Banners
Banners
Banners Banners

El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 14 Sep 2023    ZAC, Zac.    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...donde habita la magia de una expresión de carácter humanista..."
Durante muchos años, el argumento de la defensa de la Fiesta era la cultura, y la mención de los grandes artistas, muchos de ellos auténticos genios en sus respectivas disciplinas, parecía suficiente para reforzar la creencia de que la tauromaquia no podía ser nociva si había inspirado a una larga lista de figuras de talla mundial, de épocas que han abarcado varios siglos en la historia del arte.

Sin embargo, el discurso antitaurino comenzó a utilizar una frase bien acuñada, en términos de impacto publicitario, en la que jugaba con una rima que tenía fuerte pegada: "la tortura no es cultura", suelen decir. Esta frase terminó por convertirse en un eslogan de batalla de los grupos contrarios a la tauromaquia.

Asimismo, con este enunciado pretendieron hacer creer a la sociedad en general, que el espectáculo taurino estaba inspirado en la sangre y la violencia, una falacia quizá fácil de permear entre aquellos a los que el espectáculo taurino les provoca repulsión, o a las personas indiferentes al tema, que no se iban a tomar la molestia de comprender en qué consiste la tauromaquia.

Ahora que los argumentos para defender a los toros se han centrado en el respeto a las garantías individuales, la tolerancia a otras formas de sentir y de pensar, y hasta la importancia de la derrama económica que genera el sector, es momento de volver a encontrar en la cultura taurina una bandera que reivindique su existencia.

Porque al margen de la sangre derramada en los ruedos -casi siempre del toro, y a veces también de los toreros- se trata de un hecho inherente al ritual taurino en el que subyacen distintos elementos antropológicos, históricos, sociológicos, que se remontan a la cultura extendida por toda la cuenca del Mediterráneo, y que más tarde fueron exportados a América con la llegada de los españoles.

En estos días de toros y cultura en la hermosa Zacatecas, la reflexión es unánime entre quienes han disfrutado de los eventos organizados con el afán de demostrar la inspiración que el toreo provoca cuando toca almas creativas, que a su vez se manifiesta en la sensibilidad del aficionado y hasta del espectador ocasional, aquél que no está prejuiciado y asiste a una plaza de toros a conocer la corrida.

Es ahí donde habita la magia de una expresión de carácter humanista, como es la tauromaquia, un arte deliberadamente anacrónico, que no sólo nos revela misterios del pasado, sino que se planta delante nuestro como un espejo que intenta reflejar el rostro más valiente y audaz de la condición humana.

Y en ese devenir de sensaciones, las que provoca el toro cuando aparece en la arena, y el desafío que para el torero representa enfrentarlo, se convierte en una enseñanza de vida equiparable a la actitud que cualquier ser humano debe asumir para resolver los problemas que le aquejan en distintos ámbitos de su vida cotidiana. Por todo eso, la tauromaquia siempre seguirá siendo cultura.


Comparte la noticia


Banners
Banners