El ingreso inminente a una nueva década en este siglo XXI, sobre todo por el propósito de que en 2026 conmemoraremos cinco siglos de tauromaquia en México, nos lleva a la conveniencia de elaborar diversos balances que nos permitan entender de mejor manera ese recorrido.
Para ello, ahí están las efemérides, la necesaria presencia de un museo taurino en la capital del país, las recomendaciones bibliográficas y hemerográficas, el universo iconográfico que enriquece la interpretación del propio espectáculo en toda su realidad; todo el quehacer periodístico el cual es visible ya desde fechas tan tempranas como las del siglo XVII con cronistas como Antonio de Robles o Gregorio Martín de Guijo.
Incluso, contamos con la vertiente cinematográfica, por lo menos de 125 años para acá, sin ignorar la poderosa influencia del componente digital. A todo ello, una particular visión y reflexión personal para mejor entender qué fue, qué es y qué será de ese misterioso significado que posee el toreo en nuestro país.
En ese sentido, quienes nos dedicamos a labores de investigación o divulgación estamos obligados a dar a conocer y a fortalecer los significados de ese cúmulo de registros en diversas formas con tal de que su diseminación llegue a cuantos interesados hagan suya, como es el caso, esa historia fecunda de la tauromaquia nacional.
Entre otros trabajos, de los que en su oportunidad compartiré sus avances, se encuentran:
-Galería de toros bravos. Los más famosos y otros indultos (1815-1946);
-Galería de suertes taurinas en desuso;
-Galería de carteles taurinos. Siglos XVIII-XIX;
-Galería de toreros mexicanos –a pie y a caballo–. Siglos XVI-XIX;
-Tratado de la poesía mexicana en los toros. siglos XVI-XXI;
-Catálogo cinematográfico taurino en México (1894-2020), y algunos títulos más.
A raíz del más reciente y discutible indulto concedido a "Siglo y medio" de Piedras Negras (Plaza México, 5 de enero de 2020), el asunto da pie para adelantar parte del que será la "Galería de toros bravos…" como sigue:
Cuando el mayor número de datos que se da en estos casos, proviene de aquello ocurrido desde la inauguración de la plaza de toros "México" (5 de febrero de 1946) y hasta nuestros días, por lo demás es asunto que, del mismo 1946 y hacia atrás, al menos hasta 1815 se olvidan o se hacen menos muchos de los acontecimientos ocurridos no sólo en la capital del país sino en diversas provincias, con lo esta "Galería" buscará abarcar ese periodo tan específico -poco más de 130 años-, entre los siglos XIX y XX.
Uno de los primeros casos por mencionar aquí, es el de aquel célebre toro "Chicharrón", lidiado al parecer en la recién reconstruida plaza de toros de San Pablo, a mediados de 1815. Por aquellos días, se hizo gran publicidad del asunto, al grado de que fue el propio José Joaquín Fernández de Lizardi, quien en un arranque de exaltación o reclamo, escribió Las Sombras…
(De Chicharrón, Pachón,
Relámpago y Trueno).
Epitafio de Chicharrón
Aquí yace el más valiente
toro que México vio;
y aunque tan bravo, corrió
de miedo de tanta gente.
¡Oh, pasajero! Detente,
mira, advierte, considera
que es el vulgo de manera
que, a pesar de su pobreza,
gasta con suma franqueza,
para ver... una friolera.
(José Joaquín Fernández de Lizardi: Obras (IV. Periódicos). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios Literarios, 1970, 436 p. (Nueva Biblioteca Mexicana, 12)., p. 45).
Ante la expectación, el fracaso. Parece ser que aquel "Chicharrón" resultó un fiasco, y hasta el ejemplo de tan mala situación, fue extendido a niveles políticos para comparar cualquier muestra de oportunismo o demagogia como otro episodio más en el que la influencia del mentado "Chicharrón" (del que hasta ahora se desconoce su procedencia) sirviera como el peor de los ejemplos, por falta de honestidad.
Buen número de años después, esto en 1838, se presentó un caso célebre con un toro del "Astillero" –propiedad de don Pedro de Macotela–, que fue indultado en la plaza de San Pablo.
¿Qué ocurrió en aquella ocasión? Pues bien, al cabo de una larga labor de búsqueda en la prensa del XIX mexicano, hallé la siguiente nota, que viene a ser un importante antecedente y que pone a "Garlopo" (toro de Santín, indultado en la plaza de toros de Puebla el 28 de marzo de 1880, ejemplar que enfrentó el célebre Bernardo Gaviño) en segundo término, aunque dudo que en nuestros días se conserve algo sobre aquel toro que perteneció a la hacienda de el Astillero, y el cual fue motivo de una curiosa ceremonia, de la cual nos da "santo y seña" la nota que publicó
EL COSMOPOLITA, D.F., del 31 de octubre de 1838, p. 4:
"AVISO.-Para el jueves 1º del próximo Noviembre, ha dispuesto el empresario una excelente corrida de seis escogidos Toros de los que acaban de llegar de la hacienda de Atenco, con los cuales los gladiadores de a pie y de a caballo, ofrecen jugar las más difíciles suertes que se conocen en su peligrosa profesión.
