El doctor Francisco Coello Ugalde escribió un texto con motivo de los cien años de la retirada de Rodolfo Gaona, de la que hoy se cumplen 100 años, donde le da voz a este torero referencial, para plantear una serie de cuestionamientos y reflexiones sobre el panorama del toreo actual.
En esta original colaboración, que tiene carácter epistolar, recuerda la efeméride, pero haciendo énfasis en los problemas que atañen a la Fiesta, donde expresa los siguientes conceptos:
A los que son chipén en los toros, y a quienes no lo son, sépanse acompañados desde la eternidad, lugar que ocupo desde hace un siglo cabal, tarde aquella, la del 12 de abril de 1925, en la que me fui de los toros consciente del deber cumplido y en olor de santidad. Desde entonces, percibo que no falto en sus conversaciones y discusiones porque fui capaz de que en todo, y por todo… me levanté al castigo. Ese fui yo, Rodolfo Gaona Jiménez, un mexicano dispuesto a defender su patria como el mejor soldado salido de las filas castrenses, sobre todo en mi época. Por un lado, debido a la Revolución Mexicana, y por otro, a la revolución que estaba encabezando bajo mi nombre en esto del arte de torear reses bravas, aquí y allá, para decirlo pronto.
Las guerras, las batallas, las embocadas y las traiciones las acometí invariablemente solo y mi alma, y hasta con mi sombra de la que muchas veces sospeché también.
Y aquí estoy contándoles esto a través de uno más de mis "cabales", el historiador José Francisco Coello Ugalde, quien hace grandes esfuerzos por comprenderme en la biografía de "menda". Y me convenció desde el momento que me dijo: "No regañemos a los muertos. Entendámoslos" (Jacob Burckhardt, dixit), porque cuando la tengan en sus manos, diré, en espíritu lo que decía José Ortega y Gasset: "…si se pone el dedo sobre cualquiera de mis páginas, se siente el latido de mi corazón".
El Doctor Coello intenta explicarme lo que ustedes hoy están padeciendo: una prohibición con el maravilloso eufemismo de "corrida sin violencia", "prohibición encubierta" o "prohibición blanda", por considerar la presencia de "maltrato animal", que es como quitarle el aroma a las flores, o la pasión a los enamorados.
Puedo mencionar a mis enemigos naturales: ciertos sectores de aficionados "fifíes", o de aquellos que llegaron a escupirme. A la prensa y sus chismes, algunos políticos o generales que se incomodaron por gozar de la amistad de otros generales o políticos. Pero por encima de todo a José Gómez Ortega "Joselito" e Ignacio Sánchez Mejías, que, como el fracaso con "Barrenero" de Albaserrada, intentaron terminar conmigo.
Pero nada más perverso lo que la autoridad quiere imponer, sin escuchar más que el canto de las sirenas habido bajo la influencia del juego de intereses en el "qué me das, qué te doy", ignorando desde una ciudad como la de México qué y cómo se viven las cosas en el campo mismo, para lo cual es necesario entonces que se ensucien un poco los zapatos para que sepan qué ocurre desde el "cantido" del gallo hasta que las cigarras y los grillos cantan por las noches.
¿Ustedes creen que el señor ganadero, el ganadero señor, el que se precia en mandar lo mejor de sus potreros sólo está cruzado de brazos? Las tribulaciones, más que satisfacciones deben ser intensas y vivirlas y resolverlas sobre la marcha, no debe ser nada grato, pero está convencido y se entrega en cuerpo y alma, porque sabe, además, que aquello que cuida es su patrimonio, que es una unidad de producción agrícola y ganadera a la qué dedicar sus atenciones en otros asuntos de diversa naturaleza en medio de todos los sobresaltos creíbles o increíbles.
Por otro lado, y desde la política están invisibilizando la cultura, negando de un plumazo ignorante el significado del ritual de sacrificio y muerte del toro, figura mítica, venida de la noche de los tiempos y envuelta en múltiples cosmovisiones y cruce de culturas que ha sido el andar permanente de la humanidad, lo cual viene de milenios atrás con la domesticación de animales, plantas, especies marinas.
Luego, el hombre, entendido todavía como "homo sapiens" (el humano sabio, aunque discutible hoy día que haya alcanzado la altura de dicha definición), puso en práctica ciclos agrícolas mirando al cielo, al sol y a ello agregó más tarde significados rituales donde el derramamiento de sangre fue un elemento de ceremonia para la vida, pero también para la muerte. Nada casual ese significado que luego cobró dimensiones en que, si bien, se perciben como culminación en la plaza de toros; preparativos anticipados en el campo y la ciudad, la llevan a su epílogo consagratorio que glorifica el "ualá" árabe; el "alá" islámico" y se decanta en el "¡olé" más taurino, intenso y apasionante, como los muchos que he escuchado en mi vida, en la vida de ese Rodolfo Gaona atemporal que sigo siendo para servirles a ustedes, a Dios… y a don Porfirio.
