuerdas de lo que te gustó: vuelves a ser momentáneamente feliz por lo que fuiste".

Con lo que vincula la idea de la faena eterna reforzando la noción de que la afición taurina es una forma de memoria estética.

Continúa: "Pues resulta que los aficionados taurinos se distinguen porque ellos sí vieron aquella faena insuperable de la que los neófitos solo han oído hablar. Qué lástima para unos y que nostalgia triunfal para los otros, haber visto o no el momento irrepetible que como su propio nombre indica no se repetirá."

Porque la tauromaquia se sostiene no en la repetición, sino en la posibilidad de lo único.

De esa manera, Savater recuerda a Paco Camino bordando a un manso de Jaral de la Mira, con lo que sitúa la experiencia estética en el centro del discurso taurino, ya que esa faena fue una obra de arte, una revelación imprevista capaz "de cambiar nuestro tedio, nuestra desesperación, en euforia."

Fernando Savater, con su prosa —como lo hacía Camino con la muleta—, es capaz de trocar la rutina en fervor, la desgana en asombro. Así remata su artículo como el torero de Camas sus faenas: con belleza, empaque y temple.

"Porque de eso se trata —escribe—, no de saber cuánto tiempo vivimos, sino cuántos instantes en que el tiempo se detiene podemos disfrutar".

Esa es la verdadera faena eterna: la que convierte la memoria en revelación y al instante en arte.


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