Luego que pase la lid del primer toro, se presentará en la plaza sobre un carro triunfal, tirado por seis figurados tigres el cadáver disecado, pero con toda su forma, y la corona del triunfo del famoso toro del Astillero, que en el memorable día 29 de Abril de este año, después de un reñido combate venció gloriosamente al formidable tigre rey, con general aplauso de un inmenso concurso que sintió la muerte de tan lindo animal, acaecida a los dos días de su vencimiento, como resultado de las profundas heridas que recibió de la fiera; y a petición de una gran parte de los que presenciaron aquella tremenda lucha, así como de muchas personas que no se hallaron presentes, se le dedica esta justa memoria, por ser muy digna de su acreditado valor.
"Este célebre toro, adornado con todos los signos de la victoria y acompañado de los atletas, será paseado por la plaza al son de una brillante música militar, hasta colocarlo sobre un pedestal que estará fijado en su centro; cuyo ceremonial no deberá extrañarse, mayormente cuando saben muchos individuos de esta capital, que iguales o mayores demostraciones se practican con tales motivos en otros países, y que sin una causa tan noble, existe por curiosidad en el museo de Madrid la calavera del terrible toro de Peñaranda de Bracamonte, que en el día 11 de mayo de 1801 quitó la vida al insigne PEPE-HILLO, autor de la Tauromaquia".
Otro episodio más, en iguales circunstancias, ocurrió en el mismo coso, sólo que el 11 de enero de 1852. En la valiosa obra: LOS TOROS EN MÉXICO Y EN ESPAÑA. 1519-1969 de Heriberto Lanfranchi (y decir Lanfranchi –en México– es como hablar del Cossío –en España–. Así de importante es la obra del buen y recordado amigo don Heriberto) encuentro el siguiente pasaje:
"Gran función de toros en obsequio del público.
"¡Por la mitad de los precios de costumbre!
"Se lidiarán seis toros de muerte, cinco de ellos de la segunda partida de la acreditadísima ganadería de SAJAY, a los cuales capitaneará: ¡El rey de los Toros!, cuyo valiente animal fue indultado de morir en la corrida del día 1º. [ojo con este dato] del presente, a petición del público, por su incomparable bravura, y el cual fue el que inutilizó en pocos momentos a todos los picadores de la plaza y a uno de los chulillos, en dicho día.
"Dos para el coleadero y uno embolado para los aficionados, el cual servirá antes para el ¡Monte Parnaso!
"Se presentarán a picar uno de los toros de la lid los célebres personajes: Abdul el-Kader y el Gran Sultán, perfectamente representados con trajes de sus países por los valientes picadores de la plaza: Caralampio Acosta y Vicente Guzmán.
"También se presentará el muy divertido entremés: ¡El Hombre más feo de Francia...!"
Tiempo más tarde, justo el domingo 25 de julio y en el mismo escenario volvió a lidiarse el bravísimo toro indultado, "que tantos daños causó a la empresa por los caballos que mató e hirió y por las contusiones que hizo a los picadores. Este hermoso y arrogante toro, que será distinguido con una flor blanca, saldrá en tercer lugar al combate, en donde lo esperan los lidiadores para triunfar de su belleza".
Solo un dato más para no caer en confusiones de interpretación: la tarde del 25 de julio se corrieron ocho toros de Queréndaro que lidió la cuadrilla de Pablo Mendoza, en función extraordinaria en celebridad del cumpleaños del Exmo. Sr. Presidente de la República, don Mariano Arista.
¡Tres veces salió al ruedo de San Pablo el "Rey de los Toros" y dos para ser indultado. ¡¡Caso increíble!! Pues bien, imaginemos que aquella tarde del 11 de enero, fría pero soleada, la cual auguraba una corrida tan sobresaliente y entretenida como las muchas que se efectuaron por entonces, estructuradas a partir de un esquema deliberadamente festivo y el cual prometía ofrecer alguna mojiganga, "monte parnaso o jamaica".
Actuación de saltimbanquis o el obsequio de "un toro embolado" para los aficionados en fin de fiesta que ya habían presenciado alguna ascensión aerostática. Así se las gastaban los antepasados de este nuevo concepto de empresarios tan ligados a su presente, a una publicidad de fin de siglo, con el apoyo de la potencia informativa de prensa, radio y televisión en dimensiones por demás impresionantes.
