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Historias: Poner nombre a los toros

Miércoles, 18 Sep 2019    CDMX    Francisco Coello | Foto: Archivo   
"...El dato más antiguo que encuentro se remonta al año de..."
Inveterada costumbre es esa, la de bautizar o poner nombre a los toros que habrán de lidiarse, ya por la mañana o por la tarde, tanto en nuestro país como en aquellos otros donde se celebran festejos taurinos desde hace ya varios siglos. El dato más antiguo que encuentro, se remonta al año de 1815, justo cuando se lidió al toro "Chicharrón", al lado de otros tres que también fueron bautizados como "Pachón", "Relámpago" y "Trueno". 

Desconozco su procedencia, pues las fuentes consultadas apenas refieren detalles, pero destacan la forma en que trascendió aquel apelativo fuera del ruedo, ya que todo nos conduce a la supuesta y extraordinaria bravura de dicho ejemplar, como para que el propio José Joaquín Fernández de Lizardi –declarado antitaurino–, se ocupara de él primero en "El mentado Chicharrón", salido de la imprenta de María Fernández de Jáuregui aquel mismo año. Luego vuelve al mismo asunto en sus famosas "Alacenas de Frioleras". Sin embargo, parece que la fama de aquel "exquisito" nombre se extendió hasta 1819, cuando el propio "Pensador Mexicano" publicó en "Ratos entretenidos" el siguiente apunte:

"Con motivo de haberse divulgado que en una de las pasadas corridas se iba a jugar un toro muy grande y extraordinariamente bravo llamado Chicharrón, el pueblo alto y bajo creyó de buena fe que el tal toro era lo nunca visto; se alborotaron las gentes; corrieron a la plaza el señalado día; pagaron sus asientos según quisieron los tablajeros; se llenó el circo; no cupo la gente; muchas gentes se volvían a sus casas, llorando amargamente a pesar de no haber hallado asiento; y cuando los que lo hallaron esperaban que el señor Chicharrón fuera el asombro de los toros por su tamaño y fiereza, fue saliendo el mentado animal, tan toro como todos y tan cobarde como él solo. Se deja entender cuál sería el chasco de los espectadores. A esto escribí el papel que sigue, que entonces se celebró mucho, y no menos se apreciará por cuantos sepan el objeto con que se hizo".

De este capítulo, se llegó a publicar el Mentado Chicharrón en unos versos que decían:

LAS SOMBRAS

(De Chicharrón, Pachón,
Relámpago y Trueno).

Epitafio de Chicharrón

Aquí yace el más valiente
Toro que México vio;
Y aunque tan bravo, corrió
De miedo de tanta gente.
¡Oh, pasajero! Detente,
mira, advierte, considera
que es el vulgo de manera
que, a pesar de su pobreza,
gasta con suma franqueza,
para ver… una friolera.

Del diálogo sostenido entre aquellos cuatro toros en muestra del repudio absoluto por cuanto se les hacía sufrir, entre otras cosas, "Trueno", se destapa con una décima que habrá de ser una muestra de su actitud contra la crueldad, de lo que resulta luego "El mentado Chicharrón":

Apurar, hombres, pretendo
Ya que me tratáis así;
¡Qué delito cometí
contra vosotros naciendo?
Más, pues no hay culpa, ya entiendo
El delito cometido.
Frívola causa ha tenido
Vuestra fuerza y rigor
Pues el delito mayor
De un toro es haber nacido.

Seguramente la costumbre arraigó, pero se sigue sin gran información, hasta que al hurgar entre viejos papeles encuentro un cartel, este de la plaza de toros de Morelia, y fechado el 23 de diciembre de 1849. Entre otros detalles, aparece el siguiente párrafo:

"El señor González (es decir, Mariano González "La Monja") en unión de una cuadrilla de taromáquicos lidiará cuatro toros a muerte banderillando especialmente al conocido por alacrán. El ganado es de la hacienda de Isícuaro escogido entre una partida de cincuenta toros que se presentaron por el propietario, de buena condición y bravura.

Así que aquí encontramos al primer "Alacrán" de una larga serie de "alacranes" que se lidiaron en el resto de ese siglo, según lo puedo confirmar luego de encontrarme varios apuntes de don José Julio Barbabosa, dueño de Santín, y quien en sus "memorias", registra ese nombre buen número de veces.

Para 1850, las empresas, en franco acuerdo con los hacendados, dejan notar un notorio despliegue de carteles en los que se encuentran nombres de toros como los que siguen:

–Orgulloso, Bravo, Temible, Sanguinario y Arlequín, de Atenco, que se jugaron en la cuarta corrida, para el domingo 2 de junio de 1850, en la plaza de toros de Tacubaya, estoqueados por Bernardo Gaviño y su cuadrilla;

–Polvorilla, Remendado, Cuerno duro, Salteador, Candelilla y Manos largas, la tarde del 20 de octubre de 1850, estoqueados por Mariano González, Fernando Hernández y Andrés Chávez;

–Marte, Júpiter, Cupido, Baco, Vulcano, Neptuno, Apolo y Plutón. Estos toros, que fueron de Atenco, se lidiaron el domingo 1o. de 1850.

