Por quinto año consecutivo, Francisco Martínez entregó regalos en el Día de Reyes a los niños de la comunidad de Cruz del Palmar, perteneciente al municipio de San Miguel de Allende, Guanajuato, de donde es originario el matador. Desde temprano, ya lo esperaban 500 niños de bajos recursos para recibir su regalo, que consistió en un juguete, que les entregó de propia mano y platicó con ellos.
"Todos fuimos niños y tuvimos esa ilusión de recibir un regalo en este día y la verdad que te llena de alegría a ti mismo. Esto nos alimenta muchísimo el alma a las personas que tenemos la oportunidad de hacerlo. No te cambias por nada, ya que llega un momento en que los niños te lo agradecen como si tú fueras el mismo Rey Mago y yo les aclaro que yo no soy, que los reyes me lo dejaron y que fue una tarea que me encargaron para hacerles llegar el juguete, nada más".
El matador sanmiguelense no ha fallado a su cita con las familias de las comunidades cercanas de escasos recursos, desde que se doctoró el 25 de enero de 2019 en la Corrida de la Insurgencia, de manos de Joselito Adame y Octavio García "El Payo".
"Es un compromiso de cualquier persona o figura pública, en este caso de un matador de toros. Creo que no es solamente ir a las corridas, torear y regresarte a tu casa con tu dinero. Creo que hay que aportar un poquito de todo lo que nos da el toreo. El toro nos da cornadas y satisfacciones, pero hay que compartir un poquito también de lo económico, para alimentar el alma y seguir adelante con la carrera".
Durante la pandemia, Francisco fue uno de los toreros que acudió a las comunidades rurales a llevar despensa a los pobladores y posteriormente inició esta tradicional campaña de repartir regalos en el Día de Reyes.
"Viví una infancia muy bonita, llena de detalles, cariño, pero carente también porque a veces faltaban cosas, pero mis papás se las arreglaban para que junto con mi hermano mayor, Felipe y años más tarde también con Manuel, el menor, no pidiéramos de más y siempre fuéramos conscientes de que los reyes tienen qué repartir por todos lados".
Recordó con ilusión aquel castillo medieval, con soldados y caballos que pidió a los reyes magos, y amaneció en su zapato un 6 de enero.
"Fue algo que recuerdo con mucho cariño y a la fecha existen algunos monitos que coleccionamos todavía de ese juguete. De Nilo vivía con esa ilusión, tenía que dormir temprano, pero la emoción no me dejaba. Era muy complicado, pero lo vivía con mucha intensidad y hasta le dejaba galletas a los reyes para que llegaran y cenaran algo. Qué bonitos recuerdos que ahora vuelvo a vivir con estos niños de mi ciudad natal", expresó.