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Tauromaquia: Córdoba, un clásico en Sevilla

Lunes, 20 Abr 2020    CDMX    Horacio Reiba | La Jornada de Oriente   
Jesús Cordóba también encajó en el gusto de la afición sevillana
Tres decenios después de que Rodolfo Gaona inmortalizara en Sevilla a "Desesperado", otro leonés se convertía en el triunfador de una feria de abril en la Maestranza. Porque si bien Jesús Córdoba Ramírez nació incidentalmente en Winfield, Kansas (07-03-1927), su familia era de León y en León se formó  como hombre y como torero.

De los Tres Mosqueteros –aquel terceto novilleril que causara sensación en 1948– Jesús representaba la pureza, la comprensión del toro y la elegancia natural. No tuvo una carrera fácil ni de éxito sostenido, pero lo que hizo en la feria abrileña de 1953 forma parte, por su propio mérito, de la historia grande del toreo mexicano en España.

Doble suspensión para empezar

Aunque figuraba Córdoba en los dos carteles iniciales, tuvo que esperar a los dos últimos días de la feria para presentarse ante los sevillanos. Y todo a causa de la copiosa lluvia que se precipitó sobre la ciudad bética el 18 y el 19 de abril, cuyas corridas hubieron de ser diferidas a los días 24 y 25 con la forzada ausencia de Antonio Ordóñez, herido de gravedad por un toro de Tassara en el festejo del martes 21.

Miuras

Jesús Córdoba debutó en Sevilla con una corrida de Miura, que despachó con el cordobés Manuel Calero "Calerito" y el madrileño Jerónimo Pimentel. La temible divisa andaluza envió un toro excelente –Calerito alcanzó con él el triunfo más importante de su vida– y dos que se dejaron torear, o así lo parecieron en manos del mexicano; la crítica fue unánime al considerar que debió desorejarlos a ambos, pero nunca fue la espada el fuerte de Jesús, que debió conformarse con una aclamada vuelta al ruedo a la muerte de su primero antes de pasear la oreja de “Emperador”, jugado en cuarto lugar.

Para Don Celes, cronista del semanario especializado El Ruedo: "Estamos ante un torero de rango… que derrochó en todo momento serenidad, elegancia y saber tanto de capa como de muleta, sobre todo con la derecha, que maneja mágicamente. Imprimió además a lo que hizo una emoción tremenda. Y lo dio todo en ambos toros, empleando también con sumo acierto la templada izquierda..." (El Ruedo, 30 de abril de 1953).

Para Gómez Bajuelo, del ABC: "Se ganó al público con aquellos lances suaves, reposados, vertical la figura, con que saludó a su primero. Y en el quite por chicuelinas quedaron ya definidas su clase y su personalidad. Había un torero en la plaza. Para el público, un gran hallazgo… Sus dos faenas fueron excelentes, siempre con ese sello de elegancia. Muy derecho, corriendo la mano, rematando perfectamente los pases. Girando con gran precisión en los naturales, preciosos los redondos. Siempre erguido, airoso el andar. En su primero, la espada le quitó la oreja. Dos pinchazos, una estocada soberbia y vuelta al ruedo. La segunda faena, brindada al público, fue otro derroche de esencia torera, arrullada con los alegres sones de la música. Volvió la suavidad y el mando en los redondos, el aguante en los bellísimos altos con los pies juntos, y el tirar del toro con temple cuando el Miura parecía resistirse. Faena de torero de los pies a la cabeza. Y esta vez coronada con estocada hasta la empuñadura entrando decidido y saliendo trompicado por entrar mirando sólo el morrillo y porque el toro lo esperó quieto… Cortó la oreja, dio la vuelta al ruedo devolviendo sombreros y recogiendo flores y ovaciones, y mandó guardar la oreja. El mejicano sabe el valor de una oreja en Sevilla". (ABC de Sevilla, 25 de abril).

Ese día Miura echó un toro de vuelta al ruedo, el quinto, cárdeno caribello. E ideal para el torero. Calerito lo aprovechó con reciedumbre cordobesa, revestida de aguante y temple. Y le cortó las orejas. Este toro pesó 470 kilogramos. Los de Córdoba, 445 y 465. Qué diferencia con los miureños actuales, repletos de kilos y malas ideas.

Remachando el clavo

Rafael Ortega, en sustitución de Antonio Ordóñez, y Emilio Ortuño "Jumillano" acompañaron a Jesús el día 25 en su segundo paseíllo, para cerrar la feria despachando toros de Sánchez Cobaleda, corrida remendada con dos de Escudero Calvo. Y de los seis no se hizo uno, triste reparto de mansedumbre, invalidez y bronquedad ante el cual harto hicieron el gaditano Ortega y el salmantino Jumillano, muy valientes ambos, para salir de la plaza por su propio pie.

