Ernesto Javier "Calita" se recupera de una gripe, cuyos primeros síntomas tuvo el sábado por la tarde y, tras haber pasado el día de ayer en reposo, meditando lo acontecido el domingo pasado en la Plaza México, se abre de capa para comentar sus sensaciones con "Hecichero", el toro de
Las Huertas que el público se empeñó en indultar.
Dicen que el miedo se manifiesta de distintas formas, y una de ella es que, aunado a la presión, suele bajarte las defensas... Calita escucha la frase y ríe con complicidad, pero ¿qué torero no siente miedo, y más todavía ante un compromiso como el de la Plaza México, donde se ponen en juego tantas cosas?
"Llegué a la plaza con toda la ilusión del mundo para dar un golpe de atención, y al final creo que lo he conseguido, no tanto como hubiese querido, pero ahí está lo ocurrido y que cada quien opine, que para eso es la polémica que le da vida a la Fiesta, sobre todo después de ver una corrida como la de Las Huertas, que tuvo mucha importancia y para la que el público, desde días antes, ya se había puesto a favor cuando vio las fotos del encierro y el trapío que tenían los toros".
"Hechicero" no fue un toro fácil, como nunca lo ha sido enfrentar la bravura, y Ernesto lo sabe. Por ello, su preparación física y mental fue la clave para no venirse abajo a lo largo de una lidia que representó un combate que puso a prueba su capacidad de resistencia; su condición física, y el reto para intentar someter aquel vendaval de bravura seca y dura, la de un toro exigente que no regaló una sola embestida y al que quizá, para ser más completo, hizo falta humillar con profundidad en más ocasiones. Pero fue bravo, sin duda, y eso también aporta grandeza y valor a la Fiesta.
"Habría que observar el hecho de que siempre busqué hacer lucir al toro, porque el valiente puyazo que le dio César Morales no representó gran cosa para lo que la bravura del toro requería. Quizá hubiera sido bonito ponerlo otra vez al caballo de largo, pero preferí cambiarlo y dejarlo crudo para que se moviera, ¡y vaya si se movió! En este sentido, cabe mencionar que Rodrigo Barroso cría muy bien a sus toros, los alimenta de forma equilibrada, los ejercita en su corredero, y ninguno hizo amago alguno de flojear en ningún momento de la lidia, y eso habla muy bien de su trabajo como ganadero.
"Muchas veces, el público no está acostumbrado a ver un toro embestir con tal boyantía, y no observa su estilo sino únicamente su movilidad. Por más que procuré someterlo, a ver si sacaba su fondo de nobleza, eso sólo lo conseguí en algunos pasajes de la faena a la que le faltó sentimiento de mi parte, eso es verdad, pero no le sobró emoción. Y hay que entender que a un toro tan encastado, no se le pueden hacer florituras, de ahí la relevancia de haber estado a la altura de las circunstancias que, para mí, siempre estuvieron cuesta arriba".
Con el público entregado a la demostración de raza y poder de "Hechicero", al que le faltó clase, ciertamente, a Calita no le quedó más remedio que acceder a llevar hasta el final la faena para evidenciar lo que quería el público: que el toro de Las Huertas fuera indultado, tal y como así sucedió...
"Cuando vi que el juez de plaza me ordenó que lo matara, pensé, evidentemente, en la necesidad de cortarle las orejas, pero entonces vi que mucha gente me miraba con recelo, que pedía el indultó con insistencia, y en ese momento pensé que si le entraba a matar bien, o inclusive lo pinchaba, que todo podía ocurrir, la gente me iba a caer encima. Así que no hice sino lo que había hecho durante toda la lidia: seguir toreando a favor el toro y que él siguiera mostrando su capacidad de embestir hasta que el juez hizo lo que el público pedía. Y aquí, nunca hay que dejar de pensar que el público es el que manda, así de fácil".
Ser líder del escalafón durante varios años consecutivos no es algo que le esté jugando en contra a Ernesto, pues no hay que olvidar que durante muchos años las pasó canutas; estuvo vetado del coso de Insurgentes por la anterior empresa, y tuvo que forjarse en la soledad del campo, ser paciente y rumiar las injusticias para reinventarse desde los pueblos, esos donde su padre se afanaba en dar toros para ponerlo y que no se quedara parado. Ahora sabe que esta experiencia en la Plaza México le servirá para continuar adelante con mayor esfuerzo.
"La enseñanza más importante es que, sí la gente me exige como lo hizo el domingo pasado, es porque espera cosas buenas de mí, y creo que eso debe motivarme a sacar mi mejor versión, tratar de estar siempre entregado y hacer las cosas con sinceridad. Ahora toca seguir adelante y ver el lado positivo de este encuentro con La México y ese toro, que le puso el toque de interés a una corrida que, en su conjunto, también aporta distintos elementos para la reflexión. Enhorabuena a Rodrigo Barroso, y que para él esta tarde sea un punto de inflexión que lo motive a seguir por ese camino".