Miguel Barroso Díaz Torre, hijo del inolvidable don
Luis Barroso Barona, debutará como ganadero en la plaza de Juriquilla, durante la novillada que está anunciada el sábado 29 de enero, con el hierro de
Río Tinto, ganadería procedente de
Jaral de Peñas.
De esta manera, será una divisa que se suma a la larga lista que están en manos de la familia Barroso, que hoy día son parientes ganaderos y que, en cierta medida, viene a evocar a la gran afición de la familia Domecq en España, que en ocho años cumplirán su primer centenario dedicados a la crianza del ganado de lidia.
Aquí en México, la historia de los Barroso ganaderos se remonta a 73 años de historia, pues fue en 1948 cuando los primeros hermanos Luis Barroso Barona y Luis Javier "Chacho" Barroso Chávez, adquirieron la ganadería de Torreón de Cañas a los hermanos Gurza, y fue así como este apellido se vinculó a una actividad tan complicada y apasionante del campo de México, que al cabo del tiempo siguió su curso con las ganaderías de San Miguel de Mimiahuápam y Las Huertas, respectivamente, y derivó en la fundación de otros hierros "emparentados".
Si el nombre de Julio Uribe Barroso había sido el último de la familia en formar una ganadería con aquel viejo hierro de Torreón de Cañas, y Rodrigo Barroso Cañedo, nieto de Chacho Barroso, había recuperado el hierro de Las Huertas, ahora, con la llegada de Miguel Barroso con su propio hierro, se amplía este círculo virtuoso que está unido por la complicidad y el mismo sentimiento.
"Ya somos como una plaga, caray (risas); pero hoy día hay 14 hierros en manos de toda la familia Barroso, unos que son parientes más cercanos y otros un poco más lejanos, pero todos estamos conectados por este mismo sentimiento que comenzaron mi padre y mi tío Chacho antes de que el siglo XX llegara a su primera mitad", comenta Miguel.
Desde pequeño, y por influencia de su padre y su hermano Juan Pedro, Miguel siempre quiso tener su propia ganadería, y fue hasta hace algunos años en que consiguió hacer realidad este sueño al que puso por nombre "Río Tinto", un nombre con un sabor poético, según explica:
"Leyendo un libro de historia minera me topé con el nombre de Río Tinto, y cierto día, ahí en el rancho donde está asentada Jaral de Peñas, un vaquero hizo un comentario de un arroyo cuya agua baja pintada un tanto de rojo, producto quizá de distintos minerales el subsuelo, que llega a ser más notorio cuando está en seca y se forman pozas o charcos que le dan al agua esta tonalidad. Así que, cuando escuché decir aquello, tomé la decisión de adoptar ese nombre para mi ganadería y cuyo hierro está inspirado en el de Mimiahuapam y el de Jaral de Peñas, con una B añadida, la primera de nuestro apellido".
Así fue como el hierro que tenían los hermanos Barroso registrado ante la Asociación de ganaderos con el nombre de Villa Mayor, y que ciertamente utilizaban muy poco, decidieron ponerlo a nombre de Miguel y cambiarle el nombre al de Río Tinto, ganadería formada con reses del mismo simiente que Jaral de Peñas, una interesante cruza del encaste San Mateo-Llaguno y del encaste Domecq, vía Torrestrella y Jandilla, que ya está en su fase de consolidación después de 25 años de trabajo continuado con un mismo concepto genético.
Se trata de 70 vacas de vientre distribuidas en tres empadres, y ya son tres años los que Miguel tiene herrando a su ganado con la marca de Río Tinto, y desde que comenzaron a nacer las primeras crías ha sido el encargado de dirigir las tientas de las hembras para hacer la selección de esta naciente ganadería, pero ya con su sensibilidad y su criterio, que no se encuentra tan alejado del de su hermano Juan Pedro, pero que busca conservar su independencia.
"El concepto ganadero que tenemos la mayoría de los Barroso que nos dedicamos a esto está inspirado en el trabajo de mi padre, eso es algo innegable. Sin embargo, cada uno ha tratado de imprimir su sello a lo que hace. Porque al final, en esto de la ganadería, tanto los aciertos como los errores son de quien toma las decisiones. Así que ahora llegó mi turno de tomar aquellas que considero más decisivas para encontrar ese toro que estoy buscando, y aunque siga conservando su origen tenga un toque distintivo".
Con el consejo de su hermano Juan Pedro, al que le une un inmenso cariño, y una confianza que permea en toda la familia, incluidos aquellos miembros de la misma que no son ganaderos, Miguel Barroso se siente confiado de seguir esos pasos que le aventajan en años de trabajo consolidado, serio, escrupuloso, pero que son motivo de satisfacción y ejemplo.
"Aunque vivo en Monterrey desde hace 20 años por motivos de trabajo, y el rancho me queda lejos, procuro ir cada dos semanas a ver el ganado, a supervisar su crianza, a revisar que todo marche como se debe, y es algo que me motiva hacer ya por mi cuenta, a la espera de conseguir los primeros resultados con este hierro de Río Tinto. Eso siempre será algo motivante, así que pretendo seguir esas enseñanzas de mi padre, y escuchar los consejos de mi hermano, para poder emular sus éxitos, y también aprender de los fracasos, que en esto de la ganadería suele haber más que de aquellos", comentó.
Y su primera prueba será en la plaza de Juriquilla, el próximo sábado 29 de enero, donde los colores de su divisa (morado, amarillo limón) lucirían en los morillos de los ocho novillos que serán lidiados por el rejoneador Tarik Othón, Arturo Gilio, Jorge Martínez y Manuel Perera, en punto de las 17:00 horas.
El compromiso es fuerte, pero el abolengo, el trabajo y la afición sustenta el dicho. Y que vengan los triunfos con Río Tinto, para que este nombre sea un caudal de bravura que aporte su valor a la Fiesta de México. Así que, ¡mucha suerte, ganadero!