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El rotundo triunfo de Curro Rivera en Sevilla

Lunes, 19 Abr 2021    CDMX    Horacio Reiba | La Jornada de Oriente   
Hace medio cortó tres orejas y salió a hombros de la Maestranza
Sabido es que la afición mexicana vive al día y al día con día dedica lo que en materia de interés y energías le van quedando. Por ese proceder y derrotero se han extraviado en la nebulosa del olvido gestas como la de Curro Rivera en la sevillana Feria de Abril de 1971, cuando el hijo de Fermín les cortó a los toros de Fermín Bohórquez nada menos que tres orejas, por más que la victoriosa salida en hombros se cumpliera a través de la puerta de cuadrillas y no por la del Príncipe, cuyo portero no quiso abrir el mítico cerrojo para que por ahí saliera el mexicano.

Nada nuevo, como tampoco es de extrañar que la copiosa literatura española haya silenciado la indudable gesta riverista, pero que seamos nosotros igual de desmemoriados es algo que oscila entre la inconsciencia y la falta de autoestima. Así que poco derecho tenemos de reprochar el tradicional ninguneo hispano cuando tampoco somos capaces de reivindicar las gestas de nuestros propios toreros.

Cartel

Para la quinta corrida de feria en las Pascuas de 1971 partieron plaza en la Maestranza el legendario Curro Romero, Victoriano Roger "Valencia" y Francisco Martín Rivera Agüero, nuevo en dicha plaza, originario de la Ciudad de México (17-12-51) e hijo del maestro potosino Fermín Rivera, de grato recuerdo para la afición sevillana. Iban a despachar una corrida de Fermín Bohórquez de finas hechuras y 512 kilos de promedio. En el sorteo, el banderillero mexicano Juan Vázquez había extraído del sombrero un trozo de papel cigarro con los números 45 y 35, correspondientes a "Zalamero" (466 kilos.) y "Gavilán" (544 kilos). Al calor de aquel domingo y con semejante cartel, el lleno estaba garantizado.

La crítica hispana

Para Antonio Díaz-Cañabate, a Curro Rivera "le correspondió el mejor toro de los seis: el tercero… Buena faena la de este otro Curro, tan entusiasta como valerosa. Le faltó temple, reposo, lentitud, quizá por sobra de coraje… nos sorprendió con una gran estocada que le agradecimos en el alma… Bien podrá vanagloriarse de que el primer toro que lidió en Sevilla rodó sin puntilla de una soberbia estocada. Al sexto no lo entendió… el toro quería irse y Curro Rivera le daba ocasión, con pases sueltos, para que se fuera. Era además tardo y lo ahogaba, buscando el fácil efecto. Lo mató muy bien, aunque no tanto como al anterior". (ABC, 20 de abril de 1971).

La verdad es que este "Gavilán" resultó tan rematadamente manso que en más de una ocasión, citado con la mano zurda por el pitón izquierdo, escapó, completamente acobardado, fugándose hacia tablas por detrás del torero mientras éste permanecía impávido en su sitio. Era un toro para abreviar al que Curro Rivera se empeñó en torear, con sumo valor pero también con recursos de la mejor ley. Y los sevillanos, sensibles a su esfuerzo, lo reconocieron pidiendo y obteniendo para él la tercera oreja de su triunfal debut.

El anónimo cronista de la revista "El Ruedo" no coincide con Cañabate en lo referente al ganado: "El mejor fue el primero. El segundo también se dejó torear. Los peores, con mucho, el quinto, que le tocó a Victoriano Valencia, y sobre todo el sexto, que lidió Currito Rivera".

Sobre la actuación del mexicano con el tercero afirma que “en esta quinta de feria sevillana el mejicano (sic) ha brillado a gran altura… su fuerte es un valor a prueba de cien mil pitones, garra y ganas por escalar el primer puesto… entre los matadores del país hermano. Arriesgó siempre mucho, llegando a citar en la misma cara del toro cuando éste no obedecía la invitación del matador, y además ofreció pases con ambas manos de indiscutible mérito. Faena completa, porque redondeó todo con una formidable estocada que hizo rodar de inmediato al toro sin puntilla. La plaza se llenó de pañuelos blancos y a sus manos fueron a parar las dos orejas". ("El Ruedo", semanario, 20 de abril de 1971).

"No tuvo suerte con el último toro el diestro mejicano… muy suelto desde el principio y que llegó a la muleta haciendo caso omiso a las enormes ganas del torero, que salió a por todas y se recorrió el anillo tras el enemigo hasta en tres ocasiones. El mansurrón huía y el torero de casta no abandonaba su enorme porfía. Sacó muchos pases, aislados, de mérito. Lo más destacable fue su tremenda garra… Mató muy bien y el premio al pundonor y a la valentía fue una oreja, con lo que contabilizaba tres… Campeón hasta ahora en lo que va de la feria, salió en hombros." (Ídem).

Para Don Fabricio II: "dieron buen juego el que abrió plaza y el quinto. El tercero pareció mejor de lo que era por la manera de torearlo del debutante mexicano… el sexto manso integral, huido, aunque sin malas intenciones… Curro (Romero) y Currito, felices animadores de la tarde, han alcanzado, para deleite de la afición, altos niveles de torería". (ABC, Edición de Andalucía, 20 de abril de 1971).

Habrán notado ustedes las divergencias al enjuiciar el juego del ganado en que incurrieron los tres reputados revisteros españoles. En nada coinciden.

