Durante las primeras horas del pasado martes 11 de abril falleció Antonio Macías, a los 82 años de edad, esto a consecuencia de una insuficiencia respiratoria, una afección que padeció durante largo tiempo y que finalmente terminó con la vida del propietario de la ganadería de Monteverde.

Macías, quien nació en la ciudad de Aguascalientes en el año 1941, fue egresado del Instituto Politécnico Nacional y desde muy joven mostró su afición a los toros, motivo por el que en 1963 adquirió la ganadería de Laguna de Guadalupe, divisa con la que en su día debutó Manolo Martínez.

Años más tarde trasladó el hierro al estado de Hidalgo, para finalmente, asentarse de forma definitiva en el municipio de Lagunillas, Michoacán, adquiriendo poco tiempo después, ganado de El Romeral y refrescando la sangre con astados de don Javier Garfias.

Si bien es cierto que la ganadería de Monteverde contaba con registro oficial ante la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, Antonio Macías, por decisión propia, lidiaba poco en las plazas de toros, ya que se distinguió por ser un apasionado del toro bravo en su estado más puro, rodeado de su hábitat natural.

La historia de la ganadería de Monteverde va íntimamente aparejada a la trayectoria del maestro Manolo Mejía, con quien se fraguó una entrañable amistad que le valió entre otras cosas ser el tentador oficial de esta divisa que se encontraba en la zona limítrofe del Lago de Pátzcuaro.

"Las características de su ganado eran la calidad, la bravura, fijeza y transmisión. Era un enamorado del toro bravo mexicano, así como de la sangre Saltillo-San Mateo y con el paso del tiempo se hizo gran amigo de don Javier Garfias, que poseía de lo mejor de San Mateo, de ahí su enamoramiento hacia el encaste", comentó Mejía.

Antonio Macías se caracterizó por ser un gran impulsor de toreros en el estado de Michoacán, a quienes apoyó en diferentes circunstancias, así como de matadores de toros con quien entabló una gran amistad en torno a los toros, el flamenco y la literatura que fueron otras de sus predilecciones artísticas.

"Antonio era de la idea de decir, yo prefiero ver el toro en el campo, que verlo en la plaza, pues lo más importante del toro bravo es cuando está en la ganadería. Si le gustaban cinco toros, no podía esperar a verlos en la plaza, los veía en su ganadería y los disfrutaba mucho más", finalizó Manolo Mejía.