–El Vagamundo, El Peregrino, El Valiente, El Tirano, El Sanguinario y Pocas chanzas, de Atenco, que se corrieron el domingo 8 de diciembre de 1850;

–Idiota, Muerto, Catarro, Fandango, Nene y Dañoso, de Atenco, se lidiaron a muerte estos toros la tarde del 15 de diciembre de 1850;

–El Diablo Verde, El Aradín, El Cancervero, El Espigado, Perdona vidas y Mata siete, de la raza de Atenco, que enfrentó la cuadrilla de Mariano González "La Monja".

Todos estos festejos se desarrollaron en la plaza Principal de Toros en el Paseo Nuevo de Puebla, a los que dio cara Mariano González y su valiente compañía en una amplia temporada organizada por dicho diestro, que, con seguridad organizó por aquel rincón de la provincia obteniendo de todo ello pingües beneficios.

Y entre otros registros, también se encuentran los que siguen:

PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 26 de octubre de 1851. Gran función de toros. Para la tarde citada, se lisonjea esta empresa de anunciar al distinguido público que se presentarán los toreros Pablo Mendoza, Andrés Chávez, Victoriano Guevara y Vicente Guzmán, tan conocidos por su acreditada habilidad en esta plaza, los que no habían trabajado en las anteriores corridas en virtud de haber tenido la empresa que satisfacer un compromiso amistoso, los cuales ofrecen continuar sus tareas con la aplicación y entusiasmo de siempre.

Seis toros de muerte y dos para el capeo de las muy recomendables razas de La Huaracha y Molinos de Caballero, distinguiéndose los primeros con la divisa encarnada, y los segundos con la blanca. Nombre de los bichos:

1o. El Terrible 4o. El Polvorilla
2o. El Pendenciero 5o. El Traicionero
3o. El Rayo 6o. El Busca Pleitos

Dos toros más habrá para el coleadero, finalizando la corrida con un valiente toro embolado para los aficionados del pueblo.

PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 16 de noviembre de 1851. Seis arrogantes toros de muerte: dos descendientes del bravísimo toro León, que salió del cercado de Atenco, dos de la acreditada raza de Guatimapé, y dos de la Estancia del Capulín. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Dos toros para el coleadero y toro embolado.

Aviso. PLAZA PRINCIPAL DE TOROS EN LA DE SAN PABLO. CORRIDA DE TOROS Para la tarde del domingo 16 de Noviembre de 1851.

Para la tarde de este día se jugarán
SEIS ARROGANTES TOROS DE MUERTE:
Dos descendientes del bravísimo toro León, que salió del cercado de Atenco, dos de la acreditada raza de Guatimapé, y dos de la Estancia del Capulín.
DOS TOROS PARA EL COLEADERO
Cubrirán los intermedios, y un bravo y bonito
TORO EMBOLADO
Saldrá por final de corrida para los aficionados del pueblo.
IMPRENTA DE VICENTE G. TORRES, a cargo de J. V. Hernández.
Fuente: colección del autor.

Los toros se llamaron:

1o. El Alacrán 4o. El Arrogante
2o. El Bravo 5o. El Fiero
3o. El Matagente 6o. El Leñero

PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Gran corrida de toros en la Plaza Principal de San Pablo. Para la tarde del domingo 14 de diciembre de 1851, a las cuatro de la tarde en punto. Se lidiarán seis bravísimos toros de muerte de la ya muy conocida y muy acreditada ganadería del Infierno (procedentes de la muy conocida raza de Atenco, N. del A.), cuyos nombres son: 1, Satanás; 2, Quiebrahuesos; 3, Macacao; 4, Inquisidor; 5, Geremías; 6, Periodista. Gran lucha del oso "Cochero" con el toro "Notefíes", la que tendrá efecto después del segundo toro de lidia. 

Concluido de lidiar y matar el toro "Inquisidor", que es el cuarto, habrá en la plaza un divertidísimo jaripeo o manganeo de caballos y mulas serreras. Desde el principio de la función se hallarán en el circo dos estrambóticos Dominguejos perfectamente construidos para estrenarlos en la función de este día. 

Para cubrir intermedios se echarán de fiesta de coleadero dos toros y por fin de fiesta un embolado para regocijo del pueblo. Por su parte, la sobresaliente compañía tauromáquica de esta plaza, queriendo asimismo demostrar al público su agradecimiento con que la colma cada vez que en la lid se presenta, ha pedido a la empresa que para el referido día se anuncien las siguientes difíciles suertes que entre otras muchas se han de ejecutar: Los picadores montarán en pelo caballos serreros para picar uno de los toros de muerte.

