No me referiré a los desolados tendidos de la Plaza México en la reciente temporada de novilladas (ya es mucho que hayan regresado los festejos chicos a la Monumental), sino a la película documental con ese título, recientemente galardonada con la Concha de Oro en el festival cinematográfico de San Sebastián.
Su autor, Albert Serra, posee las credenciales que los críticos dispensan a los cineastas particularmente talentosos, y además de catalán de cepa es taurófilo de pro. Tardes de Soledad, una aproximación casi en close up al hecho taurino, lo demuestra. Con una virtud que la crítica está ponderando con unanimidad: tan puro es ese acercamiento –protagonistas Andrés Roca Rey, su cuadrilla y el toro(s)– que los que gustan del toreo lo sienten suyo… y los antis, tras ver este filme, sienten reforzada su tenaz oposición. Lo cual, de entrada, habla de una obra fuera de lo ordinario.
Llamativamente, nadie descarta ésta ni por su valor estético ni por su factura –elogiada por todos en grado superlativo–, aunque al repasar las críticas se reconoce a leguas al que sabe de qué va el toreo y quien no pasa de considerarlo un exotismo anacrónico y brutal. Que algunos de sus censores más feroces y sañudos sean españoles tampoco es novedad.
Algunos ejemplos
Pero lo más interesante radica en cómo perciben la tauromaquia, a través de Tardes de Soledad, críticos de países no taurinos. Las conclusiones pueden ser para nosotros sumamente ilustrativas sobre la profundidad de la corrida y la fascinación –unida a la repulsa que puede llegar a provocar. Veamos:
"Más allá de los debates y discusiones más que válidas sobre las corridas de toros, hay una extraña mezcla de belleza, gracia y violencia en la faena, una combinación de factores que remiten a otros tiempos, a otros modos de pensar." (Diego Lerer. micropsiacine.com. Buenos Aires)…" Aprendimos más sobre este mito y su glamur (…) la película de Serra es mucho más que sangre y arena, hay también sudor, terror, valor y agonía." (Jonathan Romney, The Guardian. Londres)… "El extraordinario documental de Serra sobre la grandeza y la violencia indignante de las corridas (…) comienza sin tomar al toro por los cuernos, sino mirándolo a los ojos (…) con un primer plano de un magnífico ejemplar bovino que mira directamente a la cámara (…) Aunque el foco de la película se desplaza hacia el vencedor humano del toro, el torero peruano estrella Andrés Roca Rey, es esa mirada condenada la que nos persigue." (Guy Lodge, variety.com. Reino Unido) "Serra crea una experiencia inmersiva que nos acerca de manera efectiva al enfrentamiento entre el hombre y la bestia (…) Hay un brillo casi loco en los ojos de Roca Rey durante el tramo culminante de la corrida de toros, y nunca disminuye su intensidad (…) incluso cuando lo cornean, y, en el caso más espeluznante, es inmovilizado contra la barrera por un enorme par de cuernos. Pero el torero nunca pierde los nervios y regresa por más cuando otros probablemente estarían buscando atención médica." (David Rooney. The Hollywood Reporter)…
En otras reseñas: "Es precisamente esa relación entre la tauromaquia y la muerte –un tema que ya desarrollaron antes los grabados de Goya y la poesía de García Lorca, antecedentes que no le quedan grandes al film– lo que Serra explora de la manera más desnuda y descarnada, despojando a la película de todo rasgo de exotismo o color folklórico para quedarse únicamente con lo esencial, con ese momento de la verdad en que el hombre y el animal se miran a los ojos antes de la muerte, que será seguramente la del toro, pero también puede ser la del torero, que se entrega a ese atávico ritual que tiene tanto de riesgo como de un raro exhibicionismo coreográfico." (Luciano Monteagudo. pp. 12. Buenos Aires).
Si eludimos los evidentes rasgos de desconocimiento del fondo de la cuestión taurina, lógicos en culturas donde las corridas llegan a ser prejuiciosamente vistas como una reedición del circo romano, no hay duda que la obra de Albert Serra confronta a cuantos la vean con las realidades de la tauromaquia, reveladoras para muchos, incómodas para los más, entre los cuales no sería raro estuviera cualquiera de nosotros.
Confesiones del autor
Aunque Albert Serra declara que no le interesan "las causas ni la ideología, sólo el cine", la insistencia del entrevistador lo obligará a pronunciarse sobre su relación con la tauromaquia: "Soy aficionado a los toros. El libro de Chaves Nogales sobre Belmonte me gusta mucho, y otros autores no españoles, como Michel Leiris o Georges Bataille, también escribieron obras muy interesantes sobre la tauromaquia (…) Sobre esas protestas que pedían la retirada del filme, pienso que es infantil y ridículo (…) La película es una obra cerrada en sí misma y tiene su razón de ser desde el punto de vista estético (…) La tauromaquia siempre ha tenido trascendencia. Es indiscutible. Aunque la visión de la gente cambia con las épocas. Es lógico (…) ¿Las corridas?... Preferiría que pudieran seguirse celebrando, porque convocan un tipo de sensaciones, de preguntas, que a mí me parecen necesarias". (El País. 29 de septiembre de 2024. Nota firmada por Gregorio Belinchón).
Algo que conmociono sobremanera a los críticos fue la exposición detallada de la muerte del toro, expresiones como "obsceno", "brutal", "carnicería" aluden esa sensación de asco. Serra les contesta sin remilgos: "Mostrar este equilibrio era necesario. A mí, esa muerte, que provoca mucha controversia, me parece hasta poética. Mira, el toro no sabe que se va a morir, no sabe lo que es la muerte y no sabe que se está muriendo. Enseñamos que la vida se le está escapando, sin ninguna perversidad". Y remata: "La tauromaquia no es un entretenimiento, es un valor positivo y lo mejor es que siga existiendo." (íbid).
En otras declaraciones, Serra ha dicho, por ejemplo, que "¿Por qué los toros? ¿Por qué mejor no prohíben la guerra?"; y también: "Si de veras quieren abolir el maltrato animal que expidan una ley que nos obligue a convertirnos todos en veganos".
Claro que no podía faltar el que leyó el revés de la trama de "Tardes de Soledad con clarividencia de taumaturgo: "Puede que lo que ahí hay (…) sea uno de los retratos antitaurinos más potentes posibles (…) incluso sin que él (Serra) sea consciente." (Javier Zurro. eldiario.es). Como decía, para odiadores en serio, los españoles.
¿La veremos algún día?
Ahora que con la espantada de Onetoro nos hemos quedado sin toros por televisión, sería bueno que el medio taurino hiciera un esfuerzo real por poner a nuestro alcance esta obra de arte, así considerada por cuantos la han visto empezando por los jurados que le otorgaron la Concha de Oro en San Sebastián, allí donde estuvo el viejo y desaparecido Chofre, la plaza española favorita de Rodolfo Gaona.