Privilegio de los muy grandes es el supremo don de transmitir con su arte, en días especialmente felices, la sensación de un "no hay más allá para el toreo". Se sabe que lo consiguieron, por ejemplo, Juan Belmonte y Manuel Jiménez "Chicuelo" en Madrid (21-06-7 y 24-05-28), o Rodolfo Gaona y Silverio Pérez en México (17-02-24 y 31-01-43). También don Manuel Rodríguez "Manolete" la tarde del jueves 6 de julio de 1944 en la plaza de Las Ventas, mediante su faenón a un toro sobrero de la ganadería portuguesa de Pinto Barreiro llamado "Ratón", con el que realizó cosas nunca antes vistas.
Era la tradicional Corrida de la Prensa de Madrid y alternaron con el cordobés Luis Gómez "El Estudiante" y Juanito Belmonte Campoy, hijo extramarital del Pasmo de Triana, para lidiar toros de Alipio Pérez-Tabernero Sanchón, de Salamanca.
Ficha del festejo
La corrida de Alipio resultó desigual en todo (buenos primero y segundo; fuerte y enrazado, el tercero; impresentable el sexto, que al generalizarse la protesta fue retirado y sustituido por uno de Pinto Barreiro, bravucón, noble). El Estudiante (Oreja y silencio); Belmonte Campoy (Silencio y pitos); Manolete (Oreja y dos orejas –o una sola según otras versiones– salió de la plaza en hombros). Lleno de "No hay billetes".
Pesos de los toros
Según su orden de salida, los toros dieron los siguientes pesos en pie: 410, 437, 470, 425, 448 y 456 kilos, que fue lo que pesó el sobrero de Pinto Barreiros, el de la extraordinaria faena de Manolete. Para que nos vengan ahora con que el toro de Madrid fue siempre mastodóntico,
De la crónica de Giraldillo (ABC)
"Tercero. Bien encornado y gordito. De salida persigue a David (...) Manolete torea con mucha suavidad, recogiendo al toro y ciñéndose más y más a cada lance (Ovación). Cuatro varas por tres caídas y un caballo muerto (…) El toro tiene poder. Manolete quita por verónicas, ciñéndose mucho en el remate. El Estudiante torea con el capote a la espalda y Belmonte por faroles. Se suceden las ovaciones (…) Manolete empieza la faena llevando al toro desde el tercio a los medios, y aunque está en buen terreno, el aire va en aumento y tiene que buscar un sitio más favorable. Después de una primera serie de pases magistrales en los que deja la muleta en el hocico para que el toro gire, encelándose en ella, Manolete engarza una serie de naturales que se ovacionan. Pases por alto y vuelve a torear al natural (Ensordecen las ovaciones). En cuanto el toro cuadra, Manolete, muy recto, marcando los tiempos y saliendo limpio cobra una estocada hasta la mano. (Ovación, oreja, vuelta al ruedo. Hay algunas protestas, acalladas por la mayoría).
Sexto. Flaco y feo. Acusa mansedumbre. La protesta es unánime y el presidente hace ondear el pañuelo verde y sale un toro de Pinto Barreiro, bien presentado. De primeras huye de los capotes. Apenas corrido, Manolete le sale al encuentro y ejecuta una serie de verónicas formidables y cierra con media (Ovación grande). Agrega otra media verónica que produce entusiasmo indescriptible. Llueven sombreros sobre la arena. Manolete tiene que saludar quitándose la montera. Dos varas y ruega que se cambie el tercio (…) Manolete brinda desde el centro de la plaza. ¡Fuera gente!, se le oye decir (...) Queda solo. Un pase por alto muy quieto, aunque el toro entra algo vencido. Ya tiene la muleta en la izquierda. Seis pases naturales. Liga con el de pecho y va a empalmar toda la faena en el mismo terreno (…) La gente está de pie, aclamando a Manolete.
Empiezan a caer sombreros a la arena. Unos pases por alto, muy quieto. Tres naturales y, seguidamente, cuatro más, en perfecta ligazón. Vienen luego cuatro pases en redondo en los que Manolete mira a los tendidos en tanto que, con perfecto dominio, hace pasar y repasar al toro embebido en la muleta (Entusiasmo y gritos de asombro. Al ruedo caen muchas prendas de vestir). Manoletinas y pases cambiados y otros pases por delante, jugando suavemente con el toro. En el centro del ruedo se perfila, y despacio, recreándose en la suerte, deja una estocada hasta la mano en todo lo alto. Descabella a pulso.
Enorme ovación. El máximo premio presidencial (…) Nadie piensa en abandonar la plaza, y sólo cuando Manolete da tres vueltas al ruedo, en hombros de un grupo de entusiastas, y sale en triunfo por la puerta de Madrid, la gente comienza a dejar la plaza".
