Don Moisés Zárate falleció el viernes 10 de julio en su casa de la Ciudad de México, de causa naturales, y a los 90 años de edad, luego de una fructífera existencia en la que también incluyó su paso por las filas novilleriles cuando era uno de tantos soñadores de gloria de finales de la década de los cuarentas.
Don Moisés nació en Aguascalientes el 22 de marzo de 1930 y desde pequeño se aficionó a los toros tras asistir a un festejo en la plaza "San Marcos". A partir de entonces comenzó a entrenar con los torerillos de la época y así fue como llegó a torear varias novilladas bajo el apodo de "El Sanmarqueño".
En esa etapa trabajó en distintos oficios para tratar de dar continuidad a su afición taurina, y luego vino a vivir a la capital, donde conoció a Amado Ramírez "El Loco", con el que trabó una estrecha amistad, en los años en que este singular torero ya andaba dando guerra como novillero y gozaba de un magnífico cartel.
Al ver truncada su ilusión de ser torero, don Moisés se inscribió como estudiante de una carrera técnica en ingeniería mecánica, y esa base de disciplina le sirvió para conseguir distintos trabajos en empresas destacadas como Euzkadi. Más tarde trabajó en Televisa y en el Estadio Azteca. Siguió asistiendo a los toros con ese entusiasmo tan genuino que le caracterizaba, y lo mismo al futbol, siendo el América el equipo de sus amores.
A lo largo de los años hizo amistad con otros toreros, como Manuel Capetillo, al que conoció por conducto de don Emilio Azcárraga, y más tarde también se relacionó con Curro Rivera, Mariano Ramos, Manolo Mejía o Eulalio López "Zotoluco", entre otros, con los que compartió días de campo y sabrosas tertulias de sobremesa, con ese carácter abierto, franco y simpático, que desprendía su agradable forma de ser.
Por allá de 1976 estuvo involucrado con las corridas que se organizaron en El Palacio de los Deportes, cuando la empresa Promotora Nacional de Espectáculos, una filial de Televisa.
Durante mucho tiempo se dedicó a la publicidad, con la estrecha colaboración de su hijo Edgar desde hace varios años, y nunca desaprovecho la ocasión de inculcar su afición taurina a sus cuatro hijos. También ayudó a varios novilleros, especialmente al Niño de San Juan, por allá de comienzos de los años noventa, cuando éste comenzaba su carrera.
Desde estas líneas enviamos nuestro más sentido pésame a la familia Zárate Vargas, compuesta por Edgar, Mauricio, Rocío, Verónica y América, y el recuerdo, desde luego, para quien fuera su esposa, doña Emma, que lo acompañó siempre a lo largo de muchas décadas hasta su fallecimiento, acaecido en 2013. Descanse en paz tan estimado amigo y excelente taurino.