El apoderado Eduardo Ramírez envió una carta a la jefa de gobierno capitalino para poner sobre la mesa las profundas consecuencias sociales y culturales de una posible prohibición, en tanto que pugna por un proceso legal y democrático en el que todas las voces puedan ser escuchadas, serie de puntos que se ponen a consideración.
Le misiva expone lo siguiente:
Me dirijo a usted con el respeto que merece, pero también con la firmeza que exige la defensa de principios democráticos que parecieran estar siendo ignorados en su reciente decisión de prohibir la forma correcta de desarrollar los festejos taurinos y, aún más grave, de dictar cómo debe llevarse a cabo esta actividad.
Usted debe saber que la destrucción o modificación de cualquier rasgo cultural puede tener consecuencias profundas y duraderas, pues atenta contra la identidad y la memoria colectiva de una comunidad. Los elementos culturales, como las tradiciones, el arte o las prácticas sociales, son el reflejo de la historia, valores y experiencias de un pueblo.
Alterarlos no solo borra la riqueza del patrimonio, sino que debilita el sentido de pertenencia y cohesión social. Cuando se pierde o se distorsiona un rasgo cultural, se destruye un vínculo esencial entre generaciones, erosionando la diversidad que enriquece a las sociedades. Además, esta destrucción puede fomentar el olvido de las lecciones del pasado, impidiendo que las futuras generaciones aprendan de su propia historia y perpetuando la homogeneización y el empobrecimiento cultural.
Usted, que en otro tiempo fue objeto del desaire y el desdén de la clase gobernante, en los que el PRI gobernaba, sabe bien lo que significa que una mayoría imponga su voluntad sin atender a la razón, ni al derecho que tienen las minorías. El poder de las mayorías es circunstancial, y eso tiene su propio peso, pero ello no significa que siempre tengan la razón. La historia nos ha demostrado que muchas veces son las minorías las que enarbolan las causas más justas y democráticas, aquellas que, con el tiempo, han terminado reivindicándose como las verdaderas defensoras de la democracia y la pluralidad.
Con extraordinario respeto le digo que el ejercicio de audiencia, no es un mero trámite; es un pilar fundamental de cualquier gobierno que se considere democrático. No puede ser reemplazado por la imposición, mucho menos por la presión de intereses políticos coyunturales. Por ello, le insto a abrir un proceso legal y democrático en el que todas las voces sean escuchadas, sin sesgos ni exclusiones.
De lo contrario, se estarían enviando mensajes contrarios al espíritu democrático que debe prevalecer en lo que se considera el centro del país, el cual, sin duda alguna, constituye un espacio fundamental, similar al corazón de un cuerpo: pulsando con vida, pero también cargando la responsabilidad de distribuir la energía y el ritmo a todo el organismo.
Concluyo lamentando que un partido rémora, como el mal llamado Verde Ecologista de México, dicte la agenda del gobierno que usted encabeza, y convierta decisiones fundamentales en moneda de cambio para su propio beneficio. Usted tiene la oportunidad de demostrar que su compromiso con los principios democráticos sigue intacto y no permita que oportunismos políticos definan el rumbo de su administración.