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"Sentí que me moría": El Cuate

Domingo, 13 Oct 2019    Monterrey. N.L    Martín Banda | Foto: Archivo   
Relata el momento del percance que le causó el retiro de los toros
La noche de aquel viernes 5 de junio de 2009 fue una de las más angustiosas que se recuerdan en la redacción de deportes del periódico "El Norte", de Monterrey, ya que una llamada alertó que el torero local, Enrique Espinoza "El Cuate", había sufrido una muy grave cornada en la plaza "El Relicario" de Puebla y que su vida estaba en peligro.

Mientras los fotógrafos del periódico "Metro" de Puebla enviaban las espeluznantes gráficas con las que se ilustró el caso, decenas de llamadas telefónicas se hicieron hasta el hospital donde su entonces apoderado, Jorge Canales, narró lo ocurrido y mantuvo la información hasta donde fue posible antes del cierre de la edición del sábado 6 de junio.

Aquella noche, el toro "Doctor" de la ganadería de Reyes Huerta corrido en tercer lugar, hirió de la región del Triángulo de Scarpa a Espinoza, quien comenzó a desangrarse en el ruedo, tiñendo aún mas de rojo aquel traje corinto y oro que vistió.
 
Sin pensarlo, esa noche acabaron los sueños del último alumno que en vida tuvo Manolo Martínez y con él, la de miles de aficionados de Nuevo León que veían en El Cuate a la próxima figura de la tierra.

Como novillero El Cuate había alcanzado altos vuelos, tanto que llegó alternar con José Tomás en la plaza "Cuauhtémoc" de Ciudad Guadalupe, regenteada por Manolo, quien a su vez lo colocó en el Primer Encuentro Mundial de Novilleros y lo mandó hacer campaña a ruedos de España y Francia.

Desafortunadamente Manolo falleció en agosto de 1996 y no vio concluida la obra artística de su pupilo, quien tardó todavía dos años para doctorarse el 18 de octubre de 1998 en Jaén, España.

El Cuate confirmó su alternativa en la plaza México y su transición de novillero a matador le costó al principio, pues mientras unos comparaban su temple con el de Manolo, otros veían en él la serenidad y valentía de Tomás. Pero poco a poco fue agarrando un ritmo propio con triunfos importantes en Monterrey, Guadalajara y la plaza México, donde el acero lo privó de coronar faenas importantes.

Luego de picar piedra 11 años, llegó esa corrida en Puebla, alternado con Zotoluco y Rafael Ortega en lo que parecía era el despegue de su carrera en carteles de primera categoría.

Dios, la suerte, el toro, o algún error humano marcaron su destino aquella noche para la esperanza norteña…

"Pensé que me moría. Estuve muy grave varios días. El toro me arrancó el paquete vascular y me tuvieron que hacer un injerto. Estando en el hospital con el tiempo pensé que sanaría como todos mis compañeros, pero de pronto vi que mi pie derecho no me respondía... me quedaba colgando y no podía dar paso.

"Esto se debió a que durante mi operación la oxigenación de la sangre no llegó hasta a la punta de los dedos y estos comenzaron a perder la sensibilidad. Lo mismo los tendones y los ligamentos tuvieron un deterioro… además tuve trombosis y sigo siendo medicado con anticoagulantes y aspirinas.

"¿Qué cómo cambió mi vida?, muchísimo porque después de esa cornada he batallado mucho con el pie y prácticamente ahí terminó mi carrera. Pero así pasa, no me lo esperaba y tocó en su momento y ni modo", expresó El Cuate, quien a pesar de ver truncada su carrera, no pierde el optimismo.

La rehabilitación los meses siguientes fue dolorosa. Cuando ya estuvo listo, con bombos y platillos fue anunciada su reaparición en la Corrida de la Beneficencia del Hospital Universitario de la UANL, que organizaba el matador en retiro Eloy Cavazos.

"Reaparecí alternando entre otros compañeros con Juan Bautista y Uriel Moreno "El Zapata" y me puse a prueba. Tuve un dolor en mi pie que me ha acompañado desde siempre y que se ha vuelto crónico, por eso decidí ya cuidarme. Toreé otras cuatro corridas, una más en Monterrey y dos en Cadereyta, pero no ha sido fácil. Decidí que, con un festival de corto, al año, con eso calmaría mis ansias de torear”.

Dijo que para torear hay que estar al cien por ciento físicamente y salir a disfrutar lo que le gusta, que es torear, pero al estar batallando así con el pie era muy difícil conseguir corridas o festivales y decidió decir adiós a los ruedos de forma discreta.

Enrique Espinoza está anunciado para actuar el 17 de noviembre próximo en la plaza artesanal de Valladolid, Yucatán, en el festival por el 20 aniversario de alternativa del regiomontano Paco Rocha.

"Paco es mi amigo y acepté por la invitación que me hizo y aparte se me hace un cartel muy bonito con El Zapata. Con un festival al año creo estar bien para seguir dentro del ambiente y apoyando", dijo.

"¿Ver los toros desde afuera?, mmm… al principio se batalla y se sufre al no estar obviamente toreando que era lo que yo hacía, pero luego ya como va pasando el tiempo te vas acostumbrando o lo ves de diferente manera. Hay momentos en la vida como todo y desde fuera también hay muchas cosas que se pueden disfrutar. Estoy retirado de mi profesión, pero no de mi pasión, de mi fiesta de los toros", agregó.

El espada jimenense ha colaborado también con la empresa de Espectáculos Taurinos de México, en Monterrey, cumpliendo algunas labores que tuvo que dejar por su matrimonio en ese momento y por el nacimiento de su hijo José Julián Espinoza.

Para calmar sus ansias de torear y pulsar un capote o una muleta, El Cuate formó la enésima Escuela Taurina de Cadereyta, de la que es director y para las clases teóricas y prácticas cuenta con su hermano Alberto y con el que fuera su primer maestro, Álvaro Pérez.

"No tenemos apoyos económicos de nadie… ahí entre nosotros le echamos para adelante en esta aventura. No estamos en nómina del Municipio y este sólo nos apoya permitiéndonos entrenar en la plaza",  aseguró.

De su escuela cuenta con cuatro alumnos inscritos: dos adelantados, Lázaro Rodríguez, Gerardo Marroquín y dos todavía niños de 13 años, quienes como los primeros serán debutados en fecha próxima.

Volviendo atrás en el tiempo, Enrique Espinosa y su hermano Alberto, estaban predestinados a ser Figuras importantes del toreo, al menos para los regiomontanos.

"Sí, apuntábamos para ser figuras, pero por diversas circunstancias ni Beto ni yo lo conseguimos, por eso en Madrid está el anuncio que dice: ‘ser figura del toreo, es casi un milagro", afirmó.

Ahora con sólo ver los toros desde el callejón de una plaza, El Cuate se siente reconfortado.

"Ahora me gustaría terminar mi carrera taurina siendo un apoderado, y ojalá que con estos alumnos se pueda llegar algo bonito y logre emprender una carrera de apoderado, esa sería mi mayor ilusión", afirmó.



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