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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 04 May 2023    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...el toro seguirá siendo la medida de lo que hagan los toreros..."
La Feria de San Marcos ha mantenido el tono de emoción casi todas las tardes, en medio de ese ambiente festivo, plural y abigarrado, como la obra de Jazzamoart que adorna el explosivo cartel que encabeza las combinaciones de toros y toreros anunciados en estos días.

La monumental ha vibrado a tono con la entrega de los toreros, que han rayado a un nivel alto, motivados por las circunstancias de una feria muy abierta y con reducidas oportunidades. Y este hecho ha alentado la rivalidad entre los espadas, no solo a lo largo de una misma tarde, sino también de corrida en corrida, sabedores de que es preciso tratar de ganarse la repetición en esta plaza o en otros de la empresa.

El arrojo ha llevado a varios de ellos a la clínica, y quizá ésta sea una de las ferias más accidentadas de los últimos años, pues hace unos días Diego Silveti sufrió su tercera cornada en Aguascalientes, y en estas horas, tanto Arturo Macías como Joselito Adame se encuentran hospitalizados, producto de una ambición que los ha llevado a jugársela sin reserva. Y también Diego San Román estuvo a punto de irse "al hule" y se salvó, milagrosamente, de un serio percance durante una tarde en la que asustó de valiente y vino a poner el listón altísimo con un triunfazo de cuatro orejas y un rabo, como hace tiempo no sucedía.

Estos impactantes acontecimientos, sobre todo los más recientes, han venido a alentar una interesante polémica sobre el toreo del "¡olé!" y el toreo del "¡ay!", y quizá habría que remontarse a José Tomás como referente de esa angustiosa forma de torear, derivada de su obsesiva búsqueda de la perfección.

Si es verdad que todos los que han venido después de él se han arrimado, inclusive toreros artistas como Morante o Diego Urdiales, por citar a dos clásicos, la irrupción de Roca Rey se tradujo en otra vuelta de tuerca que ha llevado la razón al límite, y el toreo ha escalado peldaños para asomarse a un inquietante abismo.

La brava faena de San Román a un encastado toro de San Miguel de Mimiahuapam corrido en tercer lugar en la corrida del lunes pasado, viene a reivindicar la existencia de un toro que transmita poder; que provoque miedo; que genere emoción…

Porque esas mismas dos faenas del queretano hubiesen carecido de la trascendencia que tuvieron, si los toros no hubieran tenido el cuajo y la edad que les aportaba relevancia, cuando se estrujaron los corazones de la gente cuando Joselito quedó tendido sobre la arena, inerte como la efigie de un mausoleo.

En este azaroso juego del toreo, al que José Bergamín dio en llamar "el arte de birlibirloque", el toro seguirá siendo la medida de lo que hagan los toreros, seres con una profunda vida interior; románticos que claman por recuperar un mundo donde los héroes dialogaban con los dioses.


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