Comentario
"Seamos sinceros, señores. Hay que respetar la historia. Hay que respetar los nombres gloriosos que antecedieron al gloriosísimo de Manolete (…) Reconozcamos que nadie como él. ¿Se torea así de capa? Toreó más y mejor que nunca con el capote. ¿Hay que emplear la mano izquierda? Pues casi todos los pases fueron con esa mano. ¿Hay que ligar las faenas? Pues ligazón perfecta en el empalme de pase a pase y en el engarce de tiempo a tiempo –en un espacio mismo, podríamos decir también– hubo en el sexto bis. ¿Se mata así? Pues dos estocadas, de perfecta ejecución, dieron relieve a lo más fundamental de la personalidad de Manolete (…) ¡Manolete! Manolete sobre todos los tiempos. Dando cuerda a todos los relojes que se pararon en tal o cual año. Manolete parando el viento. Manolete contra el viento y la marea (…) Veintidós mil almas estremecidas retardaban el momento de abandonar la plaza. Los ojos se clavaban aún en la arena, cuyos tonos se apagaban entre las sombras de la noche. Allí, todavía, las huellas de Manolete (…) Huellas solemnes de aquella orquestación de pases maravillosos (...) Allí quedó la partitura, redonda, rotunda…" (ABC, 7 de julio de 1944. Crónica y comentario de Giraldillo).
De El Ruedo
"Manolete, mírese desde donde se mire, y escríbase de él como se escriba; bien sea en el pasmo o temblor del momento, bien sea, como lo estoy haciendo ahora, tres días después, queda en el mismo lugar: en la cumbre más alta del toreo (…) ¿Qué habrá "más allá" de Manolete? No es que haya acabado con el toreo, si se toma la frase en el sentido de remate final y definitivo, sino que en él culmina. O sea, que él lo va a culminar no se sabe dónde (porque) Manolete se ha situado en una cumbre en que, además del toro, domina el toreo considerado como un arte total. (El Ruedo, semanario. 11 de julio de 1944. Columna firmada por El Cachetero).
Nunca se ha toreado así parece el lema y la consecuencia toda (…) Volveríamos a la discusión de la pescadilla frita, porque al final se muerde la cola, que si las varas, el peso, las astas, los cinco años… y caeríamos en la exaltación de lo lejano y ausente (…) Que no le vengan a nuestra generación con historias que no vimos (…) Nosotros nos sentimos muy conformes con que nos haya tocado este tiempo taurino y ser contemporáneos de este tan gran torero (…) A ese viejo aficionado al que se le respeta en su tradicional abono; a los que llevaban años alejados de los ruedos y el imán de Manolete los ha devuelto al graderío; a los que por profesión y vocación viven en torno a nuestra fiesta nacional, les preguntamos su valiosa opinión. Y es unánime: "Nunca se ha toreado así". (El Ruedo, íbid. Columna de José Vicente Puente).
Como es fácil advertir, las expresiones de los revisteros más leídos de entonces se salen completamente del patrón habitual para referirse a algo completamente fuera de lo común. Los juicios interesados no es que desaparezcan, sino que en casos así pierden peso e importancia. Porque independientemente de las preferencias a priori del cronista –ya fuesen en pro o en contra del torero–, al que escribe y describe no le queda otro remedio que rendirse ante la evidencia y dar salida a su propia emotividad como un aficionado más. Sin más posibilidad que su personal asombro y su rendida exaltación del portento.
De esa cósmica dimensión debió ser la faena de Manolete al célebre "Ratón", de Pinto Barreiro. Un toro que Manuel inmortalizó, si utilizamos esa expresión tan mexicana.
Por cierto
Existe un magro testimonio fílmico de Manolete y "Ratón", cuyo escaso metraje no hace mucho honor a la grandeza que sin duda tuvo la faena. La verdad es que en México se conservan películas bastante más completas y elocuentes del toreo solemne y señero del Monstruo de Córdoba. Pero lo interesante es que un testigo de excepción de la trayectoria toda de Manolete –su apoderado José Flores "Camará"– sitúa precisamente en nuestro país las obras mayores del historial manoletista. Y lo hace en declaraciones hechas en España para españoles. Entrevistado por Antonio Petit Caro lo expuso así:
"Hizo muchas grandes faenas. Aquella del sobrero de Pinto Barreiro, por ejemplo… Pero, vamos, yo recuerdo especialmente dos de Méjico. La primera fue al toro "Manzanito", en una corrida en que actuaba con Lorenzo Garza y El Ahijado del Matadero. La otra fue a "Platino", toreando con Pepe Luis y Procuna". (Petit Caro, Antonio. Por la puerta grande. Edit. Marte, Barcelona, 1974. p 34).
Aclaremos: la de "Platino" de Coaxamaluca fue en El Toreo (17-02-46); la de "Manzanito" de Pastejé tuvo lugar posteriormente en la Plaza México (11-12-46). Prodigiosas ambas y bastante bien filmadas. En otra entrevista –creo que de Pepe Alameda–, el propio José Flores concedía un rango artístico semejante a la faena de Manolete con "Espinoso" de Torrecilla toreando mano a mano con Silverio Pérez, que ese día le cortó a "Barba Azul", de la misma divisa zacatecana, el primer rabo que se concedía en la Plaza México (16-02-46).
Pepe Luis Vázquez confirmaría a México como escenario de las obras más perfectas de Manuel Rodríguez Sánchez, al responderle a Filiberto Mira en estos términos: "En México, Manolete alcanzó su plenitud. El toro de allí le prestaba mucha colaboración". (Mira, Filiberto. "Manolete, vida y tragedia", Aplausos, Valencia, 1984. p 280).