A un par de días de cumplirse el centenario de la muerte de Joselito El Gallo, cabe recordar la importancia de Rodolfo Gaona y la relación entre ambos durante la Época de Oro del toreo en España, cuando encabezó muchos carteles por delante del sabio de Gelves y de Juan Belmonte.
En su libro de memorias titulado "Mis veinte años de torero", publicado tras su retirada de 1925, El Indio Grande afirma: "Creo que muy difícil que salga otro torero que supere a Joselito". En otro comentario acerca de Gallito, Gaona señala lo siguiente: "desde que salió a las plazas, salió dominando: sacó un estilo basto, pero luego afinó. Acabó por ser un templador enorme con el capote y con la muleta. Al principio, toreando de capa era fatal, muy despatarrado, feo y ventajoso. Pero en sus últimos años templaba que era un asombro. Mejor, quizás, que Belmonte. Por lo menos, a mí me gustaba más".
Alguna vez me contó mi padre que en un encuentro con el maestro Gaona en la ganadería de La Punta, donde festejó su cumpleaños número 83, aprovechó la ocasión para preguntarle su opinión sobre Joselito. Y Gaona, serio, altivo, con aquel acento español que adoptó en su juventud, le dijo: "Mire, cuando a otros nos llegaba el agua al cuello, a José ni siquiera le llegaba a los tobillos".
Esta categórica afirmación viene a corroborar que, a tantos años de distancia, Gaona seguía pensando lo mismo que en 1925, y sin menoscabo de que a lo largo de su vida también llegó a sentir admiración por otros toreros.
En ocho temporadas en España, comprendidas entre 1912 a 1919, Rodolfo Gaona alternó más de 100 tardes con Joselito El Gallo. De esta guisa, resulta lógico concluir que el artista leonés fue testigo de excepción de la evolución taurina de Joselito, prácticamente desde la primera vez que alternaron, el 14 de octubre de 1912 en Zaragoza, hasta que lo hicieron por última ocasión, el 30 de agosto de 1919 en Linares.
Cuando se restablecieron las corridas de toros en la Ciudad de México, tras la prohibición del presidente Venustiano Carranza, hubiese sido muy interesante que se hubieran confrontado en aquella temporada de 1920-21 en El Toreo de la Condesa, época en que Gaona se hizo el amo.
Pero en la primavera de ese año de 1920, el destino le tenía a José Gómez Ortega una fecha marcada en el calendario: la del 16 de mayo en la plaza de Talavera de la Reina, el día en que se fue de este mundo para dar paso a una leyenda de la que hoy, a un siglo de distancia, se sigue hablando. Porque así de grande es su recuerdo, su obra y su trascendencia.