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Efemérides: Morir en torero

Sábado, 23 Ene 2021    CDMX    Redacción | Foto: Archivo   
A 20 años del fallecimiento de Curro Rivera
Curro Rivera murió en torero. En medio del campo bravo y en las labores de tienta, el maestro dejó de existir un triste 23 de enero de 2001, mientras se preparaba con ilusiones renovadas en el rancho La Alianza, ubicado en Ojuelos, Jalisco, donde se afinca la ganadería familiar.

Recién cumplía los 49 años, pues Francisco Rivera Agüero nació el 17 de diciembre de 1951. Un infarto fulminante al miocardio terminó con su vida, ahí, en medio del aroma más profundo de las labores camperas, de la forma en la que quizá a todos nos gustaría morir... haciendo lo que más nos apasiona.

Corría la versión en el entorno taurino que Curro se preparaba para reaparecer de luces en la Plaza México esa misma Temporada Grande. Ya desde el año anterior había tomado la decisión de volver a los ruedos y toreó algunas corridas, e incluso antes de su muerte tenía en puerta una en Morelia, Michoacán, siendo apoderado en esta nueva etapa por el maestro Jaime Rangel.

Fue en el coso de Insurgentes donde semanas antes, en el Festival del Teletón, había dejado gratísimas sensaciones al cortarle dos orejas a un novillo de Arroyo Zarco. Aquella fría noche del 30 de noviembre trajo a la memoria, inclusive, sus cites psicodélicos tan característicos, y salió a hombros junto con El Juli y el rejoneador Andy Cartagena.

La última actuación de Curro Rivera fue el 25 de diciembre de 2000, en Uriangato, Guanajuato, aquel Día de Navidad desorejó a sus dos toros, de la ganadería de Joselito Huerta. Dio así la que a la postre sería su última vuelta al ruedo, acompañado en el cartel por los matadores Rafael Ortega y Fermín Spínola.

La trayectoria de Curro Rivera, en la que se consolidó como figura del toreo y abrió dos veces la Puerta Grande de Madrid, tuvo su despedida el 15 de noviembre de 1992, cuando dijo adiós acartelado con José Ortega Cano y Miguel Espinosa"Armillita", cortándole las orejas a un ejemplar de Julio Delgado.

Regresó a los ruedos por una sola tarde para darle la alternativa a Miguel Lahoz, en San Luis Potosí, el 1 de enero de 1995, fungiendo Jorge Gutiérrez como testigo de la ceremonia. Volvió a torear el 27 de agosto de 2000, de nueva cuenta en la plaza "El Paseo", donde doctoró a Fermín Spínola y Óscar López Rivera.

A partir de ese momento, Curro Rivera toreó algunas cuantas corridas más, hasta su muerte. La huella que dejó el maestro no se borra a pesar de su no existencia física, y el legado que dejó en la Fiesta lo convierte en una de las figuras más relevantes en la historia de nuestra tauromaquia.

Hace 20 años se fue uno de los referentes de la segunda mitad del siglo XX. Curro, siempre sonriente, es de los pocos espadas nacionales que ha superado la barrera de las mil corridas (1660 es el número exacto que varias fuentes manejan) y estará por siempre en la memoria de aquellos que le vieron torear.


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