Este libro narra la historia de Jorge Aguilar González que nació en la legendaria ganadería de Piedras Negras, al filo de las cuatro de la mañana del 29 de abril de 1927, rodeado durante sus primeros años, de juegos infantiles y de aquellas cabezas de caballito caladas en madera que se sujetaban a un palo de escoba.

El famoso Ranchero, bautizado así por José Jiménez Latapí "Don Dificultades" lidió su primera becerra de forma completa a los seis años de edad y pronto demostró una precoz intuición que años más tarde se tradujo en dominio y valor, en suma a la simbiosis de un arte estético y sentimental.

Confusión, estupor y llanto le causó la muerte de don Viliulfo González, aquella tarde de agosto de 1941, cuando la carrera del toro se cruzó con la trayectoria del famoso coleador e hizo caer a la yegua encima de su jinete, quebrando el cuello del amo y dejándolo sólo con apariencias de vida.

Carlos Hernández González será el encargado de adentrar al lector en esta obra que se conforma de 24 capítulos que muestran la vida de aquel hombre de mirada penetrante con acento grave y pausado que tomó la alternativa de manos de Manolo Dos Santos, quien le cedió el toro "Cartonero" de La Laguna, bajo el testimonio de Jesús Córdoba.

Esta pieza biográfica que se concatena de manera cronológica, se enriquece con amenos relatos y anécdotas al lado de su esposa Tere Muñoz y sus hijos Paloma, Cristian, Gabriel y Jorge, trayecto que comienza desde sus antecedentes familiares y su permanente relación con Piedras Negras, donde se erigió como gran tentador.

Con fotos y programas de mano, aparecen los pormenores sobre sus temporadas mexicanas, relato de triunfos, cornadas y sinsabores, donde sobresalen sus tres rabos en la Plaza México, a toros de San Mateo, La Laguna y Santo Domingo, actuaciones ocurridas entre las temporadas de 1952 y 1961.

Se incluye también su aventura española que quizá alcanzó su máxima cresta en 1953, por caso y ejemplo la tarde del 12 de julio en Pamplona, cuando cortó las orejas al segundo toro de su lote, al lado de Antonio Bienvenida y Julián Marín, obra que desató los elogios por parte del Premio Nobel norteamericano Ernest Hemingway.

Sus colegas, discípulos y quehacer posterior al retiro, acompañan la obra del torero que murió de un infarto fulminante en el mismo terreno donde 53 años antes Margarita Benítez, cigüeña oficial del rumbo, ayudó a Ignacia González a traer al mudo a aquel niño moreno claro y de cejas pobladas, de acuerdo a la descripción que se asentó en su acta de nacimiento.

Hernández González, Carlos. "Jorge Aguilar “El Ranchero". Un gran torero, un gran hombre”. CONACULTA.  Instituto Tlaxcalteca de Cultura. 2015.