En este evento, al que asistieron de manera gratuita familiares y amigos, así como aficionados en general, se lidiaron un ejemplar de La Joya, otro más de San Judas Tadeo, además de dos novillos de la divisa de Montecristo, con los que los participantes pudieron disfrutar el toreo.

Por delante salió Grisel Marco, que desde hace varios años es una de las pocas aficionadas prácticas que torean en público. Destacó su toreo a la verónica y más tarde hizo una entonada faena, en la que destacaron los muletazos con la mano derecha, y su labor fue premiada con una oreja simbólica, tras la lidia a la portuguesa.

Posteriormente, toreo su padre, Luis Marco, que sigue demostrando su desmedida afición, y consiguió momentos de temple y verticalidad, tan propios de su estilo, que le fueron jaleados por la concurrencia que todo el tiempo lo estuvo alentando.

Por su parte, López Simón enfrentó los dos ejemplares de Montecristo a los que toreó con su característica calidad, en faenas de corte distinto, lo que le valió al madrileño el reconocimiento del público que, más tarde, disfrutó de una comida y la grata convivencia con toda la familia Sirvent y las finas atenciones de doña Lucero Domínguez.