"...Pero no es suficiente. Hay que ir a más. Los toros han estado..."
Desde la pandemia, los aficionados a los toros en México se han ido "pa arriba". Paralelo con la epidemia del COVID-19 surgieron peñas virtuales, chats, foros en línea y conferencias en distintas plataformas tecnológicas –muchas de las que aún siguen vigentes– en donde, ante la imposibilidad de asistir a los toros, los taurinos se reunían para seguir hablando y aprendiendo.
Parece que, como si fueran toros bravos, ante las dificultades, los taurinos se han crecido al castigo. Porque después COVID-19, se acrecentaron las luchas con los antiespecistas y, también ahí, los aficionados han asumido su papel y han defendido a la tauromaquia.
El clímax llegó en la reinauguración de la Plaza México los días 28 de enero, 4 y 5 de febreros. No importaron las combinaciones, el precio de los boletos o las amenazas de los antitaurinos. Se colmaron los tendidos del coso más grande del mundo: ¡Tres llenos, tres! Los taurinos asistimos a defender nuestra libertad. Nuestro derecho a ser distintos unos de los otros. Y lo hicimos con alegría y respeto.
Cada quién tendrá su opinión sobre lo que sucedió en el ruedo. He leído todo tipo de crónicas, desde las que se rebosan de incienso para dar coba, hasta las que desparraman amargura quejándose de todo y de todos. Lo cierto es que los que fuimos a la plaza vivimos sensaciones inolvidables y renovamos nuestra pasión. Para mí, entre los aspectos a destacar –además de los llenos y de la camaradería y la tolerancia del público– está la actitud de las cuadrillas.
En general, los subalternos estuvieron enormes. Si bien las crónicas destacan los pares de banderillas de Fernando García, Jorge Delijorge y los puyazos de Efrén Acosta y Alfredo Ruiz "El Miura", hubo otros toreros de plata que sobresalieron y que, quizá, hasta hubieran merecido desmonterarse para escuchar ovaciones desde el tercio del ruedo.
La empresa de la México tuvo interesantes detalles de torería en donde demostraron que son capaces de innovar sin perder identidad. Para mí, resalta lo siguiente:
A) El que hayan colocado puestos de comida y antojitos al interior de la plaza; lo hicieron dejando espacio para que se pudiera caminar, crearon buen ambiente, dieron opciones al público y generaron una fuente adicional de ingresos.
A) El colocar a la banda de la plaza en el ruedo previo al paseíllo de la corrida de la reapertura. Fue emocionante escuchar los pasodobles y disfrutar de tan buenos músicos. Hicieron bien en darles visibilidad y el detalle realzó una fecha tan memorable.
C) La reacción oportuna y valiente ante el nuevo amparo que amenazaba las corridas de aniversario. A diferencia de lo que había pasado con los otros amparos –y con lo que sucede en Guadalajara–, la empresa dio la cara, salió a los medios de comunicación, defendió públicamente la tauromaquia e informó con puntualidad a los aficionados.
D) Ante las vallas que colocó la policía para protegernos de los antitaurinos, la empresa adornó el muro con cartelones en donde se leían citas de filósofos, escritores, artistas, deportistas y otros personajes públicos que han defendido la tauromaquia. e) La gran bandera que se desplegó en el ruedo en la corrida de aniversario y el emotivo canto del himno nacional.
¡Chapó por Mario Zulaica y la enhorabuena a quienes trabajan en la empresa de la monumental México!
Pero no es suficiente. Hay que ir a más. Los toros han estado en boca de todos… Hasta el The New York Times, uno de los periódicos más influyentes del mundo, dedicó las ocho columnas a la tauromaquia mexicana. Esta difusión e interés que se ha mostrado en la opinión pública es una oportunidad única para dar a conocer la fiesta de los toros. El morbo de la prohibición y los atentados violentos de los antiespecistas son una gran ocasión para despertar curiosidad en un público ajeno necesitado de espectáculos auténticos donde se vivan emociones intensas. El objetivo debería ser provocar otros llenos y atraer a nuevos aficionados.
Aquí algunas sugerencias:
1. Salir a torear a la calle. El toreo de salón es un espéctalo precioso, en donde no hay sangre, ni muerte. Habría que ir a las plazas públicas, a los centros comerciales, a restaurantes masivos a promocionar las corridas con espectáculos de toreo de salón. Poner a chambear a los toreros que van a actuar en La México y que defiendan su profesión difundiéndola. Propongo usar slogans llamativos; por ejemplo, #LosRebeldesVamosaLosToros, #LaTauromaquiaEsLibertad, #NoAlPensamientoÚnico, #SíalaAutenticidad, #VivaLaValentía.
2. Convites previo a cada corrida. En muchos lugares se realiza una procesión que invita a la ciudadanía a ir a los toros. ¿Imagínense una cabalgata desde el Zócalo y hasta La México? O, al menos, a los toreros por las calles de las colonias aledañas a la Monumental en calandria, seguidos por picadores en sus cabalgadoras y por los monosabios.
3. Difundir la tauromaquia en escuelas. Asistir a preparatorias y universidades para explicar el debate taurino-animalista.
4. Un ciclo de conferencias que acompañen la temporada de reapertura.
5. Promociones agresivas. Yo pondría general a 10 pesos, niños gratis y otros impulsos de marketing que llenen la plaza. Tienen la ventaja que, con la tecnología, cuentan con información oportuna para saber cómo va la venta de los boletos. En las corridas menos atractivas o cuando aún haya miles de boletos disponibles, pueden echar a volar la imaginación e inventarse esquemas que atraigan más gente.
6. Juegos donde los niños y jóvenes puedan aprender de toros y divertirse. Así como colocaron puestos de comida, pueden poner stands en donde se enseñe a torear, donde haya carretones para poner banderillas o simular entradas a matar. La idea sería provocar que los aficionados vayan con sus hijos y que, en un ambiente familiar y festivo, aprendan de toros y disfruten de actividades complementarias.
Los llenos en las primeras corridas de la reapertura de La México y el entusiasmo de los taurinos nos llenan de optimismo y nos dan esperanza de haya un resurgimiento de los toros en México. Ojalá que los profesionales estén a la altura de la afición y que se despierte la creatividad para aprovechar el momentum.