Eran los años 60 y soñaban como toreros, emulando la fotografía que el maestro Zárate, connotado hombre de la fotografía, podía plasmar, del barrio de Tequis y de San Sebastián corrían presurosos al rastro de Constitución de aquel San Luis cuyas actividades infantiles populares de diversión, descansaban en el cine Azteca, las piletas públicas, jugar beisbol en solares o algunos... ir a los toros.
La avenida Universidad en el mes de agosto era un hervidero de automóviles que venían de todo México, a ver las monumentales ferias que el licenciado Joaquín Guerra González, el más grande empresario potosino organizaba con nombres como Capetillo, Rangel y Huerta, Garfias, Reyes Huerta y Valparaíso...
Y también un hervidero de niños que jugaban, soñaban y buscaban la colada a los toros...
La afición potosina glorificó sus sueños, aún más cuando llenaba el coso de El Paseo en vacadas los jueves por la noche. Ricos y pobres, empresarios y ferrocarrileros, adultos y niños, de San Miguelito o San Sebas, Tequis o Carranza, todos iban a los toros. Todos iban a ver a los novilleros jugársela con vacas y novillones en los "Jueves Taurinos".
El arraigo popular que San Luis tenía para los toreros rebasaba nombres de figuras de oro como Fermín Rivera, Gregorio García o Jorge Reyna "Piti". El elenco de toreros potosinos elevados al grado de héroes, de fama y popularidad tenía nombres de plata como los maestros Chute, Coca o Pascual Meléndez...
O novilleros como esos tres niños que recorrieron sus barrios para tomar un camión en el jardín Escontria e ir a los novenarios hasta Coalcomán, Michoacán y dejar su trajecito de luces empeñado en aquel pueblo para poder regresar a San Luis y recogerlo el otro año (Manolo y Pajarito).
"Jugar al toro" con un faldón de su hermana mayor (El Tuco) o atravesar la Alameda desde San Sebastián hasta la "casa redonda" de ferrocarriles para llevarle el lonche al hombre que, cosido a cornadas, le enseñó a torear en el patio de su casa (Manolo).
Ese elenco de fama torera abarrotaba cafés y los portales de palacio municipal. Provocaba el saludo de taurinos y no taurinos, del San Luis de aquellos ayeres.
Ayeres que en futuro desembocaron en uno de los llenos más impresionantes e históricos del coso potosino con Manolo Martínez y Eloy Cavazos para alternativar al primero de ellos, después contador público (José Torres "Pajarito"); el segundo, tomar la alternativa de manos de Rafaelillo después de alternativarse como ingeniero geólogo (José Esqueda "El Tuco") o destacar activamente en vida política universitaria estudiantil para arropar al tercero como Licenciado en Administración, nuestro inolvidable Manolo Herrera.
Nombres que siguen sonando a sabor de barrio potosino, juegos de beisbol, colarse para ver a Capetillo o a El Cordobés ir al antiguo rastro a torear bravos que llegaban todos los días, disfrutar los "Jueves Taurinos", pueblear como niños toreros, tomar café en La Posada del Virrey o esperar platicar en los portales de palacio...
Era otra época, era otro San Luis, era otra fiesta... ¿Y ellos? Ellos son los mismos en su época, en su mismo San Luis, en su misma fiesta...
Matadores de toros José Torres "Pajarito", José Esqueda "Tuco" y el gran Manolo Herrera; de Tequis y San Sebastián; de niños a adultos... de soñadores a toreros. Y como bien remataba Manolo sus columnas periodísticas: "Fueron, son y seguirán siendo toreros". Tú también Manolo, ¡siempre lo serás!. ¡Descansa Manueé!