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Espectro Taurino: Un amigo torero

Sábado, 15 Dic 2018    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...hombre culto, estudioso de la historia de nuestra Fiesta..."

El miércoles pasado, previo a la Corrida Guadalupana celebrada en La México, tuve la oportunidad de volver a platicar con un querido amigo, un amigo torero, lo que de suyo ya es peculiar y enriquecedor, pues estos hombres manifiestan una inusual filosofía de vida.

Abogado de profesión -y torero por convicción- el matador Antonio Vega es un hombre culto, estudioso de la historia de nuestra hermosa Fiesta. Mucho le aprendí durante mi etapa de periodista taurino, dado que tuve la fortuna de estar con él en varias plazas de nuestra geografía.

Y a pesar de la diferencia de edad, desde que lo conocí, hace más de una década, siempre ha habido buen entendimiento. De él aprendí que lo más importante es transmitir una emoción y que lo peor para un torero es pasar desapercibido.

En medio de sus charlas y anécdotas, entendí que un diestro debe también "saber estar mal", algo que muy pocos consiguen en el redondel. Además, fueron invaluables sus consejos en la elaboración de mi libro "Conceptos Taurinos, explicados por los protagonistas".

Pero, ¿cómo fue la carrera de este matador? Vega se doctoró a los 48 años de edad, en 1988, ante  un lleno en los tendidos del coso sanmiguelense. El toricantano vestía para la ocasión un terno en azul y oro, y se doctoró delante de un ejemplar de la ganadería de Los Martínez, que por aquellos tiempos gozaba de un estupendo cartel.

La combinación fue de auténtico lujo, pues Antonio recibió la alternativa de manos del maestro Jesús Solórzano, en tanto que el testigo fue Curro Rivera, sin lugar a dudas una de las figuras del toreo más representativas de la segunda mitad del siglo XX en nuestro país.

Como anécdota de aquel día, en realidad Solórzano no aparecía originalmente como el padrino del doctorado, sino que el anunciado en el cartel era el maestro Manolo Martínez. Sin embargo, el regiomontano tuvo una contratiempo y no pudo llegar a la corrida, por lo que "in extremis" entró Chucho a la combinación.

Aunque fue por causas y azares, resultó significativo que Jesús Solórzano doctorara a Antonio Vega, no solamente por la gran amistad que había surgido entre ambos, sino por el cúmulo de vivencias y el aprendizaje de tantas experiencias a lo largo de muchos años.

Para Antonio Vega la fiesta brava fue siempre una gran pasión y desde joven estuvo involucrado en el medio taurino, primero como aficionado práctico y, al paso del tiempo, ya en el escalafón novilleril. De novillero llegó a alternar varias tardes con toreros como Alejandro Silveti y El Glison, y abrió caminos en el sureste mexicano, para luego colaborar estrechamente en el manejo de la ganadería de Vicencio.

Vega nació en la Ciudad de México y es un ameno charlista, y aunque retirado de los ruedos seguido se le ve en los tendidos de las plazas de toros o en los diferentes eventos taurinos, disfrutando de lo que ha sido una forma de vivir.


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