El que pintaba para ser llamado "el año de los novilleros", con todo y que la Plaza México continúa cerrada, quizá ya no lo parezca tanto, ya que la noticia de la cancelación de la temporada en el cortijo "Los Fernández", es un mal augurio en contra de este tipo de festejos.
El argumento esgrimido por la empresa de los hermanos Castellón y Alejandro Fernández, duele mucho con aquello de que ha sido “por falta de afición”, pero la verdad es que se trata de un razonamiento de peso… y de "pesos".
Hay quien afirma que ir a una novillada ahí "es caro y está lejos", y otro que asegura que "en domingo es conflictivo regresar" del cortijo rumbo a Guadalajara. Hay también quien dice que "falta mayor promoción". Pero resulta patético que en estas dos novilladas no se hayan vendido ni siquiera 150 boletos por tarde.
Desde luego que es lógico escuchar estas opiniones, que tendrán su punto de razón, pero lo más alarmante es el evidente desinterés que estos eventos –muy bien organizados, por cierto–, generan entre el supuesto "aficionado".
Algo similar está ocurriendo en Tlaxcala, donde otra empresa seria y proactiva, como es Feria Toro, de José Luis Alatorre, en las novilladas que ha programado en la plaza Jorge "El Ranchero" Aguilar de la capital; "La Taurina", de Huamantla, y la "Wiliulfo González", de Apizaco, donde el promedio de asistencia ha sido paupérrimo. Vamos, para amargarse y tirar la toalla.
En la Plaza Cadereyta, la empresa JC Garza y RR Eventos también está haciendo un esfuerzo idéntico, en aras de promover a los novilleros, y parece que ahí se van defendiendo gracias al apoyo de determinados aficionados realmente comprometidos con la Fiesta. Y Ahora vamos a ver cuál es la respuesta del público en el cortijo "Campo Alegre" de León, donde otra empresa involucrada con los novilleros, como es el caso de Tauro Espectáculos, arrancará otro serial novilleril, que viene a sumarse a la encomiable labor que han realizado en el cortijo "Campo Bravo" de San Juan del Río.
Porque no es posible, por ejemplo, que en esas cuatro magníficas novilladas que hubo en la Plaza Arroyo, no se haya quedado la gente afuera, en una ciudad donde, se suyo, siempre se ha creído que había 4 mil aficionados fieles. ¿Y dónde están?
Pero… ¿a qué se debe realmente la ausencia de público? ¿La competencia con otros espectáculos es tan severa? ¿Los precios de los boletos le han dado la puntilla? ¿Los festejos taurinos ya se han convertido en un espectáculo sin arraigo? ¿Acaso nadie se atreve a verlo así?
Apenas son cinco preguntas, y bastante especulativas, que obligarían a una reflexión más profunda y hasta documentada. Entretanto, la falta de apoyo del aficionado, que no del espectador ocasional, sea el quid de una cuestión que comienza a ser muy preocupante.