El ganadero
José Garfias de los Santos falleció hoy en su casa de San Luis Potosí, alrededor de las 02:30 horas, a los 79 años, como consecuencia de una larga enfermedad respiratoria, y con su partida se cierra la brillante historia de los tres hermanos, al lado de
Javier y
Marco, tan representativa de este estado.
Pepe Garfias nació en San Luis Potosí el 13 de junio de 1941, y desde muy joven sintió el llamado del toro de lidia, gracias a la gran influencia que su hermano mayor, Javier, había significado para él, y fue por allá de 1966 cuando siendo todavía muy joven, formó su ganadería en la parte de los vastos terrenos que le habían correspondido en Villa de Arriaga, y con el hierro de De Santiago, la casa madre.
Evidentemente, el primer pie de simiente, que adquirió en sociedad de su hermano Marco, el arquitecto de refinado trato, estaba compuesto por 80 vacas y dos sementales con el hierro de Garfias, que ya para entonces apuntaba ser una de las herederas de la mejor estirpe del legado de encaste San Mateo-Llaguno.
Diez años después Pepe y Marco decidieron separarse, y fue así como el segundo creó su propio hierro y comenzó a lidiar a su nombre. A partir de entonces, el más pequeño y bohemio de los Garfias comenzó a criar un tipo de toro que gustaba mucho a los toreros.
Y gracias a ese talante "torerista" y su forma de sentir el toreo, consiguió criar un toro de mucha calidad que, durante un par de décadas, fue pieza clave en las temporadas de las plazas más importantes del país, además de convertirse en un proveedor de sangre para muchas ganaderías que durante esos años se formaron con vacas y sementales con el hierro de la "T" y la "G" coronadas.
Su debut como ganadero fue en la plaza "El Progreso" de Guadalajara en el año de 1966, y se presentó en la Plaza México el 23 de agosto de 1970 con una novillada que estoquearon Jaime Rivero "El Húngaro", Adrián Romero y Joaquín Leal, que años más tarde sería apoderado de David Silveti.
Pero su auge comenzaría en la década siguiente, una vez que lidió su primera corrida en el coso de Insurgentes, hecho que tuvo lugar el 9 de octubre de 1983, con un cartel compuesto por Rafael Gil "Rafaelillo", Guillermo Capetillo y Ernesto Belmont.
De la mano de figuras como Eloy Cavazos, José Mari Manzanares, Pedro Gutiérrez "El Niño de la Capea", David Silveti, Miguel Espinosa "Armillita" o Jorge Gutiérrez, entre muchos otros, tanto mexicanos como españoles, comenzó una importante escalada de triunfos que lo llevaron a ser indispensable en las grandes citas, y fue entonces que cosechó logros significativos en esas plaza de jerarquía, gracias a las faenas que los toreros les cuajaron a sus toros.
El primer rabo en La México lo cortó Ricardo Sánchez al toro "Capitán", el 22 de febrero de 1984, y más tarde Jorge Gutiérrez, el 20 de abril de 1996 a "Salmantino", al que desorejó. El 3 de marzo de 1991, Manzanares cuajó una soberbia faena al toro "Zorro", cárdeno claro, de bella lámina, aunque sólo le cortó una oreja, pero dejó constancia de que esta casa ganadera se fundía muy bien con su concepto del toreo.
En esa época también un juvenil Arturo Gilio cortó un rabo el 5 de febrero de 1992 en La México, precisamente el del toro "Genovés", la tarde de su alternativa, un hecho que no ha vuelto a suscitarse en la capital el día de la ceremonia de un doctorado. Y el 26 de marzo de 1995, Armillita, que quizá fue uno de los amigos más íntimos de Pepe, como lo fueron David y "El Capi" Ramírez, inmortalizó a "Vidriero", al que le cortó el rabo.
El 6 de diciembre de 1998, Julián López "El Juli" eligió esta divisa para confirmar su alternativa, muestra de la confianza en el trabajo de Pepe Garfias. Y cinco años más tarde, Fermín Spínola se topó con "Vinatero", al que indultó en La México el 2 de marzo de 2003, el único de este hierro al que se le ha perdonado la vida en dicha plaza.
Y de los triunfos más recientes que dejaron una profunda huella fue el de José Miguel Arroyo "Joselito" con "Valeroso", al que el torero madrileño le hizo una de esas faenas para la historia, ocurrida el 26 de noviembre de 1996 en la Plaza México.
En años más recientes, las nuevas generaciones disfrutaron de los toros de esta divisa, como el caso de Eulalio López "Zotoluco", que cuajó varios ejemplares en plazas como "Tintorro" en Aguascalientes y otro más en León, los dos indultados, y más cerca en el tiempo Joselito Adame le perdonó la vida al "Palomo" en Moroleón, el 16 de enero de 2016, y al año siguiente, el 16 de enero, Diego Silveti hizo lo propio con "Gambusino" en la misma plaza.
A diferencia de su hermano Javier, que siempre apostó por un toro más encastado, aunque sin perder nunca de vista la nobleza de la sangre sanmateína, Pepe creó un toro pensado para el toreo de arte, de embestida despaciosa, con ritmo y humillación que, cuando salía bueno y tenía fondo, gustaba tanto por el deleite que suponía para los toreros.
A lo largo de los años también fundó los hierros de Pepe Garfias y Santa Isabel, y aunque muchas veces los toros se lidiaron con el hierro principal, el de De Santiago, indistintamente se los nombraba como toros de "Pepe Garfias", para diferenciarlos de los de su hermano Javier, que siempre lidió simplemente como "Garfias".
De un tiempo a la fecha, y aquejado de esa enfermedad respiratoria que minó mucho su condición física, dejó de emplear todo el tiempo que hubiese querido dedicar a su ganadería, a la que se entregó con verdadera entrega, siempre pensando en ese toro soñado que tantos y buenos dividendos le aportó a lo largo de su brillante trayectoria como ganadero con la divisa rojo y oro que ondeó con orgullo en los morillos de sus toros, cuya lista de ejemplares inmortalizados es muy abultada.
Con su partida se cierra una época de esos ganaderos jóvenes y emprendedores que siguieron las enseñanzas de los maestros, en este caso de Pepe, la de su querido hermano Javier, aunque él siempre procuró imprimir un sello propio a sus toros, los que mantuvo con tanto mimo, esfuerzo y dedicación en los áridos potreros de la famosa finca familiar de De Santiago, de donde saldarán los toros que se lidiarán este sábado en la plaza "La Luz" de León.
Desde estas breves líneas enviamos nuestra sentido pésame a sus hijos Pepe, Isabel y Santiago, así como a su viuda, doña Isabel Montero, a los que deja un legado de suma relevancia, y el recuerdo perenne de un hombre que siempre vivió, parafraseando a Juan Pedro Domecq Solís, enamorado del "toro artista". Descanse en paz.