Al ser una actividad del espíritu, la tauromaquia conecta con las personas en formas muy variadas. Nos atrae la estética de una corrida, pero también la majestuosidad del toro, la heroicidad del torero y el ambiente que se vive en la plaza. La afición va creciendo con los amigos y las relaciones que vamos construyendo en nuestra vida de taurinos. Aristóteles decía que el ser humano es un zoon politikon, es decir, somos seres sociables que nos desarrollamos a través de interacciones con los demás.
Un punto de inflexión en mi vida de taurino surgió a principio de los años noventa del siglo pasado. El afamado periodista poblano don Enrique Montero Ponce había inaugurado Radio Tribuna, una estación con una variada oferta de noticieros y programas hablados. Enrique Núñez, un joven abogado, aficionado a los toros, se acercó con don Enrique para proponerle un emisión radiofónica taurina. Montero Ponce le sugirió que me invitara. Y así surgió "Cargando la suerte", un programa de toros que transmitíamos lo sábados en Puebla.
Enrique Núñez destacaba por su dinamismo. No se quedaba quieto. Siempre estaba en busca de nuevas oportunidades. A los taurinos tradicionales les llamaba la atención que dos chavos (teníamos menos de veintitrés años) habláramos de toros. Así que nos invitaron a dar conferencias y empezamos a transmitir las corridas de la plaza "El Relicario". Conscientes de nuestras limitaciones en cuanto a conocimientos taurinos, le pedimos al maestro Raúl Ponce de León que nos acompañara como asesor y mentor.
Hicimos amistad con toreros, recorrimos plazas de la región, ganaderías y hasta viajamos a España. Recuerdo dos momentos especiales que conectan con lo que se vivió ayer en la Plaza México. Una de las entrevistas que más impacto causaron fue una que le hicimos al entonces joven promesa Arturo Gilio, antes de que se presentara en "El Relicario". Los tres teníamos, más o menos, la misma edad por lo que tuvimos una buena conexión. El carisma de Gilio cautivó a la afición y se volvió uno de los consentidos de los poblanos.
En España, acompañamos a Alejandro Silveti en su preparación previa a la presentación en el San Isidro de 1996. Fuimos a una tienta en una ganadería de Salamanca en donde estuvieron, además de Silveti, José Luis Bote y Mario del Olmo. Quizá ahí nació la amistad entre Enrique y Mario que, más de veinticinco años después, consolidaron con el debut de su ganadería anoche en la Plaza México, anunciada como Núñez del Olmo.
Enrique Núñez vigorizó su carrera como periodista. Los toros siguieron siendo su pasión, pero su dinamismo, capacidad de análisis y crítica lo hicieron destacar en otros ámbitos e incursionar en la prensa política. Emprendedor y con visión de negocios, incursionó como impresor y empresario de medios de comunicación. Grupo Editorial Intolerancia se ha convertido en el azote de los gobernantes.
Conociendo a Núñez, estoy seguro que debe estar contento por el debut de su hierro y por la vuelta al ruedo que dio en compañía de Arturo Gilio junior, pero no satisfecho por el juego que, en conjunto, dieron los novillos. Él sabe que una ganadería es un proyecto de largo plazo y no puede darse coba o dejarse ilusionar por un arrastre lento.
Como lo explica don Álvaro Domecq y Díez en su libro "El toro bravo" (Espasa-Calpe, 1985): "Y sólo así, cuando presencias cómo mueren muchos toros de esta guisa, se brinda una prueba inequívoca de cómo se ha afinado, afilado la raza y la selección, y sólo así, viéndolos nacer y vivir para morir, pueden adivinarse cuántas horas de afición, de pasión, amor y entrega quedan latentes en el ganadero español (o poblano, en el caso de Enrique), que cría para nuestra Fiesta, y lo consigue, un toro maravilloso".