Alternantes

Seguimos con Don Fabricio II: "Curro Romero, en auge de ánimo e inspiración, ha realizado con el toro que rompió plaza una faena pletórica de exquisitez: ha toreado con sentimiento e inteligencia". En cuanto a Victoriano Valencia, Díaz-Cañabate fue lapidario: "Se envolvió en la niebla taurina en sus dos toros. En el quinto oyó un aviso". Hay que señalar que Curro Romero le cortó la oreja al abreplaza, tercera suya en otras tantas corridas. Con el cuarto se desconfió mucho  a partir de una voltereta.

Corresponsales viajeros

Dos excelentes cronistas, llegados desde México para reseñar las primicias de la campaña española de Currito Rivera, dejaron buena constancia de su debut sevillano. Nos referimos a José Alameda y Manuel García Santos, nacidos ambos en España pero afincados de antiguo en nuestro país como para hacer una interpretación de lo visto más apegada a nuestro léxico y a nuestro modo de ver y sentir el toreo que las de los revisteros hispanos.

José Alameda

Para empezar, esta cabeza: "Currito hizo riverista a Sevilla". Luego los pormenores: "Al tercer toro, tras de recogerlo con gracia y con medida, le dio en los medios varias verónicas auténticas, de compás abierto y manos bajas… El picador potosino Pascual Meléndez picó en lo alto. Y el banderillero mexicano Juan Vázquez dejó un gran par. No querían desentonar del matador. Brindó Curro a todo el público. Primeros pases por alto, cerca de tablas, sin enmendarse. Luego el de trinchera y el de la firma. Y a los medios otra vez… toro que se resiste y quiere quedarse debajo. Pero Curro tira de él en los derechazos… lo aguanta y lo obliga a reanudar. Se lo echa por delante en los de pecho. Le corre también la mano izquierda. Un molinete y vuelve a engranar derechazos. Y todo con la emoción que nace del peligro visible del toro, que adelanta por el pitón derecho de forma inquietante. Pero el torero lo aguanta, la música zumba, las aclamaciones se suceden. Manoletinas de gran verticalidad y ajuste. Y cuando Curro se perfila, se hace un silencio profundo. El torero entra por derecho, la espada queda en lo alto, el toro rueda. La plaza se pone blanca, Sevilla se entrega. Y le dan a Curro Rivera las dos orejas".

"El sexto, manso, se refugió en tablas. Y allí, Curro le hizo una faena de pelea en que lo acorralaba. Y de tanto brillo dramático que el toro retrocedía ante la acometividad del torero. Lo tumbó de una estocada tendida. Y le dieron otra oreja, para alzarlo de inmediato en hombros". (El Heraldo de México, 19 de abril de 1971).

Manuel García Santos

"Cuando Currito, templado y garboso, lleva el toro al caballo, estalla la ovación… Pascual Meléndez le tira el palo, lo coge en los altos y pone un puyazo que arranca clamores de los tendidos. Buen comienzo… Currito le brinda a toda la concurrencia su faena. En el cuarto muletazo está el público en pie. Ya no se sienta nadie durante la faena, que es toda ella ligada, aguantando horrores, tirando del toro y rematando con duende. La ovación es ya un clamor. Torea Currito con la mano derecha y con la izquierda. Encela al toro y se encela él, y la faena le sale redonda. Cuando liga el natural con el de pecho, las ovaciones restallan como latigazos. Y cuando le junta las manos el toro, Curro monta la espada, se va tras ella y la entierra en el morrillo. Rueda el toro y la plaza es un manicomio. Primer toro que ha rodado sin puntilla en la feria. Dos orejas…

El sexto es muy manso. Se sale de la raya el picador porque el toro no va. Se cambia el tercio, la mansedumbre y el peligro se acentúan. Ya están Curro y el toro solos. Hay en la labor del mexicano arte, emoción y angustia. Por donde pasan el toro y el torero se va levantando en oleadas el público. Y cuando Currito entierra la espada, la ovación hace trepidar la plaza. Se piden para él las dos orejas. El presidente concede una y le silban. Bajan al ruedo aficionados que elevan a Currito sobre sus hombros y le dan dos vueltas al ruedo".

"Curro Romero torea entre ovaciones al primero. A mí no me convence. Corta mucho el toreo. Aguanta poco en la cara del toro y en el muletazo hay el propósito de componer la figura más que firmeza y ligazón. Mata de una estocada y en los tendidos se desata la locura –¡cómo lo quieren!–. Corta una oreja. La algarabía llega hasta Camas… Romero y Valencia, en los otros toros no hicieron nada. Romero, con mucho miedo y mal matando, recibe la absolución del público. Valencia ha llegado al grado de escuchar un aviso. Pero gracias a Currito Rivera, que ha emocionado a Sevilla, la feria cobra interés". (El Sol de México, 19 de abril de 1971).

Jurado localista y magro futuro

Cuando concluye la feria, Pepe Alameda lamentará el reparto de premios acordado por lo que llamó "El juradito de Despeñaperros para arriba".  Le escandaliza, sobre todo, que les haya pasado de noche la gran estocada de Curro Rivera a "Zalamero", el toro de las dos orejas. Y que como triunfador hayan designado a Curro Romero, que sumó las mismas tres orejas que Rivera pero repartidas en tres tardes. Currito sólo toreó dos, y en la segunda, sin toros, se hartó de pinchar. Ya sólo volvería a Sevilla para participar en dos corridas más, en abril del siguiente año, sin mayor fortuna.


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