La defensa de la fiesta de los toros tiene ante sí un gran desafío, sobre todo ahora que las asociaciones civiles, motivadas por distintos y oscuros intereses, han encontrado ese pequeño resquicio legal para interponer amparos que traen en jaque a todo el sector taurino y que genera una gran incertidumbre entre el aficionado.

Por otra parte, da la impresión de que nuestro gremio se siente un tanto desvalido, carente de argumentos o estrategias para contrarrestar estos traicioneros embates antituarinos, que cada vez tienen una mayor virulencia y buscan afanosamente la prohibición de los toros.

En la interesantísima conferencia ofrecida anoche en el Museo El Universo de Pedro Coronel de Zacatecas, quienes tuvimos la oportunidad de asistir, aprendimos muchas cosas gracias a las mentes brillantes que nos ilustraron en un encuentro titulado "La defensa de la Fiesta Brava desde su aspecto jurídico y ambientalista".

Y fueron el abogado Javier Jiménez Gutiérrez y el médico Pedro Martínez Arteaga, moderados de forma muy acertada por el abogado y juez de plaza Manuel Esparza, quienes compartieron valiosos conceptos que nos dan armas para continuar esta lucha frontal de la que no debemos apartarnos, ni perder la fe de hacer valer nuestros derechos, de la misma manera en que ellos, los contrarios, pretenden atacarnos muchas veces con argumentos que no tienen sustento y que es preciso rebatir con agudeza intelectual.

Tres batallas son las que se deben librar: la primera, en los tribunales, tal y como ahora se están litigando los juicios de amparo que hay en curso. La segunda, en el aspecto legislativo, que es donde resulta importante ratificar la idea de legalidad de que gozan actualmente los toros. Y, la tercera, el impacto mediático de todo esto, enfocado a la relevancia ambientalista que atesora la crianza del toro de lidia, garante de la conservación de un ecosistema.

El objetivo es captar para la causa a las personas indiferentes a la tauromaquia; es decir, a aquellos que no le gustan los toros pero que tampoco les disgustan, ya que eso puede inclinar la balanza a nuestro favor al crear la empatía necesaria para que nos ayuden a exigir respeto hacia nuestros derechos y garantías constitucionales como una minoría que está siendo vulnerada.

Asimismo, resulta fundamental ahondar en el aspecto ambientalista y hacer ver, entre los jóvenes, la grandeza de la huella verde del toro de lidia y su talante ecológico, algo que, de suyo, sería suficiente para proteger una especie tan hermosa, y justificar de esta manera el fin para el que es utilizada.

Conferencias como la de ayer, y especialistas en sus respectivas materias como las que se tomaron el tiempo de participar y compartir sus conocimientos, deben de ser altamente valoradas por el sector taurino y los aficionados, con la finalidad de aprovechar la afición que poseen y su desinteresado afán de ayuda, para seguir sumando voluntades –y argumentos de peso– que jueguen a favor de la defensa de la Fiesta Brava.