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El apoteósico triunfo de Garza en Madrid

Lunes, 15 Jul 2024    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | La Jornada de Oriente   
La Ventas se rindió ante su toreo la tarde del 15 de julio de 1945
Siete días antes, en su retorno a Las Ventas tras de nueve años de ausencia, Lorenzo Garza había medido armas con Domingo Ortega y Pepe Luis Vázquez, dos de las mayores figuras españolas de esa y de cualquier época; como las únicas vueltas al ruedo solicitadas por el público madrileño las dio esa tarde Lorenzo y la impresión que dejó fue muy favorable, la empresa decidió repetirlo el domingo siguiente, 15 de julio de 1945. 

Estaba prevista para ese día la presentación de la rejoneadora peruana Conchita Cintrón y el anuncio de que el regiomontano sería cabeza de cartel reforzó el interés del público por una terna que incluía como matadores a Manuel Álvarez "Andaluz" Manolo Escudero y toros salmantinos de Alipio Pérez Tabernero Sanchón, más un novillo de Guardiola –no de Ruiseñada– destinado a la rubia amazona que Marcial Lalanda apoderaba. 

Garza no era ningún desconocido en Madrid. Cualquier aficionado de solera podía citar de memoria los avatares de su célebre rivalidad novilleril con El Soldado, otro mexicano de pro antes de que la contienda civil lo trastornara todo; o el rabo que, ya matador, le cortó Lorenzo en Las Ventas a un toro de Sotomayor el año previo al boicot contra los mexicanos (29–09–35).  Como el toreo evoluciona con rapidez y la cauda de sucesos taurinos y extrataurinos ocurridos desde entonces obligaba a renovar prestigios añejos o quedar condenado a la caducidad, el éxito del Ave de las Tempestades la tarde del reencuentro provocó un lleno cuando, entre música y aplausos, partieron plaza las cuadrillas.

Gran tarde de Lorenzo

La señorita Cintrón, ampliamente conocida y celebrada en México desde finales de los años 30, correspondió a la cariñosa recepción que le dieron los madrileños con una entonada actuación, premiada con la vuelta al ruedo. El resto fue todo para el torero de Monterrey, cuyo empeño por reeditar añejas glorias se sobrepuso a los inconvenientes de un lote que llegó bastante apagado al tercio final.

Lo vio y relató así Giraldillo, cronista titular del ABC:      

"Primero: Gordo, corto de  pitones. Garza templa mucho en sus verónicas por el lado izquierdo y remata con media arrodillándose (ovación). Los tres matadores son ovacionados en quites (el toro se cae) (…) Garza brinda al público. Pases con la derecha, muy buenos. El toro se ha agotado. Tres al natural y dos por alto. Dos pinchazos y estocada (Palmas).

Cuarto: Bonito ejemplar. Lorenzo torea muy bien de capa, ciñéndose mucho. Cuatro puyazos por una caída. El mejicano hace su primer quite por faroles de rodillas con emocionante valentía (…) Abre la faena con un pase por alto, quieto. Sigue por naturales (olés estruendosos). El toro embiste bien pero tardea, el mejicano hace crecer la faena arrimándose con enorme valor hasta meter la muleta en el hocico para prender al bicho en los naturales que engendra, carga y remata magistralmente (las ovaciones se suceden, el público está de pie). Luego unos ayudados perfectos, y Lorenzo mira al tendido mientras torea copiando los pases del desprecio innovados por el cordobés. De nuevo torea al natural, con ejecución magnífica, y las ovaciones encienden el aire. Naturales de rodillas y una estocada muy buena ponen fin a la gran faena (Ovación imponente, las dos orejas, vueltas al ruedo entre prendas de vestir y sombreros). La ovación dura hasta que sale el quinto." (ABC, martes 17 de julio de 1945. Reseña de Giraldillo). 

Aparte de su reseña toro por toro, el cronista del ABC acostumbraba valorar con comentarios adicionales las corridas madrileñas. Veamos:

"Nuevo y rotundo triunfo de Conchita Cintrón. La joven rejoneadora peruana es un caso excepcional. No pierde nunca la línea fina y delicada y, sin embargo, su toreo es serio, de fondo, valiente" Conchita rejoneó al abreplaza, a cuya muerte tuvo fuerte petición de oreja tras colocar en lo alto el rejón de muerte, aunque fue el sobresaliente Alcántara quien remató al novillo de Guardiola. En España no permitía a las mujeres torear a pie, en lo que la Cintrón fue realmente excepcional.

