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El toreo, arte católico

Sábado, 10 Ago 2024    Guadalajara, Jal.    Antonio Casanueva | Foto: Pintura RL   
"...Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura...
El pasado miércoles 7 de agosto, dos activistas de PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales) interrumpieron un servicio de oración en la Basílica de San Pablo para protestar contra las corridas de toros. Quienes reclamaban llevaban camisetas con leyendas en italiano donde se leía "Dejen de bendecir las corridas". Estas acciones son parte de una campaña en la que han invertido millones de euros colocando espectaculares y anuncios publicitarios en ciudades europeas con el lema "La tauromaquia es un pecado. Pídele a tu sacerdote que la condene".

Esto me recordó el libro de Pepe Alameda "El toreo, arte católico". La publicación es el texto íntegro de una conferencia que impartió el maestro Alameda ante la Comisión de Acción Cultural del Casino Español de México el 23 de marzo de 1953.  

Inicia diciendo: "Hay gente que se atienen a una idea vaga de que las corridas de toros son opuestas a las creencias religiosas y muy especialmente a las creencias católicas. Son las gentes que creen que la fiesta de los toros es inhumana, cuando si lo pensaran bien verían que es todo lo contrario: humana, demasiado humana. No hay más humano que la lucha entre vida y muerte. Y eso es precisamente lo que caracteriza, como sacrificio real y como sacrificio mítico, a las corridas de toros".

Continúa Alameda, anticipando lo que, setenta años después, protestaría una organización anglosajona en ciudades no taurinas "Para condenarlas en nombre de un principio religioso, tendría que hacerse desde una religión metafísica y deshumanizada. Pero un catolicismo deshumanizado y metafísico, ya no sería catolicismo. 

El catolicismo es realista, activo, operante y, aunque otra cosa se diga, muy de este mundo, ya que sólo actuando poderosamente en este mundo, se puede salvar al hombre para el otro, para el mundo eterno. Por eso, la Iglesia católica es no solamente activa, sino combativa. Y lo es por ministerio de la palabra de Cristo, que anunció: ‘Yo no he venido a meter paz, sino espada".

De manera más reciente, Javier García Gibert escribió un ensayo "A la luz del toreo. Tradición hispánica y humanística en la tauromaquia" (Biblioteca Nueva, 2018) en donde explica que la reivindicación de este arte debe realizarse desde una visión humanista y ética, basada en una concepción antropológica del ser humano, en la dignidad y el libre albedrío. García Gibert revela que el libre albedrío hace que el ser humano sea capaz de sobreponerse a su instinto, de desarrollar virtudes y de superarse. Los animales, al no tener libre albedrío, no pueden valorarse con criterio éticos.

El propio Papa Francisco escribió la carta encíclica Laudatos Si, en donde explica que el auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana. El Papa invita a la humanidad a colaborar en la construcción de nuestra casa común. Además, hace una mención que parece dirigida a la defensa de tradiciones como la taurina:

"Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. De manera más directa, reclama prestar atención a las culturas locales a la hora de analizar cuestiones relacionadas con el medio ambiente, poniendo en diálogo el lenguaje científico-técnico con el lenguaje popular". 

El Santo Padre Francisco invita a proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza. El cuidado de un ecosistema supone una mirada que va más allá de lo inmediato. 

La tauromaquia respeta la naturaleza del toro. Las dehesas de toros de lidia son una de las últimas formas de ganadería extensiva. Cada animal dispone de una extensión amplia de terreno. Gracias al toro bravo estos espacios son auténticas reservas ecológicas de incomparable riqueza de flora y fauna. La defensa de los toros es, también, una protección a la biodiversidad y una salvaguarda del respeto a la naturaleza de los animales.

Imagino que más de uno se confundirá con la propaganda millonaria de PETA. Pero es precisamente desde el humanismo cristiano, la ética y la ecología desde donde debemos defender la fiesta de los toros.


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