Y dicen que los taurinos somos los violentos. ¡Sí, cómo no! Todos los seres humanos podemos pensar como nos venga en gana, ni duda cabe, pero aquellos argumentos de los grupos antitaurinos se desvanecen dramáticamente ante su actitud analfabeta y provocadora, como la mostrada ayer a las afueras de La México.
Porque en realidad a eso fueron, a provocar. Lo que menos les interesa es la aparente nobleza de una ideología, sino generar choques y conflictos con base en el descarado insulto que nace de una supuesta superioridad moral. En teoría, intentan terminar con la violencia… ¡pero a través de más violencia! "No pos sí", ahí la llevan.
Por supuesto que hoy en día parece estar de moda protestar contra lo que nos parece negativo, en cualquiera de sus manifestaciones, destruyendo por doquier. Construir importa poco, pero sí sacar contra los demás todas nuestras frustraciones y miserias.
Y así, restregando sus pancartas en el rostro de los aficionados, escupiéndoles, amagando con golpes y hasta tocándolos por la espalda, los antitaurinos buscaban la reacción de algún espectador para cambiar su discurso y hacerse los ofendidos de cara a la opinión pública. La policía, claro está, no más mirando.
Ya no importaba si eran niños o hasta personas de la tercera edad. El comportamiento de esta gente fue vomitivo e incendiario. Además, "grafiteando" las paredes e intentando derribar las puertas de acceso al coso. ¿Estos son los defensores de un hipotético medio ambiente sano? No, gracias, que estamos mejor así.
El hábito no hace al monje, por su puesto, y lo que menos necesitamos son prejuicios; sin embargo, ya desde su facha o vocabulario, estos "manifestantes" dejan claro lo que son. O más bien lo que no son. No se trata de gente preparada o culta, ni mucho menos pensante. Simplemente son borregos amaestrados que repiten machaconamente algunas frases que ni siquiera se han detenido a analizar.
De hecho, la mayor estupidez es criticar algo que no se conoce. Y precisamente al no saber nada sobre la tauromaquia, sus argumentos -que yo ni siquiera llamaría así- son bastante flojos y vacíos. Claro, todos somos libres de dar nuestra opinión, pero tenemos la responsabilidad de prepararnos un poquito más.
Si esos grupos en verdad fueran coherentes, ni siquiera intentarían terminar con la Fiesta Brava. ¿Por qué? Sencillo: Por el respeto a la libertad de pensamiento que pregonan. Al final de cuentas, las verdaderas personas convencidas de una ideología no tienen tiempo para perderlo atacando a quien piensa diferente.
Como bien dice una frase atribuida al genial Voltaire (aunque más bien parece ser de Evelyn Beatrice Hall): "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo".