Los aficionados más experimentados revelan el rito y lo que sucede...
La devoción se refiere a un sentimiento de amor, veneración y admiración inspirado por las virtudes de una persona, deidad, una institución o una causa. Devoto viene del latín "devotus-a-um" que quiere decir consagrado a algo. La palabra está formada por prefijo "de" que significa de arriba abajo, y por el verbo "volvere", que hace alusión a una ofrenda religiosa.
Santo Tomás de Aquino explica que devoción proviene de "devolveré" que es sacrificar. De ahí que se les diga devotos a quienes se ofrecen en sacrificio a Dios o a cualquier otra causa. "Por esa razón también –dice Santo Tomás de Aquino–, en otros tiempos, los gentiles llamaban devotos a quienes en honor de los ídolos se entregaban a la muerte para la salvación del propio ejército" (1).
Estamos en tiempos de Navidad en los que se observa la devoción por el niño Jesús. Los católicos manifiestan su felicidad porque Dios envió a su único hijo a nacer, vivir y morir por cada uno de nosotros. La alegría se demuestra con festejos, regalos y muestras de cariño.
Pero hoy quiero hablar de otra devoción, la que han mostrado hacia la fiesta brava, durante sesenta años, los miembros de la Peña Taurina "El Toreo". Desde 1963 un grupo de aficionados regiomontanos se ha reunido ininterrumpidamente todos los jueves para hablar de toros. Y como buenos devotos, en sus reuniones se respetan las normas solemnes de una liturgia ordenada.
En enero de 1994, Carmen Madrazo de Labra escribió un artículo sobre La Peña "El Toreo" en el diario Siglo XXI de Guadalajara. Doña Carmen hacía referencia al respeto con que los socios escuchan las opiniones de sus compañeros al analizar temas de toros y toreros. "Nada de gritos, de insultos o arrebatarse la palabra (algo muy usual entre los taurinos), sino que hablando con orden y, sobre todo, con conocimiento de causa (…) Aunque las discusiones fueran álgidas, no estaba permitido faltarse al respeto" (2). Sus reuniones son serias, constructivas, dinámicas e interesantes.
Rubén Amón en su libro "El fin de la fiesta" dice "No hay liturgia sin feligresía. Ni plaza relevante que no tenga un público iniciado". Si bien la estética presente en una plaza de toros conmueve y emociona a quien asiste por primera vez, la afición surge cuando una persona va profundizando en lo que sucede en el ruedo. Por eso la tauromaquia requiere iniciación. Y de ahí la importancia que haya un grupo de taurinos que se reúnan todas las semanas para hablar de toros.
Lo que los miembros de la Peña "el Toreo" hacen es una pedagogía ejemplar. Los aficionados más experimentados revelan el rito y lo que sucede en el ruedo. Lejos de denostar a los villamelones o quienes asisten por primera vez, les explican para que profundicen en el conocimiento del toro para que puedan disfrutar más.
No solo se reúnen a hablar de toros. Recorren el país para asistir a corridas de toros, viajan a España, Francia, Portugal y Sudamérica y se proponen proyectos magnánimos en beneficio de la tauromaquia. Según lo cuenta José Narciso Candelaria, socio desde 1984, el proyecto con el que culminaron los festejos por el sesenta aniversario surgió en una visita a las ferias del norte de España en que asistieron al Club "Cocherito de Bilbao".
Ahí vieron que el Club vasco publica semblanzas de sus socios, de esta manera contribuyen a la solera de la organización, rinden homenaje a miembros destacados e inspiran devoción en los jóvenes. Siguiendo este ejemplo, José Narciso propuso escribir un libro donde se homenajeara a los socios que desde 1963 han asistido religiosamente a las tertulias.
El prolífico escritor Alejandro A. Arredondo Maldonado, socio desde 1988, aceptó el reto y publicó el libro "60 Aniversario. Peña Taurina "El Toreo" (1963-2023)". Es un documento histórico: mezcla de anécdotas, romanticismo, cariño por la fiesta y respeto por los amigos. Un libro extenso que nos hace apreciar la importancia que La Peña ha tenido a los largo de los años.
"Afición y Verdad" es el lema que permanece en el estandarte, en el logo y en la papelería oficial de la Peña "El Toreo". Los socios repiten como mantra: "La Fiesta nos une y la Amistad nos hermana", disposición que ha permanecido inalterable a través de las seis décadas.
Cuando cumplieron 25 años, Pepe Alameda los felicitó por el trabajo que hacen por la fiesta y les dijo que eran obispos "in partibus infidelius". El maestro Alameda usó una expresión latina que significa "en tierras de infieles» para resaltar la difícil misión que tiene la Peña de guardar la afición y la verdad. "Ahí donde no hay fieles, no hay practicantes, no hay rito…" les decía el maestro Alameda. Y parecía que presagiaba las épocas actuales en las que ser taurino en México es como ser cristiano en tierra de musulmanes.
La Peña "El Toreo" es una asociación en la que se desarrolla la disciplina, en donde los participantes se informan y transforman sus vidas. Una comunidad de amigos que no solo es valiosa, sino que también es fuente de valor: en otras palabras, está orientada hacia la realización.
En el fondo, La Peña busca engrandecer el patrimonio común: paz, libertad, derecho, civismo, espíritu público, la seguridad de la propiedad y la vida familiar. Nada de esto podemos lograrlo por nuestra cuenta, dependemos de la cooperación de otros. De ahí la importancia de este tipo asociaciones en la sociedad actual: cooperar para el bien común.
Feliz Navidad a todos los lectores y larga vida a la Peña Taurina "El Toreo" de Monterrey y a la fiesta brava mexicana.
Bibliografía:
(1) Santo Tomás de Aquino. "La devoción. Vamos a tratar ahora de los actos de devoción". En https://es.catholic.net/op/articulos/23730/cat/521/la-devocion.html#1
(2) Citado en Arredondo Maldonado, A. "60 Aniversario. Peña Taurina "El Toreo" (1963-2023)”. Monterrey, Nuevo León, p. 13.