artífice de Tauromagia Mexicana, falleció anoche alrededor de las 22:00 horas en el Hospital Ángeles del Pedregal de la Ciudad de México, a los 59 años, como consecuencia de una larga enfermedad hepática y nefrológica contra la que luchó en los últimos años con una enorme entereza, y su partida ha causado una honda pena en el medio taurino.
Julio Esponda Ugartechea nació en la ciudad de Oaxaca el 26 de marzo de 1962. Era egresado de la Escuela Libre de Derecho y fue uno de los fundadores del prestigiado despacho de abogados "Zinser, Esponda y Gómez Mont, S.C.", donde trabajaba desde 1992 con gran profesionalismo y entrega, siendo uno de los penalistas más destacados de México.
Asimismo, ejercía como maestro en distintas instituciones tales como su alma mater, "La Libre", desde 1994, y en la Universidad Anáhuac del Norte, donde impartía cátedra sobre Derecho Penal.
Desde joven se aficionó a los toros con algunos compañeros de la universidad, entre los que se encontraba el que iba a ser presidente de México, Felipe Calderón. Andando el tiempo, conoció a Enrique Martín Arranz, apoderado del maestro José Miguel Arroyo "Joselito", así como a Eduardo Martínez Urquidi, el ganadero de Los Encinos, y conjuntamente con ellos y algunos otros entusiastas aficionados, como Benigno Pérez Lizaur o Miguel Valladares, ganaderos de Santa María de Xalpa, o Manuel Villalvazo, crearon Tauromagia Mexicana para sacar toreros en México.
Y aunque parecía una tarea muy difícil, lo consiguieron y con excelentes resultados, gracias a un magnifico equipo de trabajo en el que, en su día, participaron toreros como Carlos Neila, Mario Zulaica, Alberto Elvira o Juan Cubero, entre otros colaboradores cercanos que también aportaron sus dedicación y conocimientos al proyecto.
Por las filas de esta "escuela" sui generis pasaron muchos aspirantes, de los que siempre brillaron Octavio García "El Payo", Mario Aguilar, que en paz descanse, y Arturo Saldívar, así como Sergio Flores, que se integró años más tarde después de haber aprendido a torear en su Tlaxcala natal.
"Esponda", como se le conocía cariñosamente, estuvo siempre muy cerca de ellos como amigo y asesor taurino, pues tenía don de gentes y sabía negociar, ya que se trataba de un hombre inteligente y sensible que, con el paso de los años, aprendió mucho del medio taurino que tanto le apasionaba, además de que siempre estuvo atento a ayudar a diversas causas con gran generosidad.
En las plazas era frecuente verlo ya fuera en el tendido, como un aficionado más, o en el callejón acompañando a El Payo o Sergio Flores, mayoritariamente, para los que fue más que un amigo cercano, pues veló por sus intereses y los apoyó mucho, con astucia y discreción.
Desde aquí enviamos nuestro más sentido pésame a su esposa Eugenia Saucedo, así como a sus hijos Julio y María Eugenia, y el resto de su familia y amigos. Descanse en paz tan entrañable personaje, que demostró que en los toros se pueden hacer cosas importantes y trascendentes.