El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 31 Oct 2019    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...ahí están los elementos para que la tarde brille, y al margen..."
Siempre que va a comenzar una Temporada Grande en la Plaza México, la ilusión de los aficionados se renueva, y la tarde inaugural suele tener un significado especial de cara a las siguientes fechas, porque de alguna manera ese entusiasmo se proyecta cuando las cosas salen bien.

Así fue el caso del año anterior, en que Diego Ventura se topó con el bravo "Fantasma", de la divisa de Enrique Fraga, y cuajó una tarde de esas inolvidables, quizá la más representativa de la campaña anterior, debido a la intensa emoción que se vivió en el coso de Insurgentes.

Porque no sólo fue la vibración de la faena, sino el aroma que imprimió a su toreo cuando echó pie a tierra y deslumbró a la gente con un toreo clásico y sentido, evocación rotunda de otros tiempos, como aquellos en que el gran Carlos Arruza echaba se bajaba del caballo para beneplácito de su legión de seguidores, en esos últimos años de su vida.

Y es precisamente esa imagen señera del maestro Arruza, la que se antoja cada vez más cerca en el tiempo, sobre todo ahora que, el próximo 17 de febrero, se cumplirá el primer centenario de su nacimiento. Ojalá que esta efeméride no pase inadvertida, y 2020 sea un año en que se dediquen diversos homenajes a uno de los pilares de la tauromaquia mexicana de todos los tiempos.

Pero volviendo al asunto que nos ocupa, que es el de la corrida inaugural, ahí están los elementos para que la tarde brille, y al margen de la larga duración que espera tener la corrida, al haber programado la lidia de ocho toros, no deja de atraer la atención por varios motivos.

Antonio Ferrera está en estado de gracia. Viene de abrir dos veces la Puerta Grande de Madrid para reencontrarse con un público al que su toreo le dice mucho, sobre todo en lo tocante al sentimiento, ese hilo conductor que enlaza a la perfección con una forma de sentir e interpretar que aquí gusta mucho.

Su amigo, y pupilo, nada desmerece en esta combinación. Se trata de Leo Valadez, que hoy día, después de Luis David, es el torero joven mexicano más interesante del momento, pues atesora la ambición y los arrestos para llegar lejos en la profesión.

Y tendrá una oportunidad de oro José María Hermosillo, que andando el tiempo podrá presumir de haber recibido la alternativa en la Plaza México, un privilegio de unos cuantos, así que no deberá desaprovechar este escaparate para dar lustre una trayectoria que, en el último año, no ha tenido el brillo que apuntaba en sus comienzos.

Esperemos que la materia prima, proveniente de los ranchos de Fernando de la Mora, para la lidia a caballo, y Julián Hamdan, para la lidia a pie, corresponda a la categoría de esta primera tarde de toros en la plaza más grande del mundo.


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