Habría que comenzar contando que al publico asistente le gustó el pelaje, el tipo y la estampa de los toros tlaxcaltecas de Tenexac. Tanto así que aplaudieron de salida los tres primeros –en el arrastre, segundo y tercero–. Pero ,conforme transcurrió la corrida, el gozo había comenzado a irse al pozo profundo de la decepción. Tan es así que al cuarto hasta lo abuchearon en el arrastre.
¿Qué fueron nobles? Sí, ciertamente, y también obedientes. ¿Prontos? Sí. ¿Entonces? Pues que no daban un par de pasos para tristemente rodar por la arena, llevándose al infierno las ilusiones de público y toreros por su flojedad de remos.
Excuso decir el buen trasteo del gaditano David Galván, quien fue una grata sorpresa en el ruedo tapatío. Su faena al tercero de la tarde, que era de premio, lo malogró con la espada. Había iniciado muy bien con la capote. Sólo un picotazo en los caballos, y con la muleta comenzó con toreo por abajo, andando, y con buen gusto. Vino luego una serie por la derecha, bellamente rematada con un cambio de mano por delante que mucho se le jaleó.
Tuvieron temple y mucho aguante los naturales. Con el bonito cárdeno ya sin fuerza casi, con base en el temple y el aguante, Galván cuajó el broche a su buen trasteo. Mató de pinchazo y estocada entera para saludar en el tercio una fuerte ovación. Gustó el torero gaditano en la perla tapatía. Ojalá que vuelva, pues se le verá con sumo agrado.
Para el triunfador de la tarde, Óscar Rodríguez "El Sevillano" la corrida fue de purgatorio con su primero, de infierno con su segundo y celestial con el de regalo: un ejemplar de Tequisquiapan que honró los colores de la prestigiada divisa queretana.
Se jugó el todo por el todo –desconozco si también el sueldo– al obsequiar un séptimo toro. Tan fue así, que luego de un pinchazo se echó encima del toro, a matar o morir. Del embroque -al dejar una estocada entera- salió prendido por el muslo derecho, cayó en la arena y fue de nuevo cogido de manera dramática. Pero el toro rodó muerto por la arena con el torero aún prendido al pitón, así que la plaza entera se puso de pie expresando el grito consagratorio de "¡torero, torero!", mientras llevaban a Óscar a la enfermería.
La faena con "Tapatío" fue de mucho a mucho más. Lanceó de salida muy quieto por verónicas a pies juntos con remate de media. Llevó el toro al caballo por tapatías muy festejadas para dejarlo a distancia y que se luciera el joven piquero, Guillermo Cobos.
Cubrió el segundo tercio: de poder a poder, al sesgo y al violín, todos bien toreados por el pitón izquierdo. El de Tequisquiapan ya había cantado sus bondades y Óscar, cosa nada fácil estuvo a la altura de un astado con muchas virtudes. Lo único que le dio complejidad al trasteo fue un calamocheo incómodo del toro, después de que inició la faena el espada cogido de las tablas. El torero tapatío lo aguantó para llevarlo toreado en series bien rematadas por ambos lados.
Se descalzó para entrar a matar, y como lo apunté arriba salió herido. Al concluir su muy celebrada vuelta al ruedo pasó a la enfermería y luego al Hospital, Country 2000 para ser intervenido.
Para Pepe Murillo, hoy de plano, no fue su tarde. Con el que le correspondió del hierro titular logró momentos que celebró el tendido, pero –obvio– fuera de sitio, le faltó confianza. Con el segundo de su lote, del hierro de Magdalena González, no se entendió de plano. Y con el de regalo, de La Playa, francamente Murillo se perdió.
La siguiente será una interesante corrida de rejones, con la despedida de Pablo Hermoso de Mendoza como atractivo principal de un cartel que comparte con su hijo Guillermo y Fauro Aloi, para lidiar un encierro de Peñalba. La cita es el domingo 9 de marzo a las 16:30 horas.