No cabe duda que Eloy Cavazos tiene, en buen sentido, un pacto con Dios.
Y es que tras permitirle cumplir 68 años de edad en la víspera con salud, todavía le dio la fuerza suficiente para lidiar tres ejemplares y cortar orejas y rabos ante poco mas de 350 aficionados en su cortijo, en un festival taurino privado a beneficio del Hospital Universitario en su programa de apoyo a su lucha contra el cáncer infantil, dentro de sus festejos del 51 aniversario de alternativa y de cumpleaños.
Si a esto le agregamos que las condiciones climatológicas fueron las ideales, sin la lluvia que a principios de semana el Huracán Harvey amenazaba con descargar en la región y de que los ejemplares de Los Encinos dieron un extraordinario juego, ¡qué más puede pedir Eloy a Dios!.
Quienes conocen a Eloy saben que el diestro de Ciudad Guadalupe se prepara día a día "como si toreara el fin de semana" aún después de su retiro hace casi 9 años y que en sus festivales siempre hay algo de sorpresa, digno de un guion de película, en el que da crédito a todos los actuantes, del ruedo y en los tendidos, en su gran mayoría amigos, con el fin de que el festejo concluya de manera triunfal.
Este no fue la excepción. Sorpresivamente partió plaza únicamente al lado de su nieto Jaime, de 9 años de edad, y destocados de boina y cordobés cruzaron por primera vez el anillo del cortijo "Los Cavazos" ante la ovación general.
Con micrófono en mano, el Pequeño Gigante "informó" a los presentes que su alternante le acababa de decir que siempre no iba actuar con él, por lo que "de manera sorpresiva" invitó a sus compañeros matadores que estaban en el tendido a que le ayudaran a lidiar los torotes que Martínez Urquidi, presente en el palco principal, le había enviado.
Fue así como Enrique Garza, Juan Antonio Adame, Isaac Leal y Juan Fernando González, bajaron y se ubicaron en los burladeros para realizar las labores en el ruedo.
Enseguida sus pequeñas nietas vestidas de manolas, anunciaron con el cartelillo a "Puerta Grande", entregándolo a David "Vito" Cavazos, el torilero oficial del cortijo.
Lo que el público vivió fue el gusto de ver torear nuevamente al último grande de la torería mexicana, el último Puerta Grande de Madrid y que a sus años jura "seguir apoyando al Hospital Universitario mientras pueda caminar y poniendo su granito de arena con sus actuaciones".
De capa arrancó los primeros olés, sentidos, "des-pa-cito", como deletreando el juego de manos con el percal antes de entregárselo a Christian Franco en el caballo.
Luego la faena, por los dos lados, al novillo toro que tuvo un franco recorrido y que le permitió cuajar una gran faena que coronó al segundo intento con la espada para cortar las dos orejas concedidas por el juez de plaza, Antonio Quiroga.
Tuvo Eloy el acierto de dirigirse otra vez con micrófono en mano al publico, para descansar y mencionar que charlando con su familia habían llegado al acuerdo que las personas mas valientes del mundo no eran los corredores de autos, ni los boxeadores, ni cualquier otro deportista, sino "las mamás de los niños con cáncer que no tienen un peso para ayudarlos en su enfermedad".
Extraoficialmente se recaudaron casi 300 mil pesos por concepto de entradas y los asistentes tuvieron la oportunidad de ganar mediante rifas que se hicieron durante el festejo, de cuadros pictóricos de Gerardo Valdés y el maestro Carrisoza, así como de López Canito y fotografías y libros del propio Cavazos.
Apareció el segundo de nombre "Compadre", llamado así en honor a todos los amigos que se han hecho compadres inseparables de Eloy Cavazos, como los hermanos Botello, el doctor Reyes Tamez, el empresario Julio Villarreal y tantos más presentes en el tendido y para quienes tuvo palabras de agradecimiento.
A pesar de la debilidad de remos que mostró al final de la faena, el ejemplar fue extraordinario y permitió una faena jaleada y coronada con los gritos de "torero, torero", mientras allá al fondo, el Cero de la Silla lucía esplendoroso en una tarde soleada y calurosa.
Las orejas y el rabo fueron los trofeos concedidos y otra vez el arrastre lento para el bravo de Los Encinos.
Y para cerrar con broche de oro, Eloy se puso a mano con sus compañeros matadores que le apoyaron en el ruedo con un tercer ejemplar de nombre "Agradecido", al que paró en los lances de recibo y en una primer tanda con la franela, antes de dejárselo a ellos quienes cada uno ejecutaron dos tandas al burel que "aguantó" la lidia.
Luego el maestro tomó la espada y como en sus mejores tiempos sepultó una estocada hasta las cintas para que rodara patas arriba el astado y se les concedieran de manera conjunta las orejas y el rabo que pasearon en la triunfal vuelta al ruedo, llevando en volandas al artífice del triunfal festejo, que como guion de película terminó "como Dios manda".
El único punto que no estaba en el script, fue el inesperado deceso del maestro de Albacete, Dámaso González, y por coincidencia a la edad de 68 años, con quien Cavazos alternó 20 tardes en España en la década de los setentas, pero es bien sabido que a Eloy no le gusta mucho eso de los minutos de silencio tras el paseíllo, motivo por el que quizá se pasó por alto recordar al gran torero hispano.