El reciente triunfo de Isaac Fonseca en la feria de Pamplona confirma el paso implacable que el moreliano lleva por ruedos españoles. No sólo triunfa en todas las tardes, sino que conmueve y convence.
Antonio Lorca, el exigente crítico del diario El País, escribió después de su actuación en la capital Navarra: "es un torbellino que persigue el triunfo con un ardor desmedido; está verdaderamente hambriento de laureles, y le mueve un estilo emocionado y cálido, arrollador y espectacular en todos los tercios. Acudió a Pamplona nueve días después de que el pasado 26 de junio sufriera en Las Ventas una grave herida en la pierna derecha y fractura de la mandíbula, y, aún con los puntos frescos, no se le notó. Está claro que quiere ser figura y no desaprovecha un segundo para demostrarlo en el ruedo".
Fonseca hace recordar a un novillero que, casi cien años antes, causó un revuelo similar y que hoy sábado 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, estaría celebrando su onomástico: Carmelo Pérez.
El hermano mayor de Silverio descubrió su intuición taurina y desarrolló la técnica en el rastro de Tacubaya. Al morir su padre, con tan sólo 16 años, Armando se quedó al frente de un negocio de barbacoa del que vivía la familia Pérez. Acudía al rastro por los insumos, donde dejaban a los muchachos dar algunos trapazos antes de sacrificar a las reses.
Desde que la primera vez que se puso delante de un astado, el originario de Texcoco y avecindado en la colonia Doctores en la ciudad de México, sorprendió por su valor y sus formas. No importaban los golpes o las caídas, el joven Pérez se levantaba y volvía a quedarse quiete, inmutable ante la siguiente arrancada. Su estilo era tan extraño y diferente a lo establecido, que empezaron a llamarle "El Loco".
Debutó como novillero el 16 de septiembre de 1927 en la plaza Merced Gómez de Mixcoac. Devoto de la Virgen del Carmen, se cambió de nombre anunciándose como Carmelo Pérez para que su madre no se enterara que quería ser torero. Estremeció al público desde su primera actuación. Impactaba por su estilo y personalidad. Antes de finalizar ese año, lo repitieron tres tardes en la misma placita Merced Gómez. Después repitió sus éxitos en Veracruz, Michoacán y en la ciudad de Puebla, donde se convirtió en un ídolo.
Con menos de 22 novilladas, tomó su primera alternativa en Puebla el 13 de enero de 1929 de manos de Cagancho y toros de San Nicolás Peralta. Don Aníbal de Iturbide, que escribía en El Redondel bajo el seudónimo de Garlopo, dijo de su actuación: "Para Carmelo no hay terrenos ni distancias. El toreo para él consiste en citar al toro, aguantarlo, pasárselo todo entero embarrado a su propio cuerpo y no mover los pies, suceda lo que suceda". Fue entonces que lo calificó de "el torero que asusta".
Guillermo H. Cantú en el libro "Silverio o la sensualidad en el toreo" cuenta que algunos banderilleros, más con humor y socarronería, decían que fue Cagancho quien le puso a Carmelo "el torero que asusta". Asustado con las temeridades de su ahijado y ante el miedo de un percance que hicieran a Joaquín tener que lidiar el lote completo de aquellos imponentes toros de San Nicolás Peralta, desde el callejón se acercó a Carmelo y le recomendó:
"¡Por tu madre, hijo, levántate! ¡No te arrimes más, reponte, cuídate!” Fastidiado con tantas súplicas, Carmelo se acercó a la barrera y le advirtió con voz fuerte: "Mire usté, Cagancho, vaya mucho a chingar a su gitana madre, allá aquel lado, y a mí ¡déjeme en paz!"
Carmelo Pérez renunció a la alternativa para presentarse en el Toreo el domingo 5 de mayo de 1929. La empresa lo anunció como "el novillero que asusta". Se convirtió en un ídolo. Toreó 13 novilladas en la plaza de la colonia Condesa, en cuatro salió en hombros, cinco en su automóvil y en cuatro en brazos de los monosabios, rumbo a la enfermería.
Guillermo H. Cantú hace un profundo análisis de Carmelo Pérez y lo describe con una serie de adjetivos que hoy podríamos atribuírselos a Isaac Fonseca. 1) Revolución y personalidad. 2) Variedad e imaginación. 3) Determinación y agallas.
Pepe Alameda contaba que lo vio en la única tarde en la que actuó en España, el 4 de junio de 1931 en la plaza de Toledo. Fue su alternativa española de manos de Chicuelo y con Domingo Ortega como testigo. Llegó a Europa muy mermado de salud. Nunca se recuperó de la cornada que le infirió el toro "Michín" de San Diego de Los Padres el 17 de noviembre de 1929 en el Toreo de la Condesa. Esa actuación y una foto que se encontró en un quiosco, fue suficiente para que Pepe Alameda lo incluyera como uno de los "heterodoxos del toreo".
Impresionaba de Carmelo características similares a las que hoy impactan de Fonseca: Un mayor ajuste de las suerte, un rigor geométrico que no tenían sus contemporáneos, personalidad y firmeza. Un aguante máximo al bajar los brazos, un temple exacto y un ritmo tan lento que rebasaba todas las referencias de la época. Carmelo, también igual que Fonseca, era un ídolo popular de origen humilde. Guillermo H. Cantú explicaba que fue "extraído de la substancia más íntima del pueblo de México, y al cual la afición deseaba seguir entregándose sin reservas, en estricta reciprocidad".
Después de entrevistarlo en España, Antonio Lorca escribió del ahora novillero sensación: "Isaac Fonseca muestra un gran desparpajo; afable y sincero, aparenta una madurez impropia para su edad, fruto, quizá, de una vida intensa, basada en el esfuerzo permanente. Confiesa ser un creyente de fuertes convicciones, y dice sentirse muy agradecido y privilegiado. Mantiene, no obstante, un aire de ingenuidad, propio de una bonhomía natural".
Si bien los paralelos entre Carmelo Pérez e Isaac Fonseca son innegables, también hay importantes diferencias. La primera su administración. Los biógrafos del texcocano coinciden en que su carrera fue mal dirigida y fue víctima de la codicia de los empresarios de la época. Fonseca, en cambio, cuenta la guía de Jacobo Hernández, matador de toros, a quien el propio novillero califica de visionario y posee una mente muy pensante.
La segunda diferencia es lo avanzado de la medicina. Carmelo toreó antes de que existiera la penicilina y eso provocó que sus cornadas fueran mucho más graves y que nunca pudiera recuperarse. Isaac Fonseca, en cambio, ha podido levantarse del quirófano y recorrer España a pesar de tener fracturas y cornadas múltiples.
Isaac Fonseca tomará la alternativa el próximo jueves 11 de agosto en la localidad francesa de Dax, de manos de José María Manzanares será el padrino, en presencia de Roca Rey y ante toros de Núñez del Cuvillo. La segunda edición del “novillero que asusta” nos llena de ilusión y esperanza a los aficionados mexicanos. ¡Qué Dios reparta suerte!