Rompía a llorar Quito en aguacero. Como un llanto. Sin saberlo, fue el último y fuerte abrazo de tantos que nos dimos celebrando una amistad y muchos encuentros con el matador de toros mexicano Guillermo Rondero. Unos días antes se llevó una gran alegría: Julio Ricaurte, matador de toros ecuatoriano, por cuyas ejecutorias apostaba Rondero, salía a hombros de la plaza "Raúl Dávalos" de Riobamba junto con el español Román y el peruano Joaquín Galdós. Fue este reciente 15 de abril. Ricaurte fue su última gran ilusión.
"Aquí esta la mejor ganadería de América", me dijo emocionado en el callejón de la plaza. Más de cinco décadas habían pasado desde la tarde en que Rondero se convertía en matador de toros en ese mismo emplazamiento, pero en la plaza antigua, de madera, asentada en el mismo predio del coso actual.
Dos toreros ecuatorianos fueron padrino y testigo de la ceremonia: Armando Conde y Mariano Cruz Arellano, los toros fueron de Pedregal, de Francisco Chiriboga. Era el 21 de marzo de 1969. Guillermo Rondero fue el primero de los tres matadores extranjeros que tomaron la alternativa en Ecuador. Los otros dos fueron Manolo Estrada, de Colombia, en Riobamba; y Ricardo Ortiz, de España, en la otrora famosa Feria de Quito.
Rondero tuvo en Ecuador grandes amistades. De Manolo Cadena Torres, el torero y gran promotor de la Feria de Quito, Rondero guardaba lindos recuerdos. Mariano Cruz y su hijo, también torero del mismo nombre, fueron sus amigos entrañables, y de igual forma Rodrigo Viteri. Éstos últimos matadores son oriundos de Riobamba.
Al enterarse de la triste noticia del fallecimiento de Rondero, el matador Julio Ricaurte mostró todo el cariño y agradecimiento para quien fue su querido maestro. "Un ser humano lleno de cualidades, bondadoso, querido, una persona que me enseñó muchas cosas para la vida. Todo hacía por amor, con cariño, no esperaba nada a cambio". Ayudó a muchos toreros ecuatorianos sin interés alguno". "No exagero al decir que ha sido la persona que más ha creído en mí como torero. Su presencia en la última tarde de Riobamba la disfrutó en su querido Ecuador".
"Gracias a Dios y a la vida por haberme permitido conocer un ser maravilloso, una persona con conceptos toreros tan buenos. Con ochenta años todavía se levantaba conmigo a entrenar temprano y disfrutaba de enseñarme y yo de aprender de él". Perdemos un taurino de los de antes, un romántico, al que sólo le interesaba el toreo", nos dijo con el sentimiento de tristeza a flor de piel, Julio Ricaurte.
Para el empresario y ganadero de Santa Rosa José Luis Bruzzone, "Rondero fue uno de los últimos románticos que conocí. Se convirtió en un embajador del país, no sólo en lo taurino, sino en lo turístico. Trató siempre de impulsar a los toreros ecuatorianos. Julio Ricaurte fue su último pupilo. Con él estuvimos en la reciente Feria de Riobamba. Le tenía especial aprecio y comentábamos siempre las novedades del mundo del toro. Hacemos llegar desde mi familia un sentimiento de pesar a su familia".
Conversamos con su hijo, el matador Carlos Rondero, quien también toreó en el Ecuador: "Aprendí a valorar a Ecuador a través de mi padre. De él aprendí a querer a la gente del Ecuador. Admiraba a todos los toreros ecuatorianos y a la ganadería del Ecuador. No he parado de recibir mensajes de condolencia desde Ecuador y aquí en México. Valoro hoy mucho más su amor de la gente del toro y la huella grande que dejó; fue muy feliz sintiéndose ecuatoriano. Gracias por quererlo de esa forma. Mil gracias a Ecuador por el cariño que le han tenido a mi papá".
Durante los últimos años y gracias a la tecnología mantuvimos diálogos permanentes. Fueron enriquecedoras tertulias sobre el toreo de hoy, charlas ilustrativas de la tauromaquia mexicana, del campo bravo de su querido país, anécdotas de los referentes del toreo azteca y comentarios sobre et estado de la fiesta de hoy.
Tras el último almuerzo que mantuvimos, plagado de historias y recuerdos, pensé que Rondero, amigo del Ecuador, su segunda patria, era un libro abierto, cuya amistad y conocimientos debieran constar en una publicación que la repentina muerte nos dejó inédita. La ley de la vida nos lo arrebató.
Queda su enorme afición, su alegría y simpatía. Las personas no mueren mientras vivan sus recuerdos. ¡Qué descanses en paz amigo y torero!