Pedrés nació en la localidad albaceteña de Hoyavacas, el 11 de febrero de 1932, en el seno de una familia de labradores, hasta que decidió abrazar la carrera taurina y probar suerte en las capeas de los pueblos, siguiendo el mismo y duro comienzo de los maletillas de la época.
Después de unos años como novillero, se doctoró en Valencia el 12 de octubre de 1952 de manos de Miguel Báez "Litri", que esa tarde, precisamente, cumplía dos años de haberse doctorado de manos de Joaquín Rodríguez "Cagancho" en dicho escenario, y fue la influencia del propio Litri la que permeó en su estilo valiente.
Al estilo de Pedro Martínez se le dio en llamar entonces como "tremendismo", un calificativo que cundió pues definía perfectamente esa búsqueda constante de la emoción a través de pases angustiosos y efectistas que impresionaran a las masas, con geometrías incluso al margen del clasicismo, como en los pases por la espalda de su invención y que se bautizaron como la "pedresina" y "el fallero".
A la Plaza México vino a confirmar su alternativa el 20 de diciembre de 1953, siendo su padrino Jaime Bolaños, que acababa de doctorarse de manos de Juan Silveti, el padrino que cayó herido en el segundo toro de la tarde, de la divisa de Zacatepec, y eso le impidió ratificar el doctorado de Pedrés en el tercero.
El gran escritor y periodista catalán Néstor Luján, en su referencial "Historia del Toreo", definió a Pedrés como un torero "serio, adusto y melancólico, que tuvo el secreto de la espectacularidad pasiva", aludiendo a esa vocación irrenunciable de quietud y máximo ajuste con los toros ante su impasible figura.
Como matador de toros, el diestro de Albacete tuvo menos éxitos en sus primeros años, por lo que, tras una grave cornada en un pulmón sufrida en San Sebastián, se retiró durante un par de temporadas para iniciar después una larga etapa de idas y venidas, ya más templado y clásico en sus formas y en la que solía abrir a Manuel Benitez "El Cordobés" hasta su despedida definitiva en Hellín, el 1 de octubre de 1965.
Ya fuera de los ruedos, y después de haber abierto el camino para una larga lista de toreros de su tierra, Pedro Martínez ejerció como empresario de las plazas de Valencia y Albacete, pero fundamentalmente también como ganadero, con el hierro que puso a nombre de su hijos, por lo que alternaba sus estancias entre su finca de Ciudad Rodrigo y su domicilio en Madrid, frente al templo de Debod.
Los restos de Pedrés descansan ahora en el tanatorio La Paz, de la localidad madrileña de Alcobendas, donde mañana se celebrará su funeral a las cinco de la tarde. Descanse en paz.