Tras el regocijo, otra oleada de nuevas sorpresas permitió el comienzo de la lidia. Saltó a la arena "El Rey de los toros" causando constantes sobresaltos que terminaron por provocar en la concurrencia el lanzamiento de un grito unánime: ¡indulto! condescendiendo la autoridad a consumarlo.
En el pasado, un indulto era algo insólito. Además, tenía que pasar mucho tiempo para que sucediera otro. Hoy es común habiendo de por medio muchos intereses que a veces pueden ser positivos; pero que también pueden ser negativos en la medida en que todo pudiera confundirse, aunque no necesariamente, por lucro. No estamos contra el indulto, sí del exceso en que ha caído. Probablemente una estadística del caso podría aclararnos el panorama.
La fiesta de toros es mutante, cambian sus conceptos y las ideas que de ella emanan y sin embargo, sigue formando parte de la vida cotidiana en un mundo cada vez más próximo al tránsito de siglos, ostentando su anacrónico encanto como fenómeno multitudinario en el cual todos sus protagonistas, al cabo de muchos siglos, se han encargado de modificar, corregir, alterar o hasta de desaparecer situaciones de su propio contexto.
Sin embargo, nos sigue pareciendo un espectáculo estacionario (que no estático), el cual arrastra siglos de constante movimiento y parece no pertenecer a nuestro momento, pero que se integra a él permeándose de las cosas que como aportaciones van dejando todos quienes intervenimos en ella.
La barbarie de la muerte de un toro –previo sacrificio– es la perfecta razón de exponer a la fiesta como reaccionaria o conservadora en su estricto sentido. Sigue sorprendiendo, fascinando, alucinando y hoy, al paso de nuevas generaciones, estas se acercan para ser "víctimas" del encanto o del desencanto también.
De aquel rey a este otro rey las diferencias son, diríamos que diametralmente opuestas en muchos conceptos, aunque de una sorprendente historia paralela en la que solo ha cambiado la forma pero no el fondo de las cosas.
México capital, ha dejado de ser la ciudad con 200,000 habitantes (estimación para 1852) para convertirse en una megaciudad de más de 20 millones de pobladores. En aquellas fechas un periódico era centro de discusión de muchos lectores reunidos en algún café de moda.
Hoy, multitud de publicaciones que están a nuestro alcance en cualquier estanquillo, y noticias que se conocen casi al instante de ocurrir los hechos, nos dan idea del crecimiento de los medios de comunicación (todos en general), con pretensiones de dominar el panorama sin ningún miramiento.
Pues bien, y gracias a la información localizada, quise dar apenas una escasa idea en los cambios y en las formas bajo las cuales se ha sujetado el maleable espectáculo de los toros que no por lo expuesto líneas atrás, ha perdido su esencia. Antes al contrario, permanece y contra ciertos adelantados pronósticos pesimistas, me parece que continuará. La enorme infraestructura montada en torno al espectáculo tiene ya la solidez suficientemente capaz de no permitir su derrumbe.
Los casos anteriores nos han permitido ingresar al incómodo terreno de las discusiones, sustentadas en el juicio de valor que debe dominar para perdonar la vida a un toro. Por cierto, ¿qué dice el actual reglamento taurino en vigor? (Notas recogidas de la versión de mayo de 1997, con actualización a octubre de 2004):
ARTÍCULO 73.-Cuando una res se haya distinguido por su bravura, fuerza y nobleza a lo largo de la lidia, a criterio del Juez de Plaza podrá recibir cualquier de estos tres homenajes:
I.-Arrastre lento por el tiro de mulas;
II.-Vuelta al ruedo a sus restos, y
III.-Indulto.
Lo "excepcional" de un indulto, como el de hace unos días, no deberá incluir un caso como el del piedrenegrino, cuya decisión conjunta y cómplice entre un público sensible, que estaba deseoso de aplaudir lo que fuera y la endeble postura del "juez de plaza" (así, con minúsculas) al sacudirse la inminente protesta, generaron lo percibido por apenas una minoría presente en los tendidos de la plaza.
Además, queda el escarnio para Gerardo Rivera de haber salido en blanco con el uso de la espada (no pudo realizar la suerte suprema en su lote) mostrarnos su poco rodaje y verse rebasado por el ejemplar tlaxcalteca, además de permitir ser llevado a hombros, lo que un torero cabal en su profesión habría impedido por dignidad. Lo realizado por él no alcanzó ni logró los privilegios de una hazaña. Todo eso, escapó a la vista de una pasión desatada que se dejó llevar por ligerezas y no por grandezas.
Otros escritos del autor, pueden encontrarse en: https://ahtm.wordpress.com/.