Percibiendo así las cosas, mientras me como dos "gaoneras" maravillosas en la taquería "El Califa de León" les recomiendo, ante la confusión de ver a ese paciente como paciente terminal, sufriendo metástasis dentro y fuera, que no merece morir de la manera más vil y cobarde, como si fuese un asesino. O peor aún, como víctima colateral en tiroteos delincuenciales.
Analicen, estudien, reflexionen y pongan en la balanza lo que cada quien, dentro o fuera cometió para llevar a "los toros" a un síntoma que la medicina aún no considera: el estado "patético", y unos, más que otros junto a sus cómplices, y ahora de sus enemigos declarados la han sentenciado en sumaria e hipócrita decisión hoy, año 2025. Me niego a los lugares comunes, y como ya he pedido a la autoridad un "toro de regalo" que entiendo, lleva el nombre de "Azucarero", concédanme el deseo, como yo lo haré en seguida, para dejar convencida y admirada a la afición de lo que soy capaz… Ustedes también, háganlo para conmigo.
Por unos cuantos allá afuera, que se obstinan en derrumbar siglos de tradición y por otro sector de aficionados que siendo minoría la defienden, aunque sea con "polines", es necesario el renacimiento del toreo en México, bajo el poder de convocatoria de una mejor expresión: toros, toreros, ganaderos, empresarios, autoridad de la autoridad, y una claridad entre sus voceros que dejen indicio de que no quede duda de la grandeza, salvo que se cumpla la certera sentencia que escuché un día de boca de José Carlos Arévalo: "La Tauromaquia en España, es una industria. En México, un negocio".
Soy capaz de reaparecer con tal de darme el gusto de hacerlo si ustedes hacen algo por el resurgimiento de la fiesta de los toros en México, y así, emprender otra batalla de la que espero salgan triunfales, como yo con "Azucarero".
No olviden: La inteligencia y la profundidad no siempre van juntas y de que la política, tal cual lo dijo y afirmó Jesús Reyes Heroles: "En política siempre se elige entre inconvenientes". "En política lo importante es convencer, persuadir". "No creo en los que dicen no tener ambiciones". "Seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuoso en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo". "La urbanidad en las relaciones políticas es requisito para la convivencia política" o esta otra: "Es más fácil ser dogmático que negociador, ser intolerante que tolerante, es más fácil dividir que juntar".
Pero la política que hoy está de moda se vale de malos representante y peores consejeros (como el sevillano Gerónimo Sánchez, antitaurino declarado y que provee de “valiosa” información a sus pares) que han olvidado el célebre apotegma de Benito Juárez, otro indio como yo: "Entre los pueblos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".
Concedo el beneficio de la duda. Sin embargo, la tarea de mantener y argumentar un legado, un patrimonio intangible como lo es la Tauromaquia, merece la suma toda del esfuerzo. El reto, el compromiso así lo exigen. Y si no, pues… ¡Que viva la pepa" y a otra cosa.
Posiblemente sea un largo y doloroso receso pero no la muerte de algo que representa para México otro sello de identidad, aceptación, cruce de culturas, mestizaje. Universalidad en una palabra. Y me voy, porque me llevan… en hombros ahora que he cobrado una estocada honda, previos tres pinchazos. La faena al de San Diego de los Padres la firmé yo a mi modo. Así lo dijo la prensa, así lo resumió Heriberto Lanfranchi en "La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, T. I., p. 332): "Colosales verónicas y gaoneras, remató un quite con una soberbia larga cordobesa y en otro dio una chicuelina que gustó mucho. Tomó banderillas y clavó 4 pares sensacionales: dos al quiebro, uno de poder a poder y un superior cuarteo. No brindó e inició su faena, mientras la banda toca "Las Golondrinas" y una persona hacía tañer lúgubremente una campana, con un pase de la muerte, dos ayudados por alto, dos de pecho, un natural, uno de tirón, un ayudado por abajo y un cambio de mano. Luego siguió con su toreo por la cara, sus adornos y se hartó de dar pases hasta que decidió entrar a matar…"
Eso ocurrió la tarde del 12 de abril de 1925. ¿Hoy que ocurre, siendo 12 de abril, pero de 2025?
La moneda está en el aire… Mientras tanto, sigo al pendiente de mi nueva biografía, que la de Carlos Quiroz "Monosabio" ya pasó de moda.