Agrupados en un solo cartel, los treinta y un festejos que anuncia Las Ventas entre el 1 de mayo y el 16 de junio, hacen cuerpo. Denominaciones aparte: de abono y no, de feria y no, de homenaje y no, todos uno. El toro de Madrid, el público de Madrid, la exigencia de Madrid, la televisión, la afición y la crítica del mundo enfocadas en el gran ruedo, escenario máximo del toreo. No por estribillo menos cierto.
Qué este sí, qué este no, qué a este mucho qué a este poco, qué porque no este con este, qué porque acá y no allá… Cada quién mira desde su lado, y por supuesto, como siempre los americanos; qué como nos trataron, qué si nos lo merecemos, qué no nos pueden ignorar, qué hacemos parte integral de la fiesta que hace agua por este lado del mar. Que necesitamos atención.
Seis, tres mexicanos, un peruano, un colombiano y un venezolano. Calita, Leo Valadez, Isaac Fonseca, Roca Rey, Juan de Castilla y Jesús Enrique Colombo, respectivamente. Los dos últimos con los miuras el 19 de mayo. Los tres primeros en carteles de poco fuste y "garantía" que llaman las figuras, y solo el peruano por derecho propio en dos, en los que la mayor importancia la da su propia presencia. Ninguno, salvo este en la De la Cultura, en las corridas de postín (Prensa, Beneficencia, In memoriam, Homenaje).
Claro, la atención hay que ganársela y sobre todo allí. Además, la empresa que se juega su plata y responde tiene la potestad de organizar a su real saber y entender, y también de sorprender mucho, haciendo de su propio torero, el ahora opaco Alejandro Talavante, base de la temporada con cuatro lujosos carteles cuatro, y cuatro "prometedoras" ganaderías. De no creer. Cuando hay tantos a la espera y el negocio clama por meritocracia y renovación.
Esperaremos, cómo cada año el milagro que Madrid alumbra de cuando en vez, erigiendo un nuevo ídolo, un ignorado que se abra pasó contra toda dificultad, como aquel que dejó vislumbrar el mencionado extremeño a principios del siglo, cuando siendo novillero instruido por Antonio Corbacho se quedó tan quieto en los medios que nos dejó a todos boquiabiertos.
Esto es duro, siempre ha sido así. "El pasado no muere, ni siquiera pasa", dice Gowan Stevens, el atormentado personaje de Faulkner en "Requiem por una monja".