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Los valores de la tauromaquia y su defensa (VII)

Sábado, 28 Dic 2019    CDMX    Antonio Casanueva | Foto: CC3M   
“…Estamos salvaguardando nuestro derecho a pensar..."
A lo largo de estas siete entregas, hemos intentado contrastar los valores de la tauromaquia con la filosofía animalista. Los toreros heredaron de los héroes griegos valores como el sentido del honor, el deseo de gloria y el respeto por el adversario. La Fiesta Brava se impregnó en la cultura popular en España y en Hispanoamérica y se vinculó estrechamente con la religión Católica. 

En el museo Virreinal de Tepotzotlán se lee una explicación de la vida cotidiana en la Nueva España: "Paralelamente a las celebraciones teñidas de religiosidad, se realizaban las festividades populares en las que predominaba un ambiente mundano. No hubo conmemoración civil o religiosa sin corrida de toros, pelea de gallos o representaciones de comedia".

El animalismo, por el contrario, es un movimiento urbano que pretende acabar con el sufrimiento del animal y que ha adquirido popularidad por la humanización de las mascotas.

El animalismo tiene diferencias profundas con las tradiciones grecolatinas y judeocristianas en, al menos, tres elementos. Primero, la forma de entender la muerte. Para las tradiciones grecolatinas y judeocristianas la muerte es parte de la vida. El animalismo, por el contrario, forma parte de una serie de corrientes postmodernas que esconden la muerte. 

Segundo, la visión del mundo. Desde los griegos y con mucha más fuerza las tradiciones judeocristianas han colocado al ser humano como centro y medida de todas las cosas, es decir, somos culturas antropocéntricas. Los animalistas por el contrario defiende el biocentrismo: para ellos todo ser vivo merece el mismo respeto moral.  

Tercero, la visión antropológica, es decir, la forma en la que entendemos al ser humano. Fernando Savater lo explica de la siguiente forma: "el bárbaro no es quien maltrata o no se compadece de las bestias, sino quien no distingue entre el trato que debemos a los humanos y el que corresponde a los animales". Para Peter Singer, el principal filósofo del animalismo, un bebe humano con malformaciones tiene menos derechos morales que una animal en pleno vigor. En otras palabras: sólo un bárbaro confunde a un animal, con un humano.

Lo peor es que, en su fanatismo, los animalistas intentan imponer una visión única: abolir todo lo que sea distinto a su forma de pensar. 

La defensa, entonces, es mucho más trascendente. Estamos defendiendo nuestra libertad. Al proteger la tauromaquia, estamos salvaguardando nuestro derecho a pensar en forma distinta, a que no sean los animalistas los que imponga sus creencias.

Lo que está en juego no es sólo el toro de lidia, ni siquiera la fiesta brava. Al defender la tauromaquia, luchamos por preservar los valores grecolatinos que son la base de la sociedad occidental actual. Lo que cuidamos son los principios judeocristianos que forman parte de los pilares de la mexicanidad.


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