"....Expresiones artísticas celebran el cruce constante de culturas...
El 12 de octubre se celebra el "Día de la Hispanidad", también conocido como "Día de la Raza". Una fecha que nos permite reflexionar sobre las costumbres y la espiritualidad de la región, y promover una visión inclusiva y expansiva de la cultura Hispanoamericana.
La Hispanidad y el doce de octubre también han sido utilizados para tergiversar la realidad, para imponer ideologías o como cortina de humo para distraer a la sociedad de los problemas reales. Por ejemplo, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, decretó el 12 de octubre como "Día de la Resistencia Indígena y la Descolonización de América" destacando que no hubo descubrimiento ni encuentro, y que no es día de la raza, sino la conmemoración de la resistencia de los pueblos indígenas. Otros mandatarios exigen al Rey de España que ofrezca disculpas a los pueblos originarios por los abusos perpetuados durante la conquista.
Festejar la Hispanidad es resaltar el mestizaje étnico y cultural como uno de los aspectos más importantes de la identidad hispanoamericana. Es también diferenciar lo que sucedió en nuestros países de las colonizaciones anglosajonas que, en algunos casos, provocaron el exterminio de los pueblos nativos. A diferencia de estas colonias, la llegada de castellanos y extremeños dio lugar a una integración cultural profunda, un proceso dinámico que sigue vigente hoy en día y que ha enriquecido tanto a las comunidades locales como a las tradiciones compartidas.
Este mestizaje no solo se refleja en la estética y la gastronomía, sino que también abarca dimensiones espirituales y artísticas, como se demuestra en expresiones únicas como las tauromaquias en Yucatán, Huamantla y la serranía del Perú. Estas formas, aunque inspiradas en tradiciones peninsulares, evolucionaron de manera autónoma, reflejando las particularidades locales en un constante diálogo cultural entre Europa y América.
Esto demuestra una integración y una resistencia a la homogeneización cultural. Ya lo decía Carlos Fuentes en el Espejo Enterrado: "Somos indígenas, negros, europeos, pero sobre todo, mestizos. Somos griegos e iberos, romanos y judíos, árabes, cristianos y gitanos. Es decir: España y el Nuevo Mundo son centros donde múltiples culturas se encuentran, centros de incorporación y no de exclusión". Para Carlos Fuentes, cuando excluimos nos empobrecemos; en cambio, cuando incluimos nos enriquecemos y nos encontramos a nosotros mismos.
Sigue siendo relevante preguntarse cómo nuestra identidad cultural puede contrarrestar las influencias externas que buscan imponerse sobre nuestra diversidad. El mestizaje no solo ha generado formas artísticas únicas, sino también una resistencia ideológica que ha sido defendida por generaciones de pensadores.
Los intelectuales que conformaron el Ateneo de la Juventud a principios del siglo pasado en México, profundizaron en la visión de Hispanoamérica como una región que debería ser revalorizada en sus orígenes culturales y espirituales, en contraposición al positivismo, al materialismo y maquinismo de los Estados Unidos. A estas ideologías, hoy podríamos agregar el antiespecismo, también de origen anglosajón.
Pedro Enrique Ureña criticaba las razas puras y subrayaba que la cultura hispanoamericana estaba definida por la lengua y la cultura compartida. José Vasconcelos, por su parte, destacaba que Hispanoamérica podía avanzar al integrar los mejores elementos de diferentes razas y culturas, en contraposición al racismo y segregacionismo sajón.
Estas ideas siguen vigentes. Debemos resaltar que el mestizaje hispano ha fomentado la integración frente a la polarización. Hispanoamérica es el producto de la fusión de múltiples civilizaciones que, pese a la manipulación de los políticos, hemos ido desarrollando una identidad propia y rica.
Nuestra identidad, reflejada en la espiritualidad, en la gastronomía y en distintas expresiones artísticas, como la taurina, es una forma de resistir frente a la homogeneización cultural que pretenden ideologías extranjeras.
Hoy me desperté a las cuatro de la mañana (doce del día hora de la península ibérica) para ver la novillada sin picadores que marcaba en final del certamen Camino a Las Ventas. Tres chavalillos hispanoamericanos, uno tlaxcalteca (Juan Pablo Ibarra), otro tapatío (López-Ortega) y uno más venezolano (Rafael de la Cueva) estaban anunciados para torear en Madrid novillos españoles de Lorenzo Rodríguez Espioja. Por desventura, la lluvia impidió que se realizara el festejo. Pero el hecho de que, igual que hace quinientos años, siga habiendo este tipo de intercambios artísticos, demuestra que la cultura mestiza esta más viva que nunca.
Asimismo, recomiendo ir a ver la película "Hispanoamérica, canto de vida y esperanza" del director José Luis López-Linares que acaba de estrenarse en México en los cines comerciales. A lo largo de la proyección distintos historiadores van explicando como los enemigos de Hispanoamérica han intentado destruir una identidad compartida para, desde una visión anglosajona, dominar y someternos. Es también una película sobre arte y belleza que por medio de arquitectura, pintura, escultura, bailes y música muestra como se ha ido enriqueciendo, de ida y vuelta, el mundo hispano europeo y americano.
Hoy, más que nunca, la riqueza de nuestra identidad hispanoamericana radica en la integración, la creatividad y la resistencia frente a la homogenización cultural. Desde la espiritualidad y la gastronomía hasta la tauromaquia, nuestras expresiones artísticas celebran el cruce constante de culturas. Esta historia compartida nos permite afirmar con orgullo: ¡Viva España! ¡Viva México! ¡Viva Hispanoamérica! ¡Viva la Virgen de Zapopan! Sintámonos orgullosos de lo que somos: mestizos, católicos, inclusivos y amantes de la belleza y la tauromaquia.