Arturo Macías sigue en citas médicas y practicándose diversos estudios, pero está tranquilo y consciente de que su principal objetivo es sanar de esa lesión en el hombro derecho que lo apartó de los toros de manera abrupta, y apenas con el tiempo necesario para asimilar un desenlace inesperado en su relevante carrera taurina.
"Tengo atrofiados un par de nervios del hombro derecho que están como dormidos. Así que, tras los exámenes que me hice en estos días, todo apunta a que mi recuperación va para largo, quizá entre uno y dos años, según me han dicho los doctores que me están atendiendo. Pero estoy bien anímicamente, pues ahora mi prioridad será curarme por completo y ver si alcanzo una recuperación plena para volver a torear, que para mí ha sido lo que más me ha llenado el alma en mi vida", afirmó el hidrocálido.
Las cosas de torear ya están en una bodega de su Finca Cuatro Caminos, bajo llave, con el deseo de no sentirse tentado de torear ni una becerra mientras no complete el largo -y seguramente tortuoso- tratamiento para ver cómo queda de ese brazo con el que, desde agosto pasado, en que reapareció de la grave cornada de Aguascalientes, no le dejaba desenvolverse con la soltura física requerida.
Entretanto, Arturo hará todo lo que nunca hizo al caer herido: darse tiempo de recuperarse sin forzar ningún plazo, sin tener la responsabilidad de un contrato con fecha definida, y buscando, sobre todo, sanar por completo y hacer una vida normal, y sin sentirse el deportista de alto rendimiento en el que se había convertido.
"Uno se acostumbra a un ritmo muy intenso. Sostenerte tantos años en un sitio de privilegio exige un sacrificio enorme, quizá más todavía que el que uno hace para llegar arriba. Es más fácil perder piso y distraerse cuando se han conseguido determinados logros, así que para mí no resulta fácil este retiro obligado. Sin embargo, el apoyo de mi familia, el cariño de mis amigos, y los mensajes de aliento de muchos de mis seguidores, me ha hecho sentirme feliz y eso me llena de entusiasmo y esperanza".
Por supuesto que a Macías le gustaría volver a torear o por lo menos, recuperarse del todo para emprender una campaña formal de despedida, pues es algo que se merece, pero tampoco es algo que lo mantenga agobiado mentalmente.
"Soy un hombre creyente y, como se dice, Dios sabe porqué hace las cosas y hay que respetar su manera de hacerlas. Así que es preferible escuchar esa voz y reflexionar. Para eso está la madurez como persona, y a esta edad que tengo, con tanta experiencia acumulada en una profesión tan riesgosa, es importante detenerse a pensar en el presente y en el futuro".
Ayer desayunó unos chilaquiles con dos huevos estrellados encima, una concesión que no se había permitido en muchos años por aquello de saber que no podía descuidar ni un momento su figura, la del hombre de musculatura fibrosa, surcada por las serpenteantes cicatrices, auténticas medallas, que cada una cuenta una historia distinta.
"En estos meses aprovecharé para hacer muchas cosas que no había podido hacer, y le dedicaré todo el tiempo posible a mi familia. Además, me pondré a trabajar con más entrega en mi finca de olivares y los eventos especiales que ahí se organizan, porque sí creo que tengo muchas cosas en qué entretenerme mientras me recupero físicamente de esta dolorosa molestia del hombro y otras secuelas que me han dejado diferentes percances. Mientras tanto, ya Dios dirá qué pasará con mi carrera taurina. Me pondré en sus manos, aunque ahora de otra manera".
El paso de los meses determinará lo que va a pasar con la carrera de Arturo Macías, y en este lapso, que aún no se sabe si será más corto o más largo, él tendrá el tiempo necesario para encontrar las respuestas que está buscando.