La Temporada de Reapertura de la Plaza México dejó estupendas sensaciones entre los profesionales, la afición y el público en general, que eso es lo más importante. Porque todo ese cúmulo de nuevos espectadores, de los llamados ocasionales, entre los que había muchos jóvenes, que son los que sostienen el espectáculo.
La mediatización de la tauromaquia y su posible prohibición en la Ciudad de México fue el mejor caldo de cultivo de lo sucedido para generar la expectación que devino en tan amplia asistencia de público. Y prácticamente desde la primera semana, con la corrida inaugural y las dos del aniversario 78 de la plaza, se detonó el ambiente festivo que se iba a vivir en los días siguientes.
Esos tres llenos iniciales fueron el catalizador de lo demás, ya que más tarde se registraron tres medias plazas, dos entradas de dos tercios de aforo y uno más de poco menos de un cuarto en las de las mujeres, siendo las dos entradas más llamativas la que generó la corrida de rejones y la novillada, respectivamente.
En el lapso de dos meses, alrededor de 220 mil personas acudieron a los toros en la Plaza México; es decir, un promedio de 24 mil por festejo, un hecho alentador porque en una plaza de temporada, como es ésta, lo que cuenta es el balance final de asistencia, que en este caso superó con creces el punto de equilibrio económico que permite que los toros sean negocio.
Y cada uno habrá guardado en la memoria los pasajes más intensos de una campaña que vino a reafirmar la idea de que los toros sí interesan y es posible tener una Fiesta saludable, siempre y cuando se sigan haciendo las cosas con sensibilidad y acierto, procurando ofrecer promociones adecuadas para mantener el interés de la gente.
No debería pasar mucho tiempo para que las puertas de La México vuelvan a abrirse, ya que es imperativo conservar encendida la llama de la afición, y mantener una programación taurina dinámica, diversa e incluyente, con un ritmo periódico que alimente el mensaje: la capital es una ciudad taurina que tiene que oponerse a la idea planteada por los grupos prohibicionistas, cuyo músculo se fue debilitando conforme transcurrían las semanas.
Otro acierto importante fue haber bajado considerablemente el precio de los boletos para la novillada, y televisar un festejo que permitió dar a conocer a los tres toreros que torearon el domingo anterior. Porque la difusión mediática de los toros a gran escala, tal y como sucedió en estas semanas, es el mejor motivo para continuar defendiendo a la tauromaquia con los hechos.
Esperemos que muy pronto haya noticias sobre el paso a seguir en la actividad de la Plaza México, ese escenario tan emblemático que en la actualidad enarbola la bandera taurina de América y nos viene a recordar que México sigue siendo la segunda potencia mundial en materia taurina.