Comienza el 2025, un año lleno de esperanza y retos para la tauromaquia mexicana y, desde mi punto de vista, este período será crucial en cuatro dimensiones esenciales que abordaremos a lo largo de este artículo. Primero, la defensa de la tauromaquia. Segundo, la capacidad de los empresarios a atraer público y llenar las plazas. Tercero, la posibilidad de que alguno de las jóvenes promesas finalmente dé el campanazo y se coloque como figura. Cuarto, el recuerdo de las efemérides de hace un siglo.
En el lado de la defensa de las corridas de toros, el año será clave. Aprobadas las reformas constitucionales relacionadas con el maltrato animal, los taurinos tendremos que ser capaces de negociar leyes secundarias favorables para la tauromaquia. De lo contrario, las modificaciones constitucionales podrían tener consecuencias devastadoras para el futuro de los toros en México. En este espacio ya hemos realizado sugerencias sobre cómo se deberían realizar las negociaciones y los pasos a seguir. Es imperativo que el gremio taurino priorice el bien de la fiesta brava y su futuro por encima de intereses personales y egos.
Desde el punto de vista empresarial, el año se presenta con grandes retos que, con un poco de astucia y profesionalismo, pueden convertirse en oportunidades. Sin conocer los estados financieros de las principales empresas, puedo imaginar que los resultados del 2024 fueron positivos.
Cabe destacar la reapertura de la Plaza México, que provocó grandes llenos con lo que se demostró que hay afición e interés por asistir al espectáculo taurino. Pero para mantener ese nivel de entradas, un año después y en las demás plazas, será necesario desplegar mayor creatividad y estrategias de marketing efectivas para atraer a un público más diverso, numeroso, comprometido y que incluya jóvenes. Esperemos que sepan estar a la altura de lo que se requiere.
Hay un grupo de toreros jóvenes mexicanos que ilusionan a los aficionados. En Al Toro México los han llamado la "Cosecha del 22", porque fue en el 2022, saliendo de la pandemia del Covid-19, que la mayoría de ellos tomaron la alternativa. Si alguno aspira a convertirse en figura del toreo, 2025 debe ser el año de su consagración. Tendrán que ser capaces de aprovechar las pocas oportunidades que tengan para colocarse en la cima del escalafón. Confiamos en que puedan viajar a España, abrirse paso en un ambiente competitivo y regresar a México como toreros consagrados.
Por último, me llena de entusiasmo celebrar el centenario de dos acontecimientos que marcaron un parteaguas en la historia del toreo: la despedida de Rodolfo Gaona, el 12 de abril de 1925, y el nacimiento del toreo moderno con las memorables faenas de Manuel Jiménez "Chicuelo" a los toros de San Mateo "Lapicero" (1 de febrero de 1925) y "Dentista" (25 de octubre de 1925).
Estas efemérides no solo nos invitan a honrar nuestro pasado, sino también a prepararnos para una celebración aún más trascendental: los quinientos años de los toros en México, que se conmemorarán en 2026. Como bien señaló el taurino regiomontano José Antonio Quiroga, este hito será una oportunidad histórica para reflexionar sobre el legado de nuestra Fiesta y proyectar su futuro con esperanza y compromiso.
La tauromaquia, como la vida misma, enfrenta sus mayores retos en el filo de lo efímero y lo trascendente. No se trata solo de sobrevivir, sino de reafirmar su significado en un mundo que parece olvidar aquello que no encaja en las modas de lo inmediato. En su esencia, el toreo nos recuerda que hay valores que trascienden las coyunturas: el arte como afirmación de lo humano, el valor frente al destino y la búsqueda de la belleza en medio del peligro.
Al mirar hacia 2025, la fiesta brava debe encontrar la fuerza para evolucionar sin perder su raíz, adaptándose a los tiempos, pero conservando la esencia que la hace única. No basta con defenderla; hay que darle un propósito que la haga resonar en el alma de quienes aún no la conocen. Como bien decía Ortega y Gasset, "la claridad no está al comienzo, sino al final". Que este 2025 sea el año en que redescubramos, con claridad y valentía, la esencia de la tauromaquia y su lugar en el siglo XXI.
¡Que en el ruedo, como en la vida, sigamos toreando con esperanza, pasión y verdad! Que la Fiesta Brava encuentre su destino y que Dios reparta suerte.