 El espada José Sánchez, conocido por El Niño, ejecutará el difícil salto del célebre (Francisco) Montes sobre uno de los toros de lid, cuya hazaña se la ha granjeado los más estrepitosos aplausos cuantas veces la ha ejecutado. Precios de entrada: Sombra, Lumbreras por entero con ocho boletos, 5 pesos; entrada general con boleto, 6 reales; Sol: entrada general con boleto, 2 reales.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de mayo de 1856. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Gran función extraordinaria a beneficio de Manuel Esquino, la que se dignará honrar con su asistencia el Escmo. Sr. Presidente de la república, general D. Ignacio Comonfort. (Francisco Togno).
   
Apunta Heriberto Lanfranchi:

"Mi buen amigo, el señor José Juan Cervantes me ha permitido elegir lo más selecto en el cercado de Atenco, y los toros que por su bravura los distinguían los vaqueros con los nombres siguientes:

Nombre Colores

Mata Bueyes Meco rabicorto
Maromero Meco chinudo
Tunante Josco bragado
Artillero Josco sardo
Tigre Meco cara rosilla
Búfalo Morado cachetes prietos
Picadillo Morado chaparro.

De estos toros se elegirá el más arrogante para embolarlo, y será lidiado por el conocido Tío Canillitas, acompañado de Mr. Fritz, Catana, Pepillo y demás personajes montados en burros.

En uno de los intermedios se presentarán dos vaqueritos montados en magníficos caballitos, con el objeto de colear dos becerros de tamaño adecuado a su edad.

Bernardo Gaviño.

Escorpión, Alacrán, No me tientes, Garboso, El Indio, Coyote, Hiena. Dichos toros, pertenecientes a la ganadería de Santín, se lidiaron el 13 de marzo de 1887 en la plaza de Tlalnepantla, por la cuadrilla de Ponciano Díaz.

José Julio Barbabosa, que fue responsable de Santín entre 1881 y 1930, también tenía ese peculiar estilo de bautizar a sus toros, en formas muy diversas, oportunas, divertidas, e incluso hasta con mensajes que bien podría pensarse tenían destinatario o eran incluso insinuaciones provocativas.

Entre los nombres de aquellos toros hay verdaderas rarezas, lo que no era una novedad con el ganadero Heriberto Rodríguez –citado más adelante–, que también llegó a bautizar a sus toros con extravagantes remoquetes. De aquellos reconocidos por José Julio Barbabosa, tenemos, por ejemplo:

ACOSIL, MEZCAL, LUCIFER, CHICHARRÓN, FEDERAL, CHINACO, EL JUDAS, EL COCO, LUTERO, JICOTE, YLUCIÓN, OBSCURO, YANKÉE, CHAGOLLO, POPOCHO, TATA SEVERO, PANDO, CALCHIRRIS, ZARCO, PIPIOL, BORUCA, MELINDRES, PONZOÑITA, LA MUERTE, EL JUDAS LADRÓN, GARRAPATA, AGUACATE, TONDONGO, JICOTE, OBSCURO, RETOBADO, ACOSIL, TRUENO, GRANISO, APACHE, SOPILOTE y un largo etcétera de otros alias sui géneris, que a lo largo de los dos cuadernos aparecen registrados bajo el buen humor y mejores ocurrencias de don José Julio.

Otro peculiar personaje, en tanto criador de reses bravas, fue Heriberto Rodríguez, y cuya ganadería ostentaba su nombre. Hoy día, cuando su historial forma parte de las efemérides, debe recordarse aquel peculiar estilo para bautizar toros. Aquí una muestra: Me dejas triste, Upa y Apa, ¿Por qué sufres?, Soy solo, Tongolele, Ayate, Hay naranjas, Conquianero, Aguantones, Busco suegra, Charrasqueado, Mezcalito, Ponte Chango, ¿Qué será?, ¡Ay, Chirrión!, El Abandonado, ¡Ah, que caray!, Chato, El Buen Amigo, Borrachito, Voy de nuevo, No te arrugues. El Guapo, Notioigo, Siete novias, No lo muevas, Acá las Tortas, Tate Quieto, Que seas feliz, Busca pleitos, Me sueñas, Resbaloso, No me olvides…

Eso de ponerle nombre a los toros tiene sus porqués, y no es de extrañar que hasta en detalles de tal naturaleza, los ganaderos bautizaron y siguen bautizando en formas por demás curiosas y extrañas a sus "pupilos", que luego –muchos de ellos–, se integran en el catálogo de la memoria taurina de este país.

Obras consultadas:

José Joaquín Fernández de Lizardi: Obras I-Poesías y Fábulas. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios Literarios. Invest., recop. y ed. de Jacobo Chencinsky y Luis Mario Schneider. Estudio prel. de Jacobo Chencinsky, 1963. (Nueva Biblioteca Mexicana, 7).

Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots.

Otros escritos del autor, pueden encontrarse en: https://ahtm.wordpress.com/.


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