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Bravura mexicana

Sábado, 06 Mar 2021    Guadalajara, Jal.    Antonio Casanueva | Foto: Sainos   
"..La bravura de un toro es equivalente al valor de un torero..."
La semana pasada una fotografía encendió las redes sociales taurinas. La escena es un concurso de ganaderías en la en la plaza "La Taurina" de Huamantla. Se ve al toro "Sapito" de Zacatepec arrancándose al caballo a una distancia de más de cinco metros. Cuando un toro se arranca de largo al caballo anuncia su bravura. "Sapito" iba con la cara baja y demostraba ritmo, agilidad y velocidad. En fotos posteriores se ve que embistió al caballo humillando y empujando con mucha fuerza.

El toro sorprendió desde la salida por su trapío. Don Bernardo Muñoz Reynaud, ganadero de Zacatepec, me explicó que el toro estaba puesto desde el año pasado, lo habían reservado para una corrida de rejones, pero la pandemia hizo que se quedara pastando unos meses más. Pero lo que más emocionó al público tlaxcalteca fue que "Sapito" arrancó con prontitud, decisión, vehemencia y galope. Demostró movilidad, recorrido, ritmo y agilidad.

Mientras eso sucedía, yo veía como una becerras de San Mateo, San Lucas y San Marcos luchaban por su vida. Todos los que observábamos el tentaderos sabíamos que cualquier indecisión o defecto de las vacas iba a costarles la vida. Y es que don Ignacio García Villaseñor dirige sus tientas con romanticismo y rigurosidad. No sé da coba. Sabe que la alta exigencia es el eje de una ganadería. Una tienta es un examen, una especie de juicio final. José Carlos Arévalo explica en su libro "Vida y lidia del toro bravo", que las tientas son épicas. El animal no es reo sino aspirante a la vida brava. La lucha es afirmación de vida y aplazamiento del instinto de muerte.

La agresividad del toro es innata. Los antecesores del toro de lidia acometían con ofuscación y fiereza. Pero la bravura es algo más. Es producto de años de cultura (la palabra cultura proviene del latín "cultivo o crianza") y del cuidado genético. Desde principios del siglo pasado, generación tras generación, cada individuo ha sido analizado por sus comportamiento y clasificado según su particular reata. Una meticulosa codificación que conforma los encastes y linajes de cada ganadería. La bravura de un toro es equivalente al valor de un torero. Un toro bravo es mucho más que un toro agresivo. Bravura implica fijeza, transmisión, fuerza, clase, movilidad y nobleza.

Después de lo sucedido en Huamantla con el toro Sapito, el buen aficionado tapatío Óscar Casto Palomino escribió en una de sus redes sociales que sería interesante ver una feria con toros de Zacatepec, Pepe Garfias, San Mateo, entre otras. Un clamor de muchos aficionado para que el toro bravo mexicano regrese a las plazas de primera. Y es que desde hace años nos hemos acostumbrado a lo que Horacio Reiba ha denominado "el post toro de lidia mexicano", un animal anquilosado que ha ido distanciando al público de las corridas de toros.

El toro bravo embiste, hiere y mata porque esa es su manera de vivir. Ser bravo es la razón de su existencia y constituye su esencia. Vive para enfrentar a un adversario y derrotarlo. Vargas Llosa dice que privar a un toro de lidia de su bravura, volverlo manso e inofensivos sería condenarlo a su desaparición, volverlo a la nada. El escritor peruano lo argumentaba como defensa a la tauromaquia, pero sirve también como llamado a aquellos ganaderos que han ido cediendo a la exigencias de comodidad de algunos toreros que confunden nobleza con docilidad.

La nobleza de un toro deriva de su bravura. Representa claridad y franqueza. Un toro noble es el que obedece a los toques de los engaños y embiste planeando, es decir, cada pitón va con rectitud y humillación. Decíamos que la bravura de un toro es equivalente al valor de un hombre, así que el toro bravo responde al estímulo del cite, sin dudar, con prontitud y celo. Noble, según la RAE, es un individuo preclaro, ilustre, que aventaja a los demás de su especie por sus cualidades. Así que confundir nobleza con docilidad es un despropósito de la crianza de toros de lidia que provocaría su desaparición.

Los aficionados asistimos a la plaza a disfrutar de la majestuosidad del toro que combate con el torero. Para Tierno Galván, quien concurre a una corrida de toros asume "que el toro vive en el ruedo una gloriosa aventura coronada por la mayor concesión que el hombre puede hacer al animal: la lucha franca e igualada; al toro no se le caza, se le vence". La lidia respeta la dignidad del toro, por eso, cuando el aficionado estima que el toro ha combatido con la nobleza, bravura y poderío –como lo hicieron en Huamantla el sábado pasado– grita desde lo más hondo de su ser: "¡Toro! ¡Toro!".


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