El apoderado Rafael Báez murió de causas naturales la madrugada de este viernes, alrededor de las 02:00 horas, en su casa de Cuernavaca, Morelos, cuando contaba 95 años, y su partida deja un hondo hueco en la Fiesta, debido a su trascendencia en el medio taurino, tras haber sido el representante del maestro Eloy Cavazos por un espacio de 43 años, comprendidos entre 1965 y 2008.
Desde hace tiempo su salud se había visto diezmada, en buena medida por una deficiencia respiratoria, producto de tantos años como fumador, y aunque se mantenía estable y viviendo con comodidades, desde antes de la pandemia ya tenía que suplementar su oxigenación de forma externa.
"Don Rafa", como se le conocía cariñosamente, estuvo acompañado por su familia hasta su último aliento, especialmente por su esposa, Martha Góngora, en esta residencia de Cuernavaca adonde se trasladó desde mediados del año 2019, siendo su última aparición en público en enero de 2020, cuando vino al restaurante Arroyo de la Ciudad de México a presentar su libro de memorias titulado "Mi verdad en los toros", y que tan buena acogida tuvo entre taurinos y aficionados.
Rafael Báez Patiño nació en Guarenas, localidad vecina de la ciudad de Caracas, el 24 de octubre de 1926. Desde joven sintió el llamado del toro y en la adolescencia se fue de su casa para probar fortuna como novillero. Así anduvo corriendo la legua en distintos países de Sudamérica, donde cosechó triunfos en plazas importantes no sólo de su natal Venezuela, sino de Colombia o Ecuador.
En 1957, y por invitación de Ángel Procuna, llegó a México para probar suerte como novillero, y una vez aquí toreó algunos festejos ya cuando comenzaba la que sería una brillante carrera como apoderado, que en esos primeros años compartió con su amigo Fernando Elizondo, que ya apoderaba a Jaime Bravo y Efrén Adame "El Cordomex", entre otros.
Tomó la alternativa en la Monumental Mérida, aquí en Yucatán, el 22 de mayo de 1960, de manos de otro de sus entrañables amigos: el reconocido matador colombiano Pepe Cáceres, al que apoderó en aquellos años, y que le consiguió algunos contratos a "Don Rafa" en ruedos de Colombia. Esa tarde de su doctorado también alternó con Héctor Obregón y Manolo Gómez, en una corrida de ocho toros de Palomeque.
Al pasar de unos cuantos años, y una vez que decidió dejar de torear, se dedicó en cuerpo y alma a dirigir la carrera de Eloy Cavazos desde que éste era un chiquillo de 14 años que llegó a vivir a casa de "Don Rafa" en la Ciudad de México, y prácticamente se crio a su lado y de su entonces primera mujer, Betty, que siempre le profesó un cariño especial a Eloy.
A partir de entonces, la relación entre ambos, y los reiterados e importantes triunfos de Eloy, posicionaron una magnífica mancuerna, siendo el torero de Guadalupe, uno de los pocos toreros de la historia en haber sido apoderado, durante toda su larga trayectoria de más de 45 años en los ruedos, por una misma persona: Rafael Báez.
Astuto, recio, decidido y trabajador incansable, "Don Rafa" consolidó una extraordinaria carrera como apoderado de la mano de Eloy, con el que estuvo durante toda su etapa novilleril y también en mil 907 corridas de toros, prácticamente hasta la retirada definitiva de Eloy, que tuvo lugar el 16 de noviembre de 2008 en la Monumental Monterrey.
Amigo de sus amigos, agradable conversador, y dueño de una desmedida afición taurina, Rafael Báez deja un recuerdo imborrable y un legado a las nuevas generaciones de apoderados, sobre todo por su entrega profesional y la fidelidad a su torero para defender sus intereses por encima de cualquier cosa, un hecho que deja un vehemente ejemplo de su recia forma de proceder.
Tras la primera retirada de Eloy, por allá de 1985, "Don Rafa" apoderó al prometedor novillero Alfredo Padilla "Minuto", al que quería hacer a imagen y semejanza de Cavazos, pues no sólo poseía una talla similar y mucha raza, sino un concepto del toreo alegre y vistoso que conectaba pronto con el público. Por desgracia, aquel sueño se vio trunco con la repentina muerte de Minuto, aquejado de una enfermedad renal.
La figura de "Don Rafa" como apoderado ha sido respetada en todos los países taurinos, donde hizo grandes relaciones con los empresarios y apoderados más relevantes de tu tiempo, y fue un personaje que cubrió toda una época de la fiesta de México, país del que acogió su nacionalidad por allá de 1979, por instrucción directa del entonces presidente José López Portillo.
Desde estas líneas enviamos nuestro más sentido pésame a sus hijos Rafael, Anya y Mayra, así como a su esposa Martha, que estuvo al pie del cañón, en las buenas y en las malas, como una extraordinaria compañera de un hombre de carácter fuerte y firmes convicciones. Descanse en paz tan querido y respetado amigo.