En cuanto a Lorenzo Garza, Giraldillo apuntó: "Surgió Lorenzo "El Magnífico" (…) El gran torero mejicano comenzó a torear al gusto de ahora, con una adaptación rápida y perfecta, incluso incorporando a su repertorio el pase del "desprecio" manoletista (…) pero como mérito fundamental de su gran faena hay que registrar el enorme arrojo con que se cruzó ante el hocico del cuarto toro. El torero le comía al toro su terreno, en tenaz porfía para provocar la arrancada (…) Y como no había alegría en el toro, él la puso en su manera de alargar magistralmente los pases naturales, con un juego de muñeca en el que el arte del torero tenía que ponerlo todo (…) De la docilidad del burel sacaba el mejicano la alegría que le faltaba (…) Así toreó, para el público de Madrid de ahora, esta gran figura del toreo mejicano, y así triunfó.

El Andaluz (…) en su primero se mostró discreto, pero del segundo debió sacar más partido (…) Manolo Escudero dio la nota fina y valerosa de capeador ¡Magníficos lances los de Manolo! (…) Estuvo bien en su breve faena al tercero (…) el sexto se "acalambró" y frustró la faena que había empezado muy bien el madrileño (…) Don Alipio envió una corrida preciosa de estampa y apañadita de cabeza. Pesos de los toros: 442, 426, 475, 425, 510 y 445 kilos". (ABC, ídem)     

EL Ruedo

La revista taurina que el diario Marca publicaba cada miércoles privilegiaba la información gráfica a cambio de breves notas informativas sobre los festejos de la semana. En este caso, lo más jugoso estuvo en las entrevistas a los diestros en horas posteriores a la corrida. Así encabezó y así transcribió el reportero a cargo las declaraciones de Lorenzo Garza:  

"¡Porfiar para vencer! Sin duda esa fue la consigna que se trazó Lorenzo Garza al vestirse el traje de luces, y para demostrarlo, el hombre se paró inverosímilmente ante los toros, los toreó con elegancia y arrestos varoniles, los mató muy bien y todo lo demás vino por añadidura: orejas y aplausos, dentro y fuera de la plaza, para que en el corazón y en el rostro del torero floreciera la alegría del triunfo.

"Estoy encantado –fueron sus palabras—por haber agradado a este cariñoso público de Madrid, al que tanto debo y quiero. Mis deseos hubieran sido que también mis compañeros compartieran mi suerte (…) Quiero enviar a Conchita Cintrón mi felicitación y sentimientos admirativos (…) Siempre tendré fresco en mi memoria el recuerdo de otra corrida, celebrada en esta plaza el 29 de septiembre de 1935: Villalta, Domínguez, Curro Caro y yo lidiamos una corrida de don Francisco Melgar y a los cuatro nos sonrió el triunfo. Aquella tarde estuve todavía mejor que hoy y desde entonces sólo pienso en volver a repetirlo (…) El público de Madrid lo merece todo". (El Ruedo. 18 de julio de 1945. Entrevistador: F. Mendo)

Errores de perspectiva

No sólo se encontraron los mexicanos que volvían a España, tras la firma del Convenio de 1944, con un ganado muy distinto del que habían conocido antes de la guerra civil, que castigó a la cabaña brava hasta causar el exterminio de numerosas vacadas. Los gustos y criterios de la afición también habían cambiado, y ni hablar de la nueva generación de cronistas y críticos, que daban muestras de ignorarlo casi todo sobre la marcha de la fiesta en México con más frecuencia de la que hubieran deseado.

Lo ilustra el comentario de Giraldillo acerca de los muletazos desdeñosos de Garza emparentándolos con los que Manolete daba con la vista fija en el tendido. Los aficionados de México de sobra sabían que tales pases, preferentemente andándoles a los toros, eran característicos en Lorenzo cuando estaba a gusto –solía incluir hasta el que muchos años después bautizó José Alameda como martinete en honor a Manolo Martínez–, y que fue Joaquín Rodríguez "Cagancho" el primero al que vieron ejecutarlos mientras sonreía de cara al graderío con pícara gitanería. Antes habíamos leído a K-Hito, al comentar la triunfal presentación de Carlos Arruza en Madrid, cuando cayó en la ingenuidad de disculpar la presunta incapacidad de los diestros mexicanos para torear al natural como se hacía en España a partir de Manolete debido, según él, a que no estaban al tanto de la "revolución" comandada por el inmortal Monstruo de Córdoba.

Seguramente, los naturales majestuosa y templadamente ligados por Garza –y no enhilado sino cruzado con el toro– lo habrán apartado de semejante error. A K-Hito y cuantos tuvieron la fortuna de ver torear a Lorenzo en España antes de que una grave cornada en Barcelona, a los quince días justos de su apoteósica tarde madrileña (30–07–45), lo retirara definitivamente de la circulación, al menos en lo que a plazas hispanas se refiere.


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