¿Y el mexicano? "Jesús Córdoba confirmó la magnífica impresión que produjo el día anterior –escribiría Don Celes–. Al primero, toro apagado, lo citó de muy cerca y empapándolo mucho, tiró de él con temple admirable. No lo pudo aprovechar mejor. No tuvo suerte al matar y perdió la oreja. Con el cuarto, el Escudero Calvo ya aludido (inválido), se limitó a abreviar como pedía el público… el animal se había caído varias veces a lo largo de la lidia. En vista de ello el azteca pidió el sobrero, toro de Benítez Cubero que fue a más y llegó a la muleta en condiciones para que el mejicano se luciera. Se lució, efectivamente, en pases por alto, ayudados por bajo, derechazos, naturales y un excitante afarolado de rodillas. Una gran faena, que culminó en la estocada. Hubo oreja y vuelta a hombros. Todo muy justo". (El Ruedo, 30 de abril 1953).

Para Gómez Bajuelo: "El mejicano confirmó plenamente sus excelentes aptitudes toreras. Deja en Sevilla un gran cartel de artista fino y enterado. La faena a su primero fue de calidad. El toro de Sánchez Cobaleda, aunque feo y con grandes defensas, era noble, pero se fue apagando, y sólo un torero de los grandes recursos del mejicano podía haberle sacado tanto provecho… logró unos altos mayestáticos, unos redondos suavísimos y naturales del mismo género, monumentos de aguante y naturalidad que hicieron entrar en acción el metal de la banda… unos pinchazos antes de la media estocada no se interpusieron a la ovación unánime por la gran faena de muleta… (ante la invalidez del cuarto) tuvo un gesto que la público ovacionó calurosamente: obsequiar un séptimo toro, de Benítez Cubero. Lo brindó al respetable, y quiso la docilidad del toro que el mejicano le cuajara una grandiosa faena, con gran variedad de pases bajo el signo de su estilo personalísimo… dio en hombros la vuelta al ruedo, exhibiendo el trofeo triunfal de la oreja" (ABC, edición de Andalucía. 26 de abril de 1953).

Jesús Córdoba, dos veces triunfador en dos corridas consecutivas. Y felices con él los sevillanos.

Jorge "El Ranchero" Aguilar

No fue Jesús el único mexicano en la cartelería abrileña de 1953. Desde Tlaxcala, desembarcó también al pie de la Giralda Jorge "El Ranchero" Aguilar. Y pudo desorejar al primero que le soltaron, de Clemente Tassara, porque lo muleteó con asentamiento, largura y temple, pero falló al matar y todo quedó en vuelta al ruedo. Esto el día 20, en que Rafael Ortega cobró la primera oreja de la feria, porque el 23 los de Montalvo nada les permitieron a Jorge ni a sus alternantes José María Martorell y Jumillano.

Al final, todo de Córdoba

A la hora de resumir los sucesos de la feria, otro comentarista de El Ruedo, Justo de Artigas, fue determinante: "De los nueve toreros anunciados… el que vio la gloria rendida a sus pies fue Jesús Córdoba… La suprema belleza de sus faenas, su muleta tersa, suave y rítmica, arrebató a miles de aficionados, plenamente convencidos de que en el albero de la Maestranza había quedado consagrado un artista de los que salen muy de vez en cuando… hasta sus propios compañeros de riesgo no quitaban los ojos del mejicano, subyugados por el misterio de su fácil y elegante manera de sentir y hacer sentir el toreo… Cuando algunos creían que porque iba a salir el toro con su peligro sin disminuir esto se acababa (alusión a la campaña contra el afeitado, que estaba en boga), llega un nuevo astro a demostrar que el arte del toreo ni muere ni se extingue. Loor a Jesús Córdoba, triunfador de esta feria de claras enseñanzas, en quien han reencarnado el señorío y la elegancia torera de Fuentes y Gaona". (El Ruedo, ídem).

Sin premio

Es difícil entenderlo, pero Jesús Córdoba no volvería a Sevilla para torear ninguna otra feria de abril. Catorce meses pasaron antes de que pudiera verse anunciado otra vez en la Maestranza, y fue por iniciativa del círculo de periodistas que organizó la corrida de la Prensa del 54, con una terna que incluía a dos mexicanos –Córdoba y Juanito Silveti– y un rondeño, Cayetano Ordóñez, hermano mayor de Antonio. Esa tarde (15-06-54), con un muy serio encierro de Salvador Guardiola, el que abrió la Puerta del Príncipe fue Silveti. Tan buen sabor dejaron ambos que de nuevo los anunciaron juntos en la feria de San Miguel, al lado de Manolo Vázquez (28-09-54). Y entonces fue Córdoba quien cortó el bacalao, con la oreja de un ejemplar de Marceliano Rodríguez por trofeo.

Sería la última comparecencia en la Maestranza tanto de Jesús como de Juan. Para que luego nos vengan con el cuento de la reciprocidad. Y con que nuestros toreros no